Covid
Madrid desmonta la efectividad de la ley seca contra la Covid
Amplió el horario de apertura de los bares y aún así su incidencia sigue bajando. En la Rioja y Cataluña su cierre no es efectivo
España es el país con más bares y restaurantes por persona del mundo: uno por cada 175.000 habitantes. Es que ya lo decía Gabinete Caligari, «no hay como el calor del amor en un bar». Son el epicentro de la socialización y, por eso, los que han sufrido las restricciones más duras durante la pandemia. Cataluña fue la primera en decretar su cierre para intentar reducir los contagios y ya otras siete (Castilla y León, Asturias, País Vasco, Navarra, La Rioja, Galicia y Murcia) han copiado la medida. La hostelería representa el 6% del PIB de nuestro país, da trabajo a alrededor de 1,7 millones de personas y aporta cerca de 17.500 millones en impuestos. Por eso, otras regiones como Madrid han apostado por políticas intermedias para evitar el descalabro completo del sector. La presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, no ha contemplado nunca el cierre, e incluso, amplió el horario de apertura una vez finalizó el estado de alarma, el 24 de octubre, hasta la medianoche y también los aforos, que pasaron del 60% al 75% en terrazas y al 50% en interiores. La evolución de la incidencia acumulada desde entonces en Madrid continúa con su tendencia a la baja –ha pasado de 409 casos por 100.000 habitantes a 324 actualmente–, lo que demuestra que los bares no son el foco de los contagios. También lo refrendan los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad. Según su último informe, en los bares y restaurantes solo se han producido el 3,5% de los contagios a nivel nacional desde mayo, lo que contrasta con los causados en entornos familiares y reuniones de amigos, el 14,2% del total.
Pese a ello, Cataluña cree que el camino para frenar la incidencia pasa por suspender directamente la actividad. El jueves, la Generalitat prorrogó diez días más el cierre de bares y restaurantes, medida que comenzó el 15 de octubre, sin que se haya demostrado su eficacia. Aquel día la comunidad tomó esta decisión tras notificar 2.251 nuevos casos y 26 fallecidos. Durante este tiempo, en el que se esperaba apreciar una mejoría, la situación solo fue a peor hasta el punto de registrar el 31 de octubre 6.212 nuevos positivos. Es decir, un 175% más de contagios en 15 días. Se pasó de una incidencia acumulada en 14 días de 272 casos por 100.000 habitantes a casi 700. El pico de la segunda ola se alcanzó el 4 de noviembre, con 742 casos por 100.000 y, desde entonces, ha ido descendiendo, pero muy lentamente. Actualmente se sitúa en los 574, así que el Govern apuesta por mantener el cierre de la hostelería y el resto de medidas restrictivas (toque de queda a las 22 horas y confinamiento perimetral los fines de semana, entre otras) al menos hasta el 23 de noviembre para seguir bajando la curva, aunque eso incluya ahogar al sector. El Gremio de Restauración de Barcelona se queja de que la Generalitat «no tiene ninguna estrategia» y que actúa de forma «improvisada». «La consejería de Salud nos dice que es el camino correcto, pero lo negamos rotundamente. El ejemplo de la Comunidad de Madrid demuestra que es posible doblegar la curva sin parar la actividad», critican y afean a los responsables de Salud que «hayan perdido cualquier tipo de vinculación con la realidad y con el sufrimiento de los autónomos». «El esperpento de las ayudas al sector evidencia la desesperación de las familias. La situación es insostenible», apostillan
El jefe de Servicio de Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, Antoni Trilla, defiende la decisión del Gobierno de Cataluña porque «había la sensación de que unos negocios lo estaban haciendo muy bien, manteniendo las distancias entre las mesas y los aforos, pero a los diez metros te encontrabas otro totalmente fuera de control». Aunque reconoce que «el número de casos relacionados con la hostelería no es muy alto», el problema es que «se ha demostrado que en interiores cada caso generaba entre 10 y 14 contagios». Cuando se le pregunta por el ejemplo de Madrid, responde que desde Cataluña se observa «con una mezcla de asombro y admiración», pero apela al modelo europeo para explicar la estrategia de la comunidad catalana. «En la mayoría de países europeos las restricciones también afectan a la hostelería. Francia, Alemania y Reino Unido han cerrado y en Suecia, que ha basado su política en recomendaciones, ha endurecido ahora su estrategia y cerrará los bares a las 22». Trilla considera que «aunque haya mucha presión por parte de los hosteleros, el Govern ha tomado una buena medida tal y como están las UCIS». «Hay una tendencia a la baja, pero hay que mantener unos días más las restricciones para que no vuelvan a saturarse», advierte.
En el País Vasco, el gobierno regional decretó la suspensión de la actividad el 7 de noviembre con una incidencia acumulada de 690 casos por 100.000 habitantes aunque habrá que esperar al menos otra semana más para evaluar el impacto de la medida. En La Rioja entró en vigor el 30 de octubre con una incidencia de 754 casos. Aunque el Gobierno dice que hay que esperar al menos dos semanas para ver la efectividad, la incidencia en esta comunidad sigue subiendo y se sitúa en los 785. En Andalucía, con una incidencia de 556 casos y un ritmo de 400 ingresos por día, decidió aumentar las restricciones sin echar el cierre completo de bares y restaurantes. El horario máximo de apertura es hasta las 18 horas para salvaguardar la economía, pero el consejero de Sanidad, Elías Bendodo, teme que llegue a ser una medida contraproducente así que ha pedido a la población que «no sustituya los bares y restaurantes con visitas a domicilios», precisamente el escenario donde se producen la mayoría de los brotes.
Ante esta disparidad de criterios, el presidente de Hostelería de España, José Luis Izuel, ddenuncia que los responsables de las comunidades «mantienen una competición a ver quien la hace más gorda y a ver quién es el más valiente en impedir que la gente trabaje» y añadió que la Comunidad de Madrid «nos da un poco de esperanza». «Estamos siendo el gran epicentro de lo más notable de todas las medidas limitatorias que está causando la pandemia», lamentó Izuel y advirtió de que 65.000 establecimientos han bajado ya la persiana y lo previsible es que lo hagan otros 35.000.
«Mis trabajadores están todos en erte y yo solo he cobrado 690 euros desde abril»
Antonio Simoes es dueño de la Taberna del Clínic, fundada en 2006 junto a su hermano Manuel. Gracias a su esfuerzo –en 2014 Antonio recibió el premio al Cocinero Joven y Emprendedor del Ayuntamiento de Barcelona– es ahora un cocinero reputado con hasta 16 personas en plantilla. De nuevo en esta segunda ola todos sus trabajadores están en ERTE y él, como autónomo, únicamente ha cobrado 690 euros. «Eso fue en abril, desde entonces no he recibido ni una ayuda», asegura. El negocio puede subsistir «gracias a que hacemos comida a domicilio», pero cuando le permitan levantar de nuevo la persiana «no sé cómo voy a mantener a todos los trabajadores, ahí vendrá otro capítulo muy feo tanto a nivel económico como humano», dice Simoes. Asegura este cocinero que las pérdidas son incalculables «porque arrastramos esta situación desde marzo y hemos acusado mucho la falta de turismo». Aunque «estamos muy cansados mentalmente, estamos dispuestos a todo. En Madrid se ha demostrado que la hostelería no es la culpable. Se puede ser flexible, que nos cierren solo por las noches o que limiten los aforos, pero esta situación ya es del todo insostenible».
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