Historia
El Día Internacional del LEGO y las lecciones empresariales que nos dejó su fundador
La historia de la empresa juguetera está llena de momentos de crisis. Sin embargo, su fundador fue capaz de transformarlas en oportunidades
Los bloques de construcción de LEGO han conseguido algo que es extremadamente difícil: han conseguido poner de acuerdo a padres e hijos. Este juguete ha trascendido generaciones y generaciones. Y aún a día de hoy, cuando los videojuegos parecen ser el único entretenimiento aceptable para los más jóvenes, los LEGO siguen siendo uno de los juguetes más populares. Pero no solo es uno de los juguetes favoritos de los más pequeños, sino que también se han convertido en la excusa perfecta para que los padres puedan volver a encontrarse con su niño interior.
Pero -quizás- lo más importante de estos juguetes, no sea tanto su potencial de entretenimiento, sino losbeneficios psicológicosque aportan a los niños. El cerebro humano es maleable, y se puede entrenar (sobre todo cuando es el de un niño). Y jugar con los LEGO es la mejor forma de hacerlo, porque consiguen sacar toda su imaginación y creatividad.
Sin embargo, las lecciones que LEGO tiene que enseñarnos van mucho más allá del juego en sí mismo. Conocer la historia de cómo Ole Kirk Christiansen pudo sacar adelante una pequeña carpintería danesa hasta convertirla en el gigante que es hoy, es absolutamente esencial para cualquier aspirante a empresario. Y es que, el fundador de LEGO es el ejemplo perfecto de cómo los momentos de crisis pueden transformarse en verdaderas oportunidades, si somos capaces de echarle un poco de imaginación:
Grandes crisis, grandes oportunidades
En esta historia (como en cualquier otra buena historia) el protagonista superó todos desafíos que le trajo la vida. Y no sólo eso, sino que además los aprovechó para reinventarse.
Para contarla bien, lo mejor es empezar presentando a su protagonista: Ole Kirk Christiansen. Nació en Dinamarca y desde su juventud, empezó a trabajar como carpintero. Con el tiempo, llegó a tener su propia tienda de muebles. En un primer momento, las cosas le fueron bien y -de hecho- el negocio parecía que iba a despegar... pero -tristemente- no fue así.
En este momento, nuestro protagonista se tuvo que enfrentar al primero de los muchos desastres que viviría a lo largo de su carrera. Sus hijos habían entrado en el taller cuando él no estaba... y entre juego y juego, prendieron fuego la carpintería y la casa familiar (por accidente, claro).
Ante esta situación muchos se habrían rendido. Pero Christiansen era ambicioso y -además- tenía una familia a la que alimentar. Así que, no sólo no se rindió, sino que decidió apostar por edificar un nuevo taller. Uno aún más grande y equipado que el anterior.
Pero la vida no le iba a dar tregua... al menos no por ahora. En el año 1929 ocurrió algo que muy pocos habían previsto: la bolsa de valores de Nueva York se desplomó de la noche a la mañana. Y rápidamente, aquella crisis financiera se extendió sin control por el mundo, creando un efecto dominó que acabó por afectar al sector en el que Christiansen se había especializado: el de la madera.
Sus potenciales clientes cada vez tenían una vida más precaria, y lo último en lo que se planteaban invertir era en nuevos muebles (que en aquella época no eran precisamente baratos, porque no existía nada parecido a IKEA). Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, unos meses más tarde también tendría que lidiar con el fallecimiento de su esposa.
En esta tesitura, con la empresa al borde de la quiebra y con dos niños a cuestas, Christiansen hizo lo que luego volvería hacer en numerosas ocasiones: utilizó su genio creativo para encarar lo que en un primer momento era una situación de crisis, para transformarla en una oportunidad.
Debía dar con un producto hacia el que pudiera dedicar su talento (la carpintería) y además, que este fuera asequible para sus clientes. Y así fue como entró de lleno en el sector de los juguetes. Y aquella pequeña tienda de muebles de Dinamarca se convirtió de golpe en una pequeña juguetería que producía pequeños muebles para pequeñas casitas de muñecas. Así, aún con dificultades, Christiansen consiguió superar esa época de vacas flacas. Comercializando un producto muy trabajado y por el que sus clientes tenían una especial predilección.
En 1934, a Christiensen se le ocurrió una forma de implicar a sus 6 empleados en el desarrollo del negocio. Y poniendo como premio una botella de vino, organizó un concurso para elegir el nombre que más tarde llegaría a convertirse en una de las marcas más valiosas del mundo.
Y así fue como la compañía empezó a conocerse como “LEGO”. Hay dos versiones diferentes sobre los componentes léxicos de la palabra: hay quién defiende que viene del latín y que significa “ponerlo junto”; y hay otros que creen que viene de la expresión danesa “leg godt”, que significa “juega bien”. Sin embargo, la segunda opción parece la más probable porque -por aquel momento- LEGO no se dedicaba a su producto estrella: los bloques de contrucción.
Como le solía pasar a Ole Kirk Christiansen, cuando parecía que las cosas empezaban a marchar bien, todo cambió de golpe y estalló la Segunda Guerra Mundial. Dinamarca fue ocupada por el ejército alemán. Finalmente, el 5 de mayo de 1945, el general aliado Bernard Montgomery entró en territorio danés con sus tropas y liberó Dinamarca de la ocupación alemana. Después de la guerra, la fábrica de LEGO tenía ya 40 empleados. Es decir, que no había parado de crecer aún estando en el medio de una tormenta.
Sin embargo, lo que realmente hizo que el negocio despegase y que se convirtiese en lo que es hoy, sucedió en el año 1947. Que es el año en el que Ole Kirk conoció a Hilary Page, que había patentado un sistema de enganche entre los bloques de construcción, que en aquel momento estaban fabricados en madera. De esta forma, las piezas podían ser encajadas y desmontadas con mucha facilidad, dando la libertad de hacer cualquier forma.
La necesidad de reconstruir Europa durante la posguerra, hizo que aumentase la demanda de madera. Lo que tuvo un profundo efecto en su negocio, porque el material con el que fabricaba sus juguetes empezaba a escasear. Por ese motivo, tuvo que encontrar una forma alternativa de seguir la producción. Así que, en el año 1949, invirtió en unas máquinas moldeadoras de inyección ycomenzó a fabricar sus bloques con plástico.
En aquel momento los juguetes de plástico no estaban bien considerados. Pero a él se le ocurrió una idea para que fueran atractivos: los pintó de colores. Al parecer, aquella idea le vino a la cabeza cuando contemplaba uno de los en los cuadros de Piet Mondrian.
Pero había otro problema: el sistema de encaje de los bloques no era demasiado eficiente y se desmontaban con demasiada facilidad. Fue durante una feria de juguetes, escuchando las quejas de un vendedor, cuando Ole Kirk y su hijo Godtfred encontraron lo que le faltaba a LEGO: un sistema de unión por tubos que daba libertad absoluta de creación y además, era una unión muy resistente.
A día de hoy, LEGO es ya una de las empresas más importantes de la industria juguetera. Y tiene más o menos 17.500 empleados, un catálogo enorme, videojuegos, un programa de televisión, películas e -incluso- parques temáticos. Eso sí, hoy quién dirige LEGO es Kjeld Kirk Christianser, el nieto de su fundador.
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