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El olor corporal nos molesta menos si es de «uno de los nuestros»

El experimento mostró más tolerancia al olor de los que consideramos «de nuestro equipo» que al resto
El experimento mostró más tolerancia al olor de los que consideramos «de nuestro equipo» que al restolarazon

En un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, investigadores de la Universidad de St. Andrews y la Universidad de Sussex (Reino Unido) han mostrado que la capacidad de cooperación humana podría residir, al menos en parte, en una capacidad fundamental aunque inusual: nuestra habilidad para superar la repulsión que nos despierta otra gente, informa la agencia de la UE Cordis.

En su trabajo han relacionado la emoción de la repulsión con un instinto evolutivo por evitar patógenos y protegernos contra infecciones. Así, se considera que la repulsión es un factor que influye en las relaciones entre grupos sociales. Explicado de otra forma, esta capacidad desempeña una labor importante a la hora de separar a gente de «grupos externos» que podrían transmitir patógenos no conocidos o potencialmente dañinos.

En el estudio también se muestra la manera en la que las personas se consideran pertenecientes a varios colectivos a la vez. Por ejemplo, los hinchas de un equipo de fútbol rivalizan con los de sus competidores (véase Manchester United y Manchester City o Real Madrid y Barcelona) pero coinciden en animar a su selección nacional en los campeonatos internacionales.

Los investigadores llevaron a cabo dos conjuntos de experimentos. En el primero pidieron a cuarenta y cinco estudiantes de la Universidad de Sussex que sostuvieran y olieran una camiseta sudada con el logotipo de la Universidad de Brighton (una universidad cercana a la de Sussex y con la que existe una rivalidad amistosa) y calificaran su sensación de repulsión en una escala de uno a siete.

A algunos estudiantes se les informó de que estaban participando en un estudio para medir su capacidad de detectar feromonas, suscitando así sentimientos de afiliación con el resto de estudiantes, también los de la institución rival. A otros se les dijo que era una prueba para medir su capacidad de detección, destacando el hecho de que la camiseta pertenecía a un grupo rival. Como control se utilizó un grupo al que se indicó que el estudio solo estudiaba la habilidad individual, no la de grupo.

Los resultados mostraron que los participantes sentían considerablemente menos repulsión cuando creían que la camiseta sudada provenía de un integrante de su mismo grupo (otro estudiante) y no de un miembro de otro grupo (un estudiante de la Universidad de Brighton rival).

El equipo científico concluyó que los sentimientos de afiliación a un grupo reducen los de repulsión, al constatar que los estudiantes sentían el mismo grado de repulsión cuando creían que la camiseta la había llevado un «forastero» y cuando no se les hacía pensar en absoluto en grupos ajenos. En esencia, considerar que alguien es ajeno al grupo propio no aumenta necesariamente la repulsión, pero la idea de que una persona es «uno de los nuestros» puede atenuarla.

En el segundo experimento, llevado a cabo en la Universidad de St. Andrews, estudiantes voluntarios llevaron a cabo una tarea similar en la que se dijo que las camisetas se las habían puesto estudiantes en general o bien estudiantes de otra institución rival, la Universidad de Dundee.

A diferencia del primer experimento, en lugar de calificar sus sentimientos de repulsa al oler las camisetas, se solicitó a los participantes que se lavasen las manos. Se apreció que aquellos a los que se les dijo que las camisetas eras de estudiantes de Dundee (un grupo de forasteros) se dirigieron al lavabo más rápido y utilizaron más jabón.

«Buscamos qué hace posible la cohesión en un grupo», comentó Stephen Reciher, psicólogo social de la Universidad de St. Andrews y autor principal del estudio. «En muchos sentidos, la repulsión es la emoción de la organización social. Es la que separa a las personas, y para unirlas es necesario atenuarla».

También explicó que los resultados señalan un instinto evolutivo destinado a evitar enfermedades: «Atenuar la repulsión también puede implicar que se baje la guardia en prácticas que contribuyen al contagio de enfermedades, esto es, una mayor predisposición a compartir comida y bebida, quedarse cerca de personas enfermas y no irse cuando tosen, etc.».