Agencia Espacial Europea
Aeolus, el profeta de los huracanes
LA RAZÓN visita, antes de su lanzamiento, la sala limpia donde se ha ensamblado este satélite que medirá el viento de todo el mundo y mejorará las predicciones meteorológicas.
LA RAZÓN visita, antes de su lanzamiento, la sala limpia donde se ha ensamblado este satélite que medirá el viento de todo el mundo y mejorará las predicciones meteorológicas.
«Queremos ver lo invisible», afirma rotundo Anders Elfving, responsable del proyecto Aeolus de la Agencia Espacial Europea (ESA). Ésta es la principal misión de este satélite que se lanzará el próximo 21 de agosto y que es «único en el mundo», insiste Mathilde Royer, responsable del área de Observación Terrestre, Navegación, Ciencia y Sistemas Espaciales de Airbus, el responsable de la construcción de esta nueva sonda cuya principal misión será detectar, con una precisión jamás alcanzada hasta ahora, los vientos que circulan por toda la Tierra.
LA RAZÓN ha accedido a la sala limpia –se llama así porque no puede entrar ningún contaminante o agente externo para no perjudicar la precisión de los instrumentos– de Airbus en Toulouse (Francia) donde se han terminado de ensamblar todas las piezas. En unos días, el satélite partirá hacia la Guayana Francesa desde donde está previsto su lanzamiento. Se va a transportar cruzando el Atlántico a bordo del buque «Ciudad de Cádiz» de Airbus con destino a Kourou (capital de la Guayana). Su traslado en barco también es una excepción, pero debido «a la sensibilidad de los instrumentos no es posible moverlo en avión», explica Richard Wimmer, responsable del proyecto Aeolus de Airbus.
Acceder a la sala limpia ya es de por sí complejo. Los móviles no están permitidos y la preparación para entrar se aproxima mucho a la de una cirugía, ya que es necesario cubrirse el pelo con una redecilla, los zapatos con patucos desechables y encima de la ropa todos los investigadores llevan una bata blanca. La sala –o más bien el hangar– entera es blanca, cuenta con una temperatura constante y está dividida por proyectos. Cada científico se centra en el suyo y no conoce ningún dato de lo que ocurre a escasos metros de él. Es al final de esta sala donde se encuentra Aeolus, el guardián de los vientos y el niño mimado de la ESA. Y ahora entenderán por qué. «Hemos tardado 16 años en conseguirlo, en unir todas las piezas y ensamblar este satélite», dice con orgullo Josef Aschbacher, director de Programas de Observación de la ESA. Por esta misión han pasado tres responsables y, con los años, los costes se incrementaron un 47%. Toda una odisea que, finalmente, ha costado 481 millones de euros. ¿Por qué es tan importante?
La clave está en el instrumento que lleva dentro, un láser que se había convertido en el quebradero de cabeza de los científicos y que «ahora es nuestro mayor orgullo. Nos va a dar mucha pena dejarlo ir», comenta con gracia uno de los responsables de Aladin. Éste es el nombre que han decidido darle al instrumento. No sólo por la «magia» que va a conseguir al poder detectar los vientos donde no hay nubes, sino porque también es un acrónimo de los componentes que lo forman. «Aeolus es una primicia mundial que cuenta con la mayor tecnología de vanguardia y que hará una enorme contribución al pronóstico del tiempo y a la investigación del camino climático. Somos pioneros en el uso de rayos UV (ultravioleta) en el espacio y ése ha sido el principal reto. Esta misión también es un ejemplo de lo que los europeos podemos conseguir cuando trabajamos juntos», afirma Nicolas Chamussy, responsable de Sistemas Espaciales de Airbus.
Como explican los científicos, el láser lo que consigue es un «efecto Doppler»; es decir, «el satélite, que podrá analizar hasta 30 km de altitud, lanzará uno de estos rayos cada tres microsegundos y esa misma onda regresará al satélite con una luz distinta. Es este tipo de luz el que indicará el perfil del viento que circula en ese momento», describe Alain Dabas, de Meteo France. En lo que respecta a las posibilidades científicas de la misión, la meteoróloga Anne Grete Straume aporta algunas de las claves: «Vamos a ser capaces de saber cómo se mueve la atmósfera porque los vientos son un factor clave en las predicciones meteorológicas». Y da un paso más: «Gracias a Aeolus podremos predecir con mucha mayor exactitud lo que ocurrirá en los próximos años, podremos predecir huracanes, monzones, así como las tormentas de arena o los diferentes movimientos de la polución a lo largo del planeta», comenta. Ella es la única que permanece en la misión desde 2004. Y, a partir de octubre, tendrá los primeros datos de su «bebé» que orbitará 15 veces al día alrededor de la Tierra y proporcionará datos a los usuarios dentro de los 120 minutos siguientes a la media de cada órbita.
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