Inmunización

La mitad de los menores de 12 años deben ser vacunados

Si no se inocula a este 10% de la población será imposible alcanzar el 85% de inmunidad de grupo

Colas en el centro de vacunación masiva de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia el primer día de la vacunación a las personas con edades comprendidas entre los 12 y 19 años.
Colas en el centro de vacunación masiva de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia el primer día de la vacunación a las personas con edades comprendidas entre los 12 y 19 años.BIEL ALIÑOEFE

El virus sigue tratando a los jóvenes de forma más benévola que a los adultos –menos del 1% ha sido hospitalizado y un 0,05 % ha acabado en la UCI, con una letalidad que apenas roza el 0,005%, según los datos del SiViEs– pero este verano se ha cebado con ellos. “No porque el virus sea peor en esta edad o diferente, sino porque los únicos susceptibles que ha encontrado el virus son los más jóvenes. Simplemente son los que estaban listos para infectarse”, explica el coordinador del Grupo de Trabajo de la Asociación Española de Pediatría para la Reapertura de la Escolarización, Quique Bassat.

Los datos de Sanidad elevan la incidencia de los menores de 11 años a 471 y la de 12-19 años a 997 tras haber superado cotas de 1.600. El número de contagios ha sido la principal diferencia con otras olas, añade el experto. Algo similar pasó a la vuelta de navidades: “Estuvieron protegidos en el primer trimestre en la escuela, pero fue salir esas tres semanas a un ambiente de alta transmisión y volver a subir mucho los números”.

En la actualidad, con mucha población adulta vacunada, la curva de contagios y de ingresos se está desplazando hacia los grupos de personas no vacunadas, como los adolescentes. La covid también es la causa de otras complicaciones que aparecen después de haberla pasado: síndrome inflamatorio multisistémico y la covid persistente. Esta ocurre hasta en un 4-5 % de los niños y adolescentes infectados, incluso de manera leve en la fase aguda, y se manifiesta con síntomas prolongados durante, al menos, un mes, con la consiguiente interferencia en su calidad de vida.

Los niños desarrollan un curso clínico mucho más leve que los adultos y, pese al papel de supercontagiadores que se les atribuyó al principio, también infectan menos. Su sintomatología “suele ser más difusa y menos específica”, con más prevalencia de episodios gastrointestinales, “aunque la Delta ha traído un común denominador para mayores y pequeños, que ahora presentan más mocos, sensación de nariz tapada y otros síntomas más gripales que con otras variantes”, añade el experto.

Por otro lado, si ellos no están protegidos, no lo estarán los demás. El mensaje es claro: deben vacunarse. Sin su ayuda no se no podrá sobrepasar el 85-90% que se establece como nueva meta para alcanzar la inmunidad de grupo. ¿Por qué? Hay que tener en cuenta que, por un lado hay personas que no quieren o no pueden vacunarse. Y, por otro, que aún no hay vacuna aprobada para menores de 12 años, colectivo que supone alrededor del 10% de la población. “Necesitaríamos, como mínimo, vacunar a la mitad para poder dar un paso al frente”, señala Bassat, que añade que “ejercicios de modelización nos han enseñado que no sería tan importante subir en el porcentaje de adultos más allá de donde estamos, pero sí tener una mayor parte de adolescentes inmunizados”.

La escuela, el lugar más seguro

Los expertos aseguran que la escuela ha sido el lugar más seguro y, aunque no era lo deseable, tendrán que empezar el curso con las mismas medidas de seguridad con las que lo dejaron, estén vacunados o no. “Cuando les enmarcas en un sistema que está bien reglado, con unas medidas bien establecidas que se les obliga a seguir en la escuela o en la universidad, la transmisión es relativamente baja, y eso es lo que ha sucedido en el año escolar”, explica Bassat. Pero cuando “acaba esta supervisión de medidas de prevención y los sueltas en viajes escolares, vacaciones, colonias, campamentos, en los que no hay un gran control, la transmisión se desmadra”.

