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Se necesitan sacerdotes en España. Los obispos han dado la voz de alarma ante el incierto futuro del presbiterado de nuestro país. Los pronósticos más pesimistas auguran que en cinco años habrá diócesis que no podrán atender a los fieles. Hay 18.576 sacerdotes dando servicio a las 22.999 parroquias distribuidas en las 70 diócesis españolas y el relevo generacional no está garantizado: la edad media de los curas españoles es de 65 años y en el último lustro las ordenaciones no han superado las 150 al año.
En la última reunión de la Comisión Permanente, los purpurados reflexionaron sobre el desafío que presenta el vuelco en la pirámide demográfica y la secularización de la sociedad, lo que ha llevado a una disminución de presbíteros en nuestro país. Concluyeron que se deben buscar nuevas fórmulas que promuevan la cultura vocacional y, a la vez, estudiar cómo trasladar a los seminarios el documento aprobado por el Papa para la formación de nuevos curas, la «Ratio Fundamentalis Insitutionis Sacerdotalis».
Pero, ¿cómo atraer a los llamados «millennials» hacia el don de la vocación presbiteral teniendo en cuenta que se ven a sí mismos como «consumistas» (51%), «rebeldes» (48%), y «demasiado preocupados por la imagen» (47%), según el último informe de la Fundación SM?
«Para mí, una cosa fundamental es que para escuchar cuando una persona te llama, tienes que estar en silencio, y hoy en día el silencio interior no se cultiva. Vivimos en la cultura del hoy y sólo nos miramos a nosotros mismos. Eso nos limita». Javier Peño es un diácono de 30 años a punto de ordenarse, aunque reconoce que en estos ocho años de seminario ha tenido «muchas crisis». A cualquiera de sus amigos lo último que se les hubiera pasado por la cabeza es que pudiera llevar algún día el alzacuellos. Quizá, porque su discernimiento fue difícil. Apasionado del baloncesto, su sueño era ser periodista y trabajar en el «Marca». Y lo consiguió. Pero su vacío emocional no se llenaba. Lo intentó con la fiesta –«en unas vacaciones en Gandía bebí tanto que me salieron sarpullidos»– y con las chicas: «Tuve un novia mormona y me plenteé hacerme mormón por amor. Más adelante, llegué incluso a tener varias novias a la vez, un culebrón venezolano». Ni con esas. Su corazón estaba esperando.
Su primer despertar vino como peregrino en el Camino de Santiago y el definitivo cuando asistió a la misa de ordenación de su hermana como novicia. «Cuando me enteré de que iba a ser monja le dije que estaba loca, el día que entró en el convento yo iba de durito. Pero cuando en la homilía ella salió a hacer las peticiones exploté. Me puse a llorar durante una hora y media. Ahí fue cuando una gran barrera emocional cayó y sentí que Dios había vuelto a por mí».
Chico inquieto, lenguaraz y presumido
A un mes de ordenarse, Javier sigue siendo el mismo chico inquieto, lenguaraz y presumido de siempre, con aficiones propias de cualquier chico de su edad y que comenta con asidudidad en redes sociales. «Cristiano católico. Busco a Dios cada día, soy diácono y peregrino a Santiago. Periodista. Valencia Basket y Valencia CF. LiveStrong. Mourinhista». Su perfil de Twitter habla por sí solo. Las nuevas generaciones de curas están muy alejados de la imagen que tradicionalmente se ha tenido de ellos. «Lo que más les llama la atención a los “millenials” cuando ven un cura joven es que seamos parecidos a ellos. España es un país muy clericalón, el cura parece que tiene un estatus superior, pero no es así».
Peño, como diácono y joven de su tiempo, cree que la falta de vocaciones tiene que ver «por un lado, con que los sacerdotes han sido muy rígidos y los jóvenes piden comprensión. Pero ocurre cada vez más que comprensión está significando que me digan que lo que hago está bien». «Decir a alguien que no está obrando correctamente es la mayor forma de comprensión. Es verdad que hay que hacerlo con mucha mano izquierda y que no todo el mundo está preparado. Falta escucha», reconoce.
El Papa, con motivo del Sínodo de los Jóvenes que se celebrará en octubre, habló de la importancia de trabajar en la escucha, el respeto y el diálogo como herramientas de atracción a la vida cristiana. En esto deben tener un papel destacado, dice Javier, los directores espirituales: «No se trata de cambiar el dogma cuando se habla de acogida, pero lo que está escrito en un papel no puede ser una losa para la gente, por ejemplo a una persona casada en segundas nupcias y que quiera comulgar no le vas a exigir determinadas cosas, con ellos hay que empezar por el principio, por el acompañamiento».
«Dios nunca resta»
«Pero, hijo, ¿quién te ha comido la cabeza?». Esa fue la primera reacción de la madre de Damián María, sacerdote misionero redentorista de 32 años, cuando le comunicó que lo suyo era el sacerdocio. «Lo dijo por miedo a que dejara aparcados mis sueños, pero no tenía en cuenta que Dios nunca resta». Damián, desde pequeño quiso dedicarse a la música, y pese a que siempre se habla de la cerrazón de la Iglesia, cuando le dijo a sus superiores que quería participar en el programa «La Voz», la respuesta fue «adelante»: «Participé siendo consciente de que representaba a la Iglesia y me esforcé por hacerlo lo mejor posible».
Toca el piano, se ha ido de misiones a la India y Honduras, adora a Robbie Williams y su momento preferido es la Eucaristía de jóvenes en su parroquia, la del Perpetuo Socorro de Madrid. En Twitter, Instagram y Snatchap publica vídeos de sus conciertos, comenta Operación Triunfo y también predica la palabra de Dios. Pese a que se abre paso con fuerza una nueva generación de curas apegados a la realidad de su tiempo, muchos de los jóvenes católicos –según la encuesta de la Conferencia Episcopal el 56%–, no se siente comprendido por la Iglesia. El padre Damián tiene la respuesta: «Creo que las decisiones respecto a la Pastoral Juvenil las toma gente muy mayor, porque la mayoría de obispos y sacerdotes tienen una edad avanzada, eso de alguna forma debe cambiar».
Respecto a la falta de vocaciones, considera que «nos hemos centrado en el plano de la moral, en divulgar otras cosas que no son el Evangelio, cuando a uno le anuncian a Jesús como a mí, desde la verdad, te aseguro que se enamora de él». Que los sacerdotes sean accesibles y cercanos es esencial, dice, para cambiar la percepción que se ha transmitido de ellos en los medios. A menudo, critica, «la imagen que se da en la tele es de curas corruptos o distantes, nunca se escuchan noticias del otro perfil y eso que somos mayoría». También, añade: «Se nos vincula con una determinada opción política, pero la Iglesia es Madre y acoge a todos», si bien admite «es necesario crecer en pluralidad».