Opinión

Tiempo de niños

Dos niños posando con un oso navideño de gran tamaño en el Christmas Village en Port Bacares, Francia
Dos niños posando con un oso navideño de gran tamaño en el Christmas Village en Port Bacares, FranciaCaroline BlumbergAgencia EFE

Dentro de nada les dan las vacaciones de Navidad, unas fiestas que se originan con el nacimiento de un niño y que deberían ser las de la adoración de todos los niños. Seres preciosos que nacen inocentes como pequeños animalitos y que enseguida advierten lo que es la vida. Adiós al paraíso fluido de la madre. Ahora hay que respirar y expresar lo que te pasa sin palabras. Y a veces la teta está vacía y los padres están vacíos o, peor, llenos de penas. Sufrimiento que el reciente ser captará en toda su dimensión.

Es tiempo para niños, no tendrán que ir al colegio, ni les pondrán muchos deberes, se reunirán con sus primitos y amigos, jugarán con los primeros juguetes de Papá Noel. Y luego nuestros Reyes Magos les traerán tantos regalos que les volverán un poco majaras de alegría. No voy a meter el dedo en la llaga de las tantísimas criaturas que no se volverán majaras de regalos, que tampoco podrán disfrutar mucho de su familia ni de la pureza nívea de la Navidad. No voy a hablar de las familias rotas, pobres, enfermas, solitarias…

Es tiempo de niños y los padres desquiciados tendrán que tirar de abuelos heroicos, de cuidadoras, hasta de parques de bolas. Y luego comprarán mucho, mucho –para desahogarse– y los días señalados se reunirán para comer hasta la indigestión. Beberán también como los peces en el río. Y pasarán un poco de esos hijos tan parecidos a ellos. Tan serenos o insoportables.

Es tiempo de niños y sé por experiencia lo que puede sufrir un crío viendo lo que le rodea, lo que le falta, lo que les falta a los otros. No, la infancia no es una época feliz para muchos, puede ser terrorífica y marcarnos el futuro a fuego. La única ventaja de los críos es que mientras juegan olvidan por un rato. Así que pensemos en darles el tiempo que podamos, en escucharlos, comprenderlos, abrazarlos. Somos sus auténticos magos.