Investigación

La exposición de la madre a la contaminación influye en la conducta de hijos pequeños

Un estudio de ISGlobal analiza por primera vez la gran variedad de determinantes ambientales

Madre de la mano de sus hijos a punto de cruzar por un paso de peatones
Madre de la mano de sus hijos a punto de cruzar por un paso de peatonesPavel L Photo and VideoPavel L Photo and Video

La genética tiene un peso limitado en lo que se refiere a los trastornos de conducta, en los que están implicados una serie de factores sociales y físicos (exposoma) que, en una etapa como la prenatal o la infantil, en la que se acelera el desarrollo del cerebro, pueden provocar un significativo impacto en el comportamiento del individuo durante los primeros años de vida.

Al respecto, hasta el momento, solo se había analizado el impacto de las diferentes exposiciones ambientales por separado, pero ahora, un estudio liderado por el equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación «la Caixa», ha hecho lo propio con esas exposiciones en su conjunto, es decir que, por primera vez se ha tenido en cuenta una gran variedad de determinantes ambientales y estilos de vidas en un único análisis para investigar acerca del comportamiento humano.

Durante el estudio, que se basó en seis cohortes de nacimientos longitudinales de seis países europeos, se realizó un seguimiento a 1.287 niños de entre 6 y 11 años para caracterizar sus exposiciones y evaluar los posibles problemas de conducta que presentarán y para ello se midieron 88 factores ambientales prenatales y 123 de niños en edad escolar, como las exposiciones al aire libre, de interior, químicas, de estilo de vida y sociales.

Y la conclusión más destacable es que la exposición de la madre gestante al humo del tabaco y a la contaminación del tráfico puede influir en el desarrollo de la conducta del hijo en los primeros años de vida. Éstos son los factores que, durante el embarazo, han mostrado asociaciones más fuertes con los problemas de conducta, sin embargo, no se asociaron de manera tan intensa en lo que se refiere a la edad infantil, lo que podría indicar que el periodo de la gestación es más sensible a los efectos perjudiciales de estas exposiciones.

En cuanto a los niños entre los 6 y los 12 años, la investigación liderada por ISGlobal desveló que aquéllos que disfrutaban de un sueño más prolongado seguían una dieta saludable y sus padres tenían fuertes lazos sociales y familiares evidenciaban menos problemas de internalización o, lo que es lo mismo, de retracción, somatización y ansiedad o depresión. Por el contrario, mayor exposición al plomo y al cobre, a la contaminación del aire interior y una dieta poco saludable son factores que se asociaron con mayores problemas de conducta.

De hecho, en lo que se refiere concretamente al TDAH, el estudio permitió comprobar una asociación especialmente fuerte con los lazos sociales y familiares de los padres, sobre todo, de la madre. Y es que aquellos progenitores que tenían contacto con familiares o amigos menos de una vez por semana presentaban un 31% más de probabilidad de tener hijos con síntomas de TDHA.

En definitiva, tal y como resume Martine Vrijheid, última autora del estudio y jefa del programa de Infancia y Medio Ambiente de ISGlobal, «los resultados confirman el papel dañino que ejercen el tabaquismo materno y la exposición al tráfico durante el embarazo en los trastornos de comportamiento de la infancia, pero también destacan el papel protector potencial de un estilo de vida familiar saludable durante la infancia».