Exposición dañina

Cambios a nivel celular en el feto por la contaminación

La polución del aire daña la salud de las personas y los efectos pueden verse desde antes del nacimiento

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Mujer embarazadaDreamstime

Habitualmente, pensamos en el comienzo de la vida, en el útero, como un espacio seguro. Pero la realidad es que la ciencia nos enfrenta con un escenario en el que la seguridad y la protección que tenemos en nuestra «primera morada» no están garantizadas. Esto no significa, afortunadamente, que no podamos hacer nada, solo que tenemos que usar toda la información para saber qué hacer.

De acuerdo con un estudio publicado en el «Jornal do Pediatria» por Mariana Veras, de la Universidad de San Pablo (Brasil), «la evidencia epidemiológica y experimental coincide en que la exposición gestacional a la contaminación del aire en las zonas urbanas aumenta los riesgos de bajo peso al nacer, parto prematuro, malformaciones congénitas, restricción del crecimiento intrauterino y mortalidad neonatal. Además, las exposiciones se asocian con mayores riesgos de preeclampsia, hipertensión y diabetes gestacional».

La mayoría de los estudios coinciden en que las posibles consecuencias de la contaminación en el feto pueden ser la inducción de procesos específicos o la interacción con células inmunitarias, ya sea en la madre embarazada o en el feto.

Por ello, no es extraño que cada vez haya más estudios centrados en comprender los mecanismos que vinculan la contaminación ambiental con problemas en el desarrollo en el útero. El último de ellos, presentado en el Congreso de la Sociedad Respiratoria Internacional, señala que la exposición a la contaminación del aire mientras se está en el útero está relacionada con alteraciones en las proteínas que pueden detectarse después del nacimiento del bebé y que afectan a procesos celulares como la autofagia. Este es el proceso de reciclado de partes de la célula y evita la acumulación de toxinas, moléculas y organelas dañadas y además permite los procesos de desarrollo y diferenciación de los tejidos.

El estudio fue liderado por Olga Gorlanova, del Hospital Infantil Universitario de la Universidad de Basilea. Análisis previos de Gorlanova y su equipo habían demostrado que la exposición a la contaminación del aire durante el embarazo podría afectar a la función pulmonar y el sistema inmunológico de los recién nacidos. En el estudio actual, observaron las proteínas involucradas en la autofagia, el envejecimiento y la remodelación celular para ver cómo la exposición prenatal a la contaminación del aire podría afectarlas.

Los autores midieron 11 proteínas encontradas en la sangre del cordón umbilical de 449 recién nacidos sanos que forman parte del estudio Bern Basel Infant Lung Development (BILD). El estudio BILD, iniciado en 1999 en Berna, tiene como objetivo reclutar 1.000 bebés hasta 2025. Investiga los efectos de la genética y el medio ambiente (en particular, la contaminación del aire) en el desarrollo pulmonar de bebés y niños.

El equipo de Gorlanova midió la exposición de las madres al dióxido de nitrógeno (NO2) y a partículas diminutas llamadas PM10, aquellas que miden menos de 10 micrones de diámetro. Las emisiones de los vehículos, el desgaste de neumáticos y el humo son algunas de las fuentes de estos contaminantes. Los análisis permitieron identificar que tanto el NO2 como el PM10 estaban relacionados con cambios en las proteínas implicadas en la autofagia.

Pero eso no es todo: los recién nacidos sanos tenían características individuales y diferentes respuestas a la exposición de sus madres a la contaminación del aire durante el embarazo. Esto podría significar que algunos bebés eran más vulnerables que otros. Este fue el caso incluso si nacieron en hogares en áreas con niveles relativamente bajos de contaminación.

Los recién nacidos se dividieron en cuatro grupos distintos según los niveles de contaminación del aire a los que estuvieron expuestos mientras estaban en el útero. Todos los grupos tenían concentraciones similares de las proteínas que se estaban estudiando, pero tenían diferencias en su exposición a la contaminación del aire por NO2 y PM10. Un grupo tenía concentraciones bajas de nueve proteínas, mientras que otro, que constaba del siete por ciento de todos los bebés, tenía niveles más altos de proteínas que participan en procesos inflamatorios y de remodelación. Esto sugiere que los recién nacidos sanos tienen un patrón de respuesta individual a la contaminación del aire.

«Creemos que esto puede ser una indicación de que algunos bebés son más vulnerables que otros. Nuestros resultados indican que el NO2, un contaminante formado principalmente por las emisiones del tráfico, está asociado con mayores niveles de proteína Beclin-1, que es fundamental para iniciar la autofagia. La exposición a niveles más altos de NO2 también se relacionó con niveles reducidos de SIRT1, que es una proteína que desempeña un papel protector en la resistencia al estrés, la inflamación y el envejecimiento. La IL-8 es una proteína activa en determinadas células inflamatorias», afirma Gorlanova.

El próximo paso es analizar si los bebés con distintos patrones de respuesta proteica a la contaminación del aire sufrirán más problemas respiratorios durante la infancia y la niñez en comparación con aquellos que no muestran las mismas respuestas proteicas.

Marielle Pijnenburg, profesora asociada de neumología pediátrica y jefa del Departamento de Medicina Respiratoria y Alergología Pediátrica del Centro Médico Erasmus de Rotterdam, no participó en el estudio, aunque sí en el congreso en el que fueron presentadas las conclusiones. Y su respuesta es muy clara: «Este estudio se suma al creciente conjunto de pruebas de que la contaminación del aire puede afectar la salud de los niños antes y después de su nacimiento. Necesitamos saber más sobre cómo estos mecanismos pueden afectar a la salud de los pulmones y entender por qué algunos recién nacidos parecen ser más susceptibles a la contaminación del aire que otros. Sin embargo, ya tenemos evidencia suficiente de este y otros estudios para enviar un mensaje alto y claro a los gobiernos y a los responsables de la formulación de políticas: la contaminación del aire daña la salud de las personas y los efectos pueden verse desde antes del nacimiento».