Investigación Médica
Identifican el «click» que hace agresivos a los niños
Un marcador cerebral asociado con la agresión en los menores
Imagina una situación en la que un niño está molestando a otro. Mientras que el niño que hace las burlas lo hace en broma, el otro niño lo ve como hostil y responde agresivamente. Este comportamiento ocurre todo el tiempo con los niños, pero se desconoce el misterio de por qué algunos reaccionan neutralmente y otros actúan agresivamente.
En un nuevo estudio, un equipo de investigación dirigido por la Universidad de Iowa (UI), en Estados Unidos, informa que ha identificado un marcador cerebral asociado con la agresión en los niños pequeños. En experimentos que midieron un tipo de onda cerebral en niños de 2 años y medio a 3 años y medio, los niños pequeños que tenían picos más pequeños en la onda cerebral P3 cuando se enfrentaban con un cambio situacional eran más agresivos que los niños que registraban picos de onda cerebral P3 más grandes, mostraron investigaciones, informa Europa Press.
Los resultados, publicados en ‘Journal of Child Psychology and Psychiatry’, podrían conducir a identificar en una etapa más temprana a los niños que están en riesgo de un comportamiento agresivo y podrían ayudar a contener esos impulsos antes de la adolescencia, una edad en la que la investigación ha demostrado que el comportamiento agresivo es más difícil de tratar.
«Hay todo tipo de señales sociales ambiguas en nuestro entorno --dice Isaac Petersen, profesor asistente en el Departamento de Ciencias Psicológicas y Cerebrales de la UI y autor correspondiente del estudio--. Y, cuando los niños no son capaces de detectar un cambio en las señales sociales, es más probable que malinterpreten esa señal social como hostil en lugar de juguetona». «Los niños responden a las mismas señales sociales de diferentes maneras, y creemos que se debe a las diferencias en la forma en que interpretan esa señal, ya sea neutral u hostil», explica Petersen.
La onda P3 es parte de una serie de ondas cerebrales generadas cuando un individuo evalúa y responde a un cambio en el entorno. Investigaciones anteriores, principalmente en adultos, han demostrado que las personas con picos de onda P3 más cortos cuando se enfrentan a un cambio en el entorno tienden a ser más agresivos. Como tal, los científicos creen que P3 es un indicador clave de la agresión, así como que también está asociado con la depresión y la esquizofrenia.
Para desentrañar esas diferencias en los niños, los científicos reclutaron a 153 niños pequeños y, en sesiones individuales, equiparon a cada uno con una red de sensores de cabeza que midieron la actividad de la onda cerebral mientras sonaba un flujo constante de tonos en la sala. Mientras los niños miraban dibujos animados silenciosos en una pantalla de televisión, el tono cambiaba, y los investigadores midieron la onda cerebral P3 que acompaña cada cambio en el tono.
El cambio en el tono es análogo a un cambio en una interacción social, en la cual el cerebro --consciente o inconscientemente-- reacciona a un cambio en el entorno. En este caso, fue el cambio en el tono. Los niños pequeños con un pico más corto en la onda cerebral P3 que acompaña el cambio de tono fueron calificados por sus padres como más agresivos que los niños con picos P3 más prolongados.
La diferencia en los picos de P3 en niños agresivos y no agresivos «fue estadísticamente significativa», dice Petersen, y el efecto fue el mismo para niños y niñas. «Sus cerebros son menos exitosos para detectar cambios en el ambiente --dice Petersen sobre los niños con picos de onda cerebral P3 más cortos--. Y, debido a que son menos capaces de detectar cambios en el entorno, es más probable que malinterpreten la información social ambigua como hostil, lo que les lleva a reaccionar agresivamente. Esta es nuestra hipótesis, pero es importante señalar que hay otras posibilidades que pueden explicar la agresión que la investigación futura debería examinar».
Los científicos evaluaron a los mismos niños a los 30, 36 y 42 meses de edad para explorar más a fondo la asociación con la onda cerebral P3 y la agresión. «Este marcador cerebral no se ha estudiado ampliamente en niños y nunca se evaluó en la primera infancia en relación con la agresión --apunta Petersen--. Podría ser una de una serie de herramientas que se pueden usar en el futuro para detectar el riesgo de agresión que podría no aparecer en una evaluación conductual».
La investigación es importante porque las intervenciones tempranas son más efectivas para frenar la agresión, dice Petersen, que es psicólogo clínico. «La evidencia sugiere que las intervenciones tempranas y los enfoques preventivos son más efectivos para reducir la agresión que las intervenciones que apuntan a la agresión más adelante en la infancia o en la adolescencia cuando el comportamiento es más arraigado y estable», afirma.
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