Opinión
Solos como la una
Oficialmente en España la soledad afecta a alrededor de tres millones y medio de personas mayores. Envejecemos, nuestra sociedad envejece paulatina e irremediablemente, sin una toma de conciencia afectiva y efectiva. Afectiva en el sentido de que si se siente soledad es porque no se tiene amor cercano. Es decir, compañía buena. Y este sufrimiento es terrible cuando el cuerpo y la mente empiezan a fallar y no tienes una mano a tu lado. Piensen, por ejemplo, lo que es despertarse de noche con un dolor extraño y no saber qué hacer. Piensen, por ejemplo, en no poder levantarse en una caída y no tener una mano cerca. Hay algunas cosas, las medallas esas con botón, algún teléfono… pero no siempre funciona. Y sobre todo no funciona para calmar la angustia de nuestra mente en lo cotidiano. Igual que los bebés no acariciados mueren en muchos casos, a los mayores les ocurre lo mismo. Porque no se puede vivir sin besos y abrazos. Porque no se puede vivir con soledad emocional y social. Y no debemos culpar solo a los hijos con padres ancianos; no cuando trabajan demasiadas horas y tienen niños y están agotados y sufren el estrés y la mala vida de nuestras ciudades. Ya no hay tribu, ahora las personas estamos aisladas en nuestros cubículos y ni con los vecinos nos relacionamos. Ahora no se entiende que los viejitos y no tanto, son el patrimonio de nuestra existencia y hay que adorarlos. No hay tribu. Y en las ciudades todo está lejos. Los mayores necesitan conocer los caminos que vayan más allá del mercado donde compran su comidita. A los mayores hay que proporcionales algo más que una pensión. Hay que acercarles todo aquello que les de alegría, que son hijos y nietos, sí, pero también actividades para el espíritu, como talleres para que canten, bailen, hagan cine o teatro. Hagan familia. Otro día les hablo más a fondo de esto.
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