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Científicos desvelan parte del misterio de conservación de las armas de los Guerreros de Terracota de Xi’an

Aunque los componentes orgánicos de las armas se han deteriorado, los de bronce permanecen en óptimas condiciones tras haber estado 2.000 años enterradas. El motivo no es el cromo, sino el suelo. Aunque no sólo. El misterio... continúa

Parte del conjunto de los Guerreros y Caballos de Terracota del Mausoleo de Qin Shihuang
Parte del conjunto de los Guerreros y Caballos de Terracota del Mausoleo de Qin Shihuanglarazon

Aunque los componentes orgánicos de las armas se han deteriorado, los de bronce permanecen en óptimas condiciones tras haber estado 2.000 años enterradas

Cada uno de los 8.000 Guerreros de Terracota tiene una cara distinta. Eso es algo que llama la atención a los que han visitado este monumental mausoleo, unos de los mayores hallazgos arqueológicos del siglo XX. A veces más incluso que su tamaño: soldados de 1,78 metros de altura. Pero sin duda uno de los mayores misterios que rodean el interior de los tres fosos es cómo se ha podido conservar enterrado durante 2.200 años este ejército en Xi’an y por qué las armas de bronce de estos guerreros no presentan el típico color verdoso que aparece en este material.

Un equipo internacional de investigadores del Instituto de Arqueología de la UCL y del Terracotta Army Museum ha logrado resolver esta última incógnita al descubrir que el revestimiento cromado de las armas de bronce, que alguna vez se pensó que era la forma más antigua de tecnología contra la oxidación, no es tal, sino únicamente una contaminación del barniz decorativo empleado en objetos adyacentes. De hecho, el estudio, publicado ayer en «Scientific Reports», revela que la composición química y las características del suelo circundante, en lugar del cromo, pueden ser responsables de la conservación de las armas que se hicieron en la dinastía Qin.

«El Ejército de Terracota y la mayoría de los materiales orgánicos del mausoleo se recubrieron con capas protectoras de laca antes de pintarlos con pigmentos, pero curiosamente no las armas de bronce», explica el autor principal del estudio Marcos Martinón-Torres, profesor de la Universidad de Cambridge y del Instituto de Arqueología de la UCL.

«Hemos encontrado –prosigue– un contenido sustancial de cromo en la laca, pero solo un rastro de cromo en los pigmentos y el suelo cercanos, posiblemente por contaminación. Los niveles más altos de cromo que se encuentran en los bronces están siempre en las partes de las armas asociadas a elementos orgánicos ahora en descomposición, como son los ejes de las lanzas y las empuñaduras de las espadas de madera y bambú, que también tendrían un revestimiento de laca. Claramente, la laca es la fuente no deseada de cromo en los bronces, y no un antiguo tratamiento anticorrosivo», como se pensaba.

El ejército de Terracota de Xi’an, descubierto en 1974 aunque data de 221 a 206 antes de Cristo, cuando el emperador Qin unificó China, se compone de miles de figuras de cerámica a tamaño real que representan a guerreros estacionados en tres grandes fosas dentro del mausoleo de Qin Shihuang. Estos guerreros estaban armados con armas de bronce completamente funcionales, «que hoy por razones de conservación y seguridad, están los laboratorios de ánalisis y en el museo adjunto al yacimiento, o almacenados en ambientes que permiten mejor su conservación», explica a este periódico la arqueóloga Cecilia Dal Zovo, del Incipt-CSIC.

Desde su descubrimiento se han recuperado docenas de lanzas, ganchos, espadas, gatillos de ballesta y hasta 40.000 puntas de flecha. Aunque la mayoría de los componentes orgánicos originales de las armas –como los ejes de madera, las aljabas y las vainas –se ha deteriorado en los últimos 2.200 años, los componentes de bronce permanecen en muy buenas condiciones.

«Durante más de 40 años se ha creído que el excelente estado de conservación de las armas se debía a los avanzados conocimientos de los artesanos de la dinastía Qin habían desarrollado un método anticorrosión con cromo, similar al que se patentó en Europa a principios del siglo XX. La idea se amplificó en documentales y literatura popular, que, a menudo, lo aceptaron como verdad absoluta, mientras que los investigadores seguían perplejos y sin una explicación», precisa a LA RAZÓN el arqueólogo experto en metalurgia Xosé-Lois Armada, del Incipit-CSIC.

Ahora, los investigadores han demostrado que el cromo presente en las superficies de bronce se debe a una contaminación: «La laca decorativa empleada para pintar tanto las estatuas como otros objetos debió dispersarse y entrar en contacto con la superficie de los objetos de bronce de forma involuntaria», explica Dal Zovo. Es decir, que no es el resultado de un tratamiento anticorrosivo.

Los científicos también sugieren que la excelente conservación de las armas de bronce puede deberse al pH moderadamente alcalino, es decir, muy poco ácido, el tamaño pequeño de grano, poca oxigenación y el bajo contenido orgánico del suelo. «En suma, su conservación fue una casualidad y no una sugerente historia de avanzados conocimientos», afirma Armada. Es decir, «desmiente una idea extendida durante mucho tiempo», añade Dal Zovo, que, como Armada, destaca la importancia de este estudio.

Aún así, sigue siendo sorprendente que «algunas de las armas de bronce, espadas, lanzas y alabardas (un tipo de arma medieval parecida a una lanza) en particular, muestren superficies brillantes y cuchillas afiladas después de más de 2.000 años enterradas con los guerreros. La composición de bronce, su –alto– contenido de estaño y la naturaleza particular del suelo local explican de alguna manera su notable conservación, pero aún es posible que la Dinastía Qin haya desarrollado un proceso tecnológico misterioso y esto merece que se investigue más», afirmó el doctor Xiuzhen Li, coautor del estudio.

Simulación

Al analizar cientos de artefactos, los investigadores también encontraron que muchas de las armas de bronce mejor conservadas no tenían ninguna superficie de cromo. Para investigar las razones de su excelente conservación, simularon la intemperie de los réplicas de bronce en una cámara ambiental. Los enterrados en el suelo de Xi’an permanecieron casi como al principio después de cuatro meses de temperatura y humedad extremas, en contraste con la severa corrosión de los materiales de bronce enterrados para comparación en el suelo británico.

«Es sorprendente la cantidad de información importante y detallada que se puede recuperar a través de la evidencia tanto de los materiales naturales como de las complejas recetas artificiales que se encuentran en el complejo del mausoleo: bronce, arcilla, madera, laca y pigmentos, por nombrar solo algunos. Estos materiales proporcionan historias complementarias en una historia más amplia de estrategias de producción artesanal en los albores del primer imperio de China», afirmó el coautor Andrew Bevan, de la UCL.

El profesor Thilo Rehren destacó la importancia de la colaboración a largo plazo. «Comenzamos esta investigación hace más de 10 años entre UCL y el museo. Sólo a través de la persistencia, la cooperación confiada y el pensamiento inmediato de colegas en China y Gran Bretaña pudimos resolver este misterio de una década». O mejor dicho, parte, porque el misterio... continúa.