La Razón Solidaria

Las protectoras recogieron 285.000 perros y gatos el año pasado

La llegada de camadas no deseadas o el fin de la temporada de caza son los dos principales motivos del abandono de canes

Un perro camina por el puerto de San Sebastián.
Un perro camina por el puerto de San Sebastián.Javier EtxezarretaAgencia EFE

Puede que el confinamiento y la pandemia causada por el coronavirus nos haya vuelto más sensibles con los animales o que existan otras variables a introducir para un análisis más profundo pero lo cierto es que las protectoras de animales españolas recogieron el año pasado 285.000 perros y gatos abandonados, una cifra muy similar a la del año anterior (286.000 en 2020) y un 7% inferior a 2019, cuando no había estallado la pandemia de la covid-19.

Así lo indican los datos de la nueva edición del estudio «Él Nunca lo Haría» de Fundación Affinity, que constata que el abandono y la pérdida constituyen el principal problema de bienestar y calidad de vida de los perros y gatos en España.

El estudio apunta que hay variaciones en función de la especie. Así, la llegada de perros a los refugios aumentó ligeramente el año pasado (un 3% más), tras un descenso de un 12% en 2020 debido a la disminución de animales perdidos y abandonados durante los meses de confinamiento para frenar la expansión del coronavirus.

Sin embargo, en el caso de los gatos, su entrada en las protectoras se redujo en un 5%, lo que representa el primer descenso en el último lustro.

Según la Fundación Affinity, «estos datos, ligeramente optimistas, deben situarse en un contexto aún lejos de ser normal», ya que las restricciones a la movilidad aún se mantuvieron durante algunos meses en 2021, por lo que habrá que esperar a analizar 2022 para hablar de un posible cambio de tendencia. El estudio también confirma que el ligero descenso de los animales recogidos en 2020 fue coyuntural por el impacto de las restricciones de la movilidad en el estilo de vida de las familias, una situación que, aunque en menor medida, continuó en 2021 y que podría haber influido en los resultados de este último año.

Por otro lado, el año pasado llegaron cerca de 118.000 gatos a los refugios españoles, un 5% menos que en 2020 y la cifra más baja del último lustro. «El abandono y la pérdida de gatos sigue siendo hoy el gran reto tanto de las entidades como de la sociedad. Tengamos en cuenta que no solo llegan miles de gatos a las entidades, sino que otros acaban en colonias, también gestionadas en su mayoría por las protectoras», apunta Isabel Buil, directora de la Fundación Affinity.

Buil también añadió que si a esto le sumamos «el fuerte incremento de la llegada de cachorros, más de la mitad, y que las camadas no deseadas son el primer motivo de abandono declarado, llegamos a la conclusión que la esterilización es una medida clave y necesaria para frenar este fenómeno».

Entre los motivos de abandono, las camadas no deseadas se colocan en primer lugar (21%), seguidas del fin de la temporada de caza (13,4%) y los problemas de comportamiento del animal (13,1%). Las dificultades económicas han dejado de ser la principal causa de abandono declarada, al pasar de un 25% a un 6%.

«El hecho de que la caza aparezca como segundo motivo de abandono nos parece particularmente alarmante, sobre todo si tenemos en cuenta que los perros que participan en actividades de caza solo suponen una pequeña parte de los casi siete millones de perros que viven en España», subrayó Buil.

La identificación de los animales mediante microchip, la esterilización, la educación y la adopción son las cuatro estrategias más importantes para prevenir y minimizar las cifras de abandono de animales de compañía en España, según la Fundación Affinity.

«La educación es clave para conseguir una buena convivencia entre el animal y la familia. Se suele pensar que los animales de compañía solamente se pueden educar cuando son cachorros, pero no es así. La educación es posible en cualquier momento. A pesar de la importancia de la educación, la mayoría de la gente no cuenta con la ayuda profesional de un veterinario etólogo o de un educador», concluyó Buil.