Opinión
El conflicto trans
Todo conflicto tiene arreglo cuando hay voluntad de las partes por hacerlo desde el conocimiento, la empatía y el esfuerzo creativo. Y esta parece haber sido, ojalá, la forma de actuar de la Federación Internacional de Natación que ha decidido admitir en las competiciones femeninas de élite solo a atletas trans que hayan completado esa transición antes de los 12 años, mientras que las demás podrán competir en una nueva categoría abierta para deportistas cuya identidad de género sea distinta a la de su sexo asignado al nacer. ¿Y por qué esto? Lo cuento porque cuando haces la transición hormonal de hombre a mujer antes de la pubertad tu cuerpo no desarrolla las fuerzas masculinas, por lo que esas mujeres trans no tendrán ninguna ventaja física sobre las otras nadadoras. A mí me parece una buena solución a la que solo pongo un pero. Hay que hacer comprender al mundo entero que las personas transgénero son buenas o malas como el resto de la humanidad. Si no se consigue esta aceptación, si no se normaliza el tratamiento en niños, competir en una categoría destinada a deportistas cuya identidad de género sea distinta a la de su sexo se convertirá en un totum revolutum extrañamente valorado por los espectadores.
En mi ONG, Caídos del Cielo, he dirigido a mujeres y hombres transgénero en teatro y todos son únicos, como somos todos, pero puedo asegurar que ninguno de ellos o ellas es falso, confuso o inverosímil. Y creo que lo que la naturaleza otorga ningún humano o humana petulante puede venir a juzgar. Eso es ignorancia y prepotencia.
Antes de rechazar, negar, marginar… hay que aprender en profundidad y con la mayor compasión (sentir-con) sobre las personas que no son como uno o una. Solo de ese modo dejaremos de inventarnos polémicas absurdas que nos hacen perder el tiempo y el amor propio. Que nos conducen a sociedades de guerra. Mi hijo, que es un hombre trans inteligente y bello, también lo agradecería.
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