Religión
La amarga bienvenida de Macron al Papa: la ley de eutanasia
Francisco aterriza hoy en Marsella con la norma cociéndose en el Elíseo
Viaje exprés de Francisco a Marsella. El Papa inicia hoy una escapada de 27 horas a la localidad francesa para participar en los llamados Encuentros del Mediterráneo, una iniciativa eclesial en la que participan 70 jóvenes de diferentes países que pertenecen a confesiones religiosas diferentes para analizar los desafíos de la región, que incluyen foros de debate con 70 obispos católicos.
Se trata de la segunda vez que el pontífice argentino acude a una ciudad gala, después de asistir en 2014 en Estrasburgo el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa. Sin embargo, en aquella ocasión como ahora, ha querido dejar claro que ni mucho menos es una visita a Francia, sino unos eventos internacionales en sí. Una manera de disculparse por rechazar las diferentes invitaciones recibidas por otros países europeos católicos como España.
Sin embargo, desde el Elíseo se ha tomado esta peregrinación papal como una auténtica visita de Estado. De hecho, el presidente, Emmanuel Macron, acompañará a Francisco en los actos principales que presida, incluida la multitudinaria eucaristía que celebra el sábado en el velódromo de la ciudad. Es más, no han sido pocas las críticas que ha recibido el mandatario de la «laica» Francia por asistir en primera fila a una misa católica. «Señor presidente, no le corresponde ir a la misa del Papa. Dele la bienvenida a la llegada e incluso a la salida: sí, por supuesto. Pero el Estado laico no reconoce ni subvenciona ninguna religión», ha entonado el líder de la extrema izquierda francesa, Jean-Luc Mélenchon. «Considero que es a mí a quien corresponde ir. No iré como católico, iré como presidente de la República, que es efectivamente laica», se ha defendido Macron.
A estas alturas, como el propio Papa ha verbalizado en más de una ocasión, que, junto con Angela Merkel, la relación de Jorge Mario Bergoglio con Macron va más allá de lo meramente institucional y de los encuentros, telegramas y llamadas de cortesía. En más de una ocasión, Francisco ha telefoneado de manera informal al primer ministro para dialogar con él y contar con su apoyo ante determinadas encrucijadas internacionales.
Sin embargo, la visita papal a Marsella se le ha atragantado de alguna manera a la agenda política de su anfitrión. Y es que, ayer mismo tenía previsto dar salida a su ley de eutanasia en Consejo de Ministros. Sin embargo, al confirmarse el viaje, Macron ha optado por dejar la tramitación de la norma para una semana después, con el fin de no ofrecerle una bienvenida amarga a Francisco, que a lo largo de estos diez años en Roma ha arremetido con dureza contra todas las reformas legislativas que atentan contra la vida. De hecho, no es de extrañar que en alguna de sus alocuciones introduzca una mención explícita en la que defienda los derechos, tanto del no nacido, como los ancianos, los enfermos y las personas con discapacidad.
En cualquier caso, Francisco es el primer Papa de la era moderna en visitar Marsella, donde pronunciará cuatro discursos, en los que abordará cuestiones como la guerra de Ucrania, el desempleo juvenil y el medio ambiente. Pero si hay un asunto del que Francisco es un abanderado y sobre el que hoy pondrá el foco es el fenómeno migratorio. Y es que, su primer acto será una oración compartida por líderes de diferentes credos ante el monumento dedicado a los marineros y extranjeros que han perdido su vida en el mar.
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