
Opinión
Nuevos oficios
Dos profesiones que han cobrado relevancia son el wedding planner y el funeral planner.

Buscarse la vida es duro, no hay nada más cierto, pero la imaginación nos ha dado en llegar hasta una serie de oficios, que no son los clásicos, pero que permiten levantar unos dineros muy considerables a quienes se lanzan a la aventura y se lo montan con un teléfono móvil, lápiz y papel y, algo imprescindible, unos auriculares de última generación, con el microfonito en la boca, que muchas veces confundimos con un grano o un herpes.
En un mundo en constante cambio, los oficios emergen y evolucionan para satisfacer necesidades específicas de la sociedad. Dos profesiones que han cobrado relevancia son el wedding planner y el funeral planner. El wedding planner, o planificador de bodas, se encarga de convertir una celebración romántica en una experiencia tan memorable como lo permita el presupuesto y tan impersonal como grande o pequeña sea la aportación de quienes solicitan este servicio. Desde la elección del lugar hasta la coordinación de proveedores, el rol del “planner” es vital para aliviar el estrés de las parejas que desean un día perfecto. En un tiempo donde la personalización y la atención al detalle son clave, estos profesionales ofrecen su experiencia para crear eventos únicos, ajustándose a presupuestos y preferencias. Su trabajo no solo implica logística, sino también entender emociones y expectativas, pues cada boda cuenta una historia.
Por otro lado, el funeral planner ha surgido como respuesta al creciente deseo de las familias de gestionar despedidas dignas y personalizadas. La planificación de un funeral puede ser abrumadora en momentos de duelo. Aquí es donde entran en juego estos expertos, que guían a los seres queridos en la organización de ceremonias que honran la vida del fallecido. Desde la selección de flores hasta la música y el ambiente, su labor es hacer que el proceso sea más humano y menos complicado.
Ambas profesiones comparten un elemento en común: la empatía. Muy digno y muy imaginativo el trabajo de ambos, sin embargo el toque impersonal y la ausencia de la mano de quien lo ordena hace que pierda el valor del esfuerzo de quien lo encarga. Por muy bueno que sea el resultado.
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