Alerta de transmisión

Coronavirus, mascotas y animales salvajes… ¿una bomba de relojería?

El descubrimiento de un caso de SARS Cov-2 en visones en libertad dispara las alarmas sobre posibles mutaciones del virus

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El departamento de Agricultura de Estados Unidos anunció el lunes pasado que existía certeza del primer episodio registrado de coronavirus en un animal salvaje (un visón) dentro del país. En medio de la preocupación por la tercera ola, de los planes de vacunación mundial y de los preparativos para la Navidad (cerrada o abierta), la noticia no tuvo quizás el impacto que se merecía. Pero los expertos en epidemiología y sobre todo los especializados en zoonosis (enfermedades trasmisibles de animales a seres humanos) la marcaron con letras de oro. Que los visones salvajes de Estados Unidos puedan contagiarse de SARS-CoV-2 es un asunto realmente peliagudo. Hasta ahora solo se habían detectado saltos de este microorganismo a especies animales estabuladas (visiones de granja, por ejemplo) y domésticas, pero nunca a una especie en libertad. El virus en el seno de un animal salvaje es una bomba de relojería.

En primer lugar porque, obviamente, el control de la transmisión se hace más complicado. En segundo lugar porque, según reconocen los virólogos, los saltos continuados de hospedador aumentan las probabilidades de que se produzcan mutaciones en el virus hacia variantes más agresivas.

El coronavirus solo tiene un objetivo en la vida: encontrar una célula donde poder reproducirse una y otra vez. En cada reproducción pueden producirse sutiles cambios en su información genética. Cuantas más especies lo acojan y más oportunidades se le ofrezcan de reproducirse, más probable es que una de esas mutaciones sea letal. O, al menos, que una de esas mutaciones torne al SARS-CoV-2 en un virus tan diferente al original que contra él ya no funcionen las vacunas que hemos desarrollado.

El subdirector del Centro Nacional de Investigación de la Fauna Silvestre de Estados Unidos, Thomas DeLiberto, ha asegurado que se tiene constancia de al menos un caso de visón salvaje infectado y confirmado mediante PCR en las proximidades de una granja de Utah. De momento no se han encontrado más casos positivos en otros animales cercanos. Pero resulta muy improbable que sea el único animal realmente contagiado.

La presencia del coronavirus en visones es muy conocida. El pasado mes de noviembre, las autoridades danesas tuvieron que obligar al sacrificio de 17 millones de visones de granja en el país para detener un brote rampante de infección existente entre ellos. En palabras de la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, la situación llegó a ser «muy, muy grave».

La decisión fue provocada por el hallazgo de una variante del virus en esos animales que presentaba una mutación relacionada con la proteína en espícula (S), la llave de entrada de los virus a las células. Esta proteína es precisamente la diana hacia la que apuntan todas las vacunas actuales contra la Covid-19. La intención de la vacunación es generar respuesta inmune capaz de desactivar esa proteína. Si la proteína cambia, es posible que las vacunas dejen de funcionar. Y si los visones albergan una variante diferente es posible que terminen pasándosela a los humanos.

La ciencia ha constatado que el virus puede pasar del hombre a los visones de granja. Ahora parece constatarse que de estos quizás también pueda transmitirse a visones salvajes. Lo que no está del todo claro es si el camino de vuelta también es posible: ¿Puede un visón portador de un virus modificado contagiar a un ser humano, es decir, introducir en nuestra especie el virus con la proteína de la espícula diferente?

No hay claras certezas al respecto, aunque sabemos que en origen la pandemia de coronavirus es resultado del contagio entre una especie animal y el ser humano. En palabras de la profesora de Inmunología del University College de Londres, Joanne Santini, «sabemos que los visones se contagian de personas, pueden infectarse y luego se contagian entre ellos. Y ahora estamos viendo que el virus puede volver a los humanos».

Pero su opinión es muy controvertida. De hecho, sabemos que existen miles de mutaciones de SARS-CoV-2 surgiendo constantemente y que el hecho de que algunas de ellas aparezcan en visones no tiene por qué modificar el virus circulante entre los humanos.

En cuanto al peligro de la efectividad de la vacuna, los expertos llaman a la tranquilidad. Una mutación del virus después de generalizada la vacuna puede ocurrir con visones y sin ellos. Forma parte del proceso habitual de supervivencia de los microorganismos y de los retos a los que se enfrenta la inmunología con esta y otras enfermedades infecciosas.

Hace un mes la Unión Europea recomendó testar a los trabajadores y los animales de las granjas de visones en el continente. En Galicia, donde está el 80% de las granjas de este tipo de España, se testaron en un principio el 16% de las instalaciones, con resultados negativos, lo que condujo a la Xunta a declarar que «la incidencia del virus en las granjas de la Comunidad es nula».

La semana pasada, el consejero de Sanidad, Julio García Comesaña, volvió a explicar en el Parlamento gallego que «Galicia realiza test a los trabajadores de las granjas y toma muestras de los animales». Reconoció que en 4 granjas se informó de sospechas de contagio entre especies pero los resultados de los test fueron negativo.

En Estados Unidos la situación es más preocupante. El coronavirus ha afectado a alrededor de 15.000 visones de granja desde agosto. Según las autoridades sanitarias la versión del virus encontrado en el visón salvaje es casi «indistinguible» de las de los visones de granja, lo que hace suponer que no se ha producido una transmisión masiva en el entorno libre. Pero la probabilidad de que en este momento haya centenares de animales salvajes desarrollando el virus en su seno es cada vez mayor y, quién sabe, si más preocupante.