Ciencia y Tecnología
Jorge Alcalde: «Marie Curie saldría hoy en la prensa rosa»
Publica «Arquímedes, el del teorema», libro en el que nos acerca a los grandes genios de la ciencia tanto en el plano profesional como en el personal
Publica «Arquímedes, el del teorema», libro en el que nos acerca a los grandes genios de la ciencia tanto en el plano profesional como en el personal
En sus casi 300 páginas conviven un Charles Darwin digno de participar en «Master Chef», un Isaac Newton víctima de una estafa como la de las preferentes o un Albert Einstein activista en favor de los refugiados. Los 17 hombres y mujeres que protagonizan «Arquímedes, el del teorema» (Planeta), segundo libro del divulgador y colaborador de LA RAZÓN Jorge Alcalde, ilustran no sólo sobre los genios que han permitido que nuestro mundo avance al grito de «¡Eureka!»; también mira por la mirilla a aquellas personas que, con sus debilidades y fortalezas, pusieron algo más que su talento al servicio de la humanidad.
–El subtítulo del libro reza: «Una historia de la ciencia para reír, llorar y pasar miedo». ¿Hay algo que le de miedo de la ciencia de hoy en día?
–Me da miedo que no se sepa entender. La ciencia me produce muy pocos miedos. La pregunta me recuerda a una frase de Isaac Asimov: «La ciencia puede producir monstruos, pero sólo con ciencia se combaten esos monstruos». Por eso, lo que más miedo me da es que no se entienda.
–¿Cuándo ha sido la última vez que, como Arquímedes, ha gritado «¡Eureka!»
–Hace 15 segundos, cuando he contestado a la pregunta anterior. –¿Y relativo a algún descubrimiento científico reciente?
Acabamos de ver que Elon Musk propone que una máquina se conecte mentalmente con un ser humano. Eso es grande.
–Cuenta en el libro que se llegó a vender por dos millones de euros un texto, precisamente, de Arquímedes. ¿Por qué fetiche científico pujaría Jorge Alcalde?
–Me gustaría tener por ejemplo el primer telescopio que salió de las manos de Galileo. Realmente no se debería llamar telescopio, porque era un aparato con el que no se podía ver más allá de lo que hoy alcanzan unos prismáticos de juguete. Pero esa primera cajita de madera con una lente es un fetiche científico, sin duda.
–¿Y cuánto llegaría a pagar?
–(Ríe) Depende de lo que me de el banco por mi casa. Además, el objeto no está a la venta.
–Esta obra nos acerca no sólo a los logros de estos científicos, sino también a las personas detrás de los genios. De todos ellos, ¿con cuál se iría de cañas?
–Posiblemente, con Nikola Tesla. Era un tipo raro, hay que reconocerlo, pero tenía cierto atractivo intelectual para la sociedad. Debía ser muy divertido verle hacer las locuras que hacía con la electricidad.
–Hablando del rey de Roma, ¿cuál sería el Tesla de nuestro tiempo, el visionario?
–Lo he mencionado antes. Elon Musk es una persona que tiene las dos condiciones que reunía Tesla: vivir en un tiempo adelantado al suyo y ser capaz de contarlo y transmitirlo de manera espectacular.
–Imagine que es el director de un programa de televisión sobre ciencia. ¿A cuál de los protagonistas del libro «ficharía» como tertuliano?
–Un buen conversador o conversadora... Isaac Newton sabía de todo. Y contaba muy buenas historias. De hecho, es probable que esa famosa de la manzana no fuera algo que se inventó y que le contó a su sobrina.
–¿Cuál de todos cree que aparecería hoy en la prensa rosa?
–Marie Curie, sin lugar a dudas. Aparte de ser la primera persona que ganó dos premios Nobel en vida, tuvo una existencia muy apasionante desde la infancia hasta el día de su muerte.
–¿Cómo sería hoy el mundo si Einstein no hubiera nacido?
–No tendríamos GPS, no tendríamos escáneres de visión de positrones, no podríamos haber enviado naves al espacio... no contaríamos con una parte de la tecnología digital de la que hoy disfrutamos. Y lo más grave de todo es que no lo entenderíamos. Eso es lo que más me preocuparía. Podemos vivir sin el GPS, pero vivir sin saber cómo funciona el cosmos es más complicado.
–Dedica capítulos a mujeres que, sorprendentemente, hoy son grandes desconocidas para el público. Es el caso de Maria Petrocini, la primera cirujana. ¿Cree que, debido a su menor representación con respecto a los varones, debería haber una cuota femenina en el sistema científico?
–La solución pasa porque la ciencia deje de ser machista. Desgraciadamente, lo sigue siendo, menos, pero lo sigue siendo. Y lo decimos muchos, aunque escuece. La solución pasa por que se de visibilidad, que es una responsabilidad nuestra como medios de comunicación, al gran talento científico femenino. Y que estas personalidades, como las que recojo en el libro, tengan muchísima más presencia en las altas esferas de la ciencia. La respuesta corta: mientras la ciencia, y los científicos, sigan siendo machistas, el problema no tendrá una solución fácil.
–Newton se metió en política. ¿Cree que la ecuación entre científicos y políticos es imposible?
–Son difíciles de casar, pero prefiero un científico que se meta en política que a un político que se meta a científico. Y, por desgracia, tenemos más de lo segundo que de lo primero. Políticos que toman decisiones pensando que la ciencia los avala sin consultar a los científicos... O que retuercen la ciencia en beneficio de sus decisiones políticas.
–Elija la noticia científica que le encantaría dar.
–Todo lo que está relacionado con la salud genera siempre expectativas tremendas. Sabemos que podemos reducir hasta un 60% la cantidad de cánceres existentes. Si llegáramos al 100%, sería la noticia, lo más relevante para nosotros. Quizá, lo más espectacular, teóricamente, aunque no nos afectase tanto, sería decir que hemos descubierto vida fuera de nuestro planeta. Aunque solo fueran microorganismos, la historia de la civilización daría un vuelco. La Tierra se nos haría más pequeña y nos daría una idea de lo frágiles que somos.
El lector
Jorge Alcalde lleva cuatro años acercando las maravillas de la ciencia a los lectores de este diario. «Sería paradójico que un periódico que se llama LA RAZÓN no tuviese una de las mejores secciones de Ciencia que hay en la prensa nacional. Esta apuesta responde a su cabecera: la razón y la ciencia no pueden ir separados».
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