Opinión

Lo más felices que puedan

Se ha hecho viral la respuesta de un hombre que al recoger su último carné de identidad, ya cumplidos los setenta, le dijo a la policía que se lo comunicaba: vaya, parece que va llegando el final del camino, y oye, se me ha hecho cortito. Así que solo puedo decirte que vivas lo más feliz que puedas. Habló el que sabe y las redes le aplaudieron, me alegro. Porque es tan verdad que la vida se hace corta. Por mucho que hayas vivido, incluso sufrido, cuando llegas a mayor es una sorpresa. Recuerdo que un día tomando un café con Adolfo Marsillach, inolvidable del teatro, me comentó que no entendía nada, que él siempre había sido el más joven del grupo y que de repente era el más mayor. Ocurre de golpe, como un milagro, sin darnos cuenta nos convertimos en personas que no tenemos que renovar más el DNI, que ese es el último hasta la muerte. Así que sí, que hay que vivir lo más feliz que se pueda. Ese es el truco. Pero para hacer el truco tenemos que aprender a ser magos. ¿Y eso dónde los enseñan? Algunos nacen con el don, vienen al mundo sonriendo y sosegados. La mayoría no tenemos esa suerte. Algunos, al contrario, nacemos contracorriente mirando alrededor y cuestionando. Vaya, nos decimos, esto está un poco feo, a ver qué se puede hacer. En la escuela tampoco se trata el tema. Al contrario, hay censura, y a los profes que creen que solo se aprende desde la emoción y la conciencia se les amonesta. Hay que seguir el programa, señores y señoras. Y ahora nos toca la Navidad. Las fiestas programadas suelen ser siempre las más aburridas. Los que me conocen saben que a mí no me gusta ninguna de esas. Yo soy feliz sentada en mi ordenador escribiendo este artículo, deseándoles a ustedes que vivan lo más felices que puedan.