Qué es lo que ha pasado desde finales de junio: en la semana del 14 al 20, cuando la incidencia global en España llegaba a mínimos por debajo de 100, la de los menores de 5 años era de 31; la de la franja 5-9, de 37 y la de 10-19, de 70, según la información a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave).

La vuelta al cole comenzará con los alumnos de primaria sin vacunar, aunque cabe esperar que en un futuro cercano también sean inmunizados contra la covid. Por el momento, solo Pfizer está estudiando la seguridad de su fármaco en niños de entre 5 y 11 años, según fuentes de la compañía. Las previsiones de la farmacéutica apuntan a que, si se confirman la seguridad y la inmunogenicidad de la vacuna en estas franjas de edad, presentarán su suero a para una posible aprobación de la FDA “en algún momento de septiembre-octubre”

Transmisión en niños pequeños

Por otro lado, los bebés y los niños pequeños tienen menos probabilidades de llevar el coronavirus a sus casas que los adolescentes pero, una vez que se contagian, es más probable que propaguen el virus a otras personas en sus hogares. Este es el principal hallzago de un nuevo estudio realizado en Canadá en más de 6.000 hogares y publicado en la revista JAMA Pediatrics. Según los expertos, los factores conductuales pueden, al menos en parte, explicar esta conclusión, incluido el hecho de que los niños muy pequeños necesitan muchos cuidados activos y no pueden aislarse cuando están enfermos.

Los científicos identificaron todas las pruebas positivas asociadas con hogares privados y seleccionaron aquellos registros en los que la primera persona “caso índice” en contraer el virus era menor de 18 años. Tras analizar las muestras, buscaron los casos secundarios, que son las otras personas del mismo hogar que enfermaron en las dos semanas siguientes a la del menor enfermo.

En la mayoría se encontró que la cadena de transmisión se detenía con el menor infectado, pero en el 27,3% de los hogares, los niños transmitieron el virus al menos a otro residente del mismo hogar.

Los niños de 3 años o menos fueron “caso índice” solamente en el 12% de los hogares, pero fueron los más propensos a contagiar el virus a otras personas en sus casas.

Aun en el curso escolar, los niños tienen mucha mayor probabilidad de contagiarse en sus hogares. En España, nueve de cada diez menores de 1 año se infectaron en casa y el 5% en la guardería; en la franja de 2 a 5 años, los porcentajes se sitúan en el 80 y 16,6%, respectivamente; en la de 6 a 11 años, en el 83,2% y 13,5%; en la de 12 a 15 años, en el 79% y 16,2%; y en la de adolescentes de 16 y 17 años, en el 73,1% y 14%, según los datos de Sanidad.

“Aquí la presencialidad ha funcionado porque las medidas se han seguido de manera superestricta” y “si queremos volver a la escuela presencial habrá que empezar de la misma manera que acabamos, con las mismas medidas, que funcionaron tan bien cuando no había vacunas”, explica Bassat. Todos deberán seguir las mismas normas, vacunados o no, ya que “al fin y al cabo estarán mezclándose”; la única diferencia, como ocurre con los adultos, es que los que sí lo estén no tengan que hacer cuarentena en caso de ser contacto estrecho.

Vuelta a la burbuja de clase

En el nuevo curso escolar Sanidad y Educación acordaron que se garantizase la máxima presencialidad para todos los niveles y etapas. La suspensión generalizada de la actividad lectiva presencial de forma unilateral por parte de una comunidad autónoma únicamente se adoptará ante situaciones excepcionales. De forma general, se mantendrá una distancia interpersonal de al menos 1,5 metros en las interacciones entre las personas en el centro educativo, manteniendo el uso de la mascarilla independientemente de la distancia.

Dentro del aula habrá grupos formados por un número limitado de alumnos/as junto al tutor/a, garantizando la estanqueidad en todas las actividades que se realicen dentro del centro educativo y evitando la interacción con otros grupos.