Desastre meteorológico
¿Quién tiene la culpa del huracán Harvey? ¿El hombre o el hombre?
Los expertos discrepan sobre la relación entre el cambio climático y el desastre natural más devastador de EE UU. Un tercio de las viviendas inundadas en Houston está costruida fuera de límites seguros
Los expertos discrepan sobre la relación entre el cambio climático y el desastre natural más devastador de EE UU. Un tercio de las viviendas inundadas en Houston está costruida fuera de límites seguros.
Si la ciencia mira de cerca al Huracán Harvey, solo puede extraer una conclusión unánime: este es ya uno de los desastres naturales más devastadores de la historia de EE UU. Y lo es, desde casi cualquier parámetro que se mida: su duración sin precedentes, la intensidad de las tormentas que han desatado, la estructura física de su formación, el camino que ha seguido entre el mar y la tierra.
Más allá de eso, Harvey ha recibido pocas más unanimidades. Más bien al contrario, sus vientos de velocidad extrema han levantado no solo casas, carreteras y vidas... también un intenso debate científico. ¿Es esta una de las consecuencias que tantos esperan del cambio climático? ¿Qué tiene que ver el calentamiento global con la virulencia de este acontecimiento?
Lo primero que llama la atención desde la frialdad de los datos estadísticos es que Harvey es a todas luces un desastre único. Probablemente uno de esos eventos que solo se pueden esperar una vez cada 1.000 años. Principalmente por su rápida intensificación. En solo 24 horas (desde el jueves 24 al viernes 25) pasó de ser una tormenta tropical con vientos de 72 kilómetros por hora a un huracán de categoría 3 con vientos de 200 kilómetros por hora. No es habitual una evolución tan rápida.
Además, Harvey ha sufrido varios procesos de retroalimentación, entrando en tierra, saliendo de nuevo al océano, y cargándose de ese modo de una capacidad de generación de lluvias también inédita. En Houston, hasta el martes había arrojado más de 1.220 mm de agua por metro cuadrado. Eso quiere decir que, en solo cinco días, la ciudad texana ha recibido la mitad de todo el agua que le llueve habitualmente en un año. El agua que Harvey ha arrojado sobre EE UU es equivalente a todo el agua embalsada en España.
Condiciones tan extremas ¿pueden darse de manera natural? ¿Están agravadas por el calentamiento de la Tierra?
Para empezar, se sabe que donde el huracán se intensificó para terminar tocando tierra en las costas de México y Texas, el agua se encuentra en esta época cerca de un grado más caliente del promedio anual de las últimas décadas. El agua más caliente suele producir mayor riesgo de Huracán. Por ejemplo, el Golfo de México a más de dos grados de temperatura por encima de lo normal se convierte en una fábrica de tormentas.
Pero el aumento de las temperaturas de ese área del mundo no tiene por qué estar relacionado con el calentamiento global. De hecho, el Golfo también ha estado sujeto recientemente a vaivenes naturales de perturbaciones tropicales que calientan el agua.
La relación entre el cambio climático y la formación de huracanes es muy compleja. Entre otras cosas, no hay datos históricos suficientes para saber si estamos en un periodo largo excepcional. Pero, si se confirma que hay una relación entre uno y otro fenómenos, la verdad es que el resultado sería algo muy parecido a lo que hemos vivido con Harvey. Si no es culpa del calentamiento, se le parece mucho.
Sabemos que el calentamiento de la superficie del mar y del aire que la recubre aumenta el suministro de vapor de agua a la atmósfera. Y eso genera precipitaciones más extremas. Y sabemos también que el aumento del nivel del mar empeora las condiciones iniciales de la formación de tormentas tropicales. De manera que lo más corriente entre los científicos sería entender que el cambio climático sí aumenta el riesgo de huracanes... o al menos «probablemente» lo hace.
Pero algunos expertos muestran sus dudas. El científico del Massachussets Institute of Techology Kerry Emanuel ha apuntado un inusual desvanecimiento de las corrientes que gobiernan el tránsito de aire entre el agua y la tierra como posible causa de la intensificación de Harvey. Estas corrientes son un fenómeno natural incontrolable. Si no empujan con fuerza las tormentas tropicales hacia tierra (donde pierden fuerza), el huracán tiene más tiempo para alimentarse.
Adam Sobel, de la Universidad de Columbia, cree que este tipo de huracanes cada vez más intensos responde a un patrón predecible. Cree que el comportamiento de la corriente de chorro subtropical y las posiciones de los sistemas de alta presión justifican la evolución de Harvey. «Hubiera sido igual de grave con o sin cambio climático», ha declarado, sin contar con otro fenómeno del que el cambio climático no tiene la culpa: la presencia de una gran ciudad como Houston en la trayectoria del Huracán. Porque lo que sí está claro es que el desarrollo urbanístico incontrolado y la dejadez en algunas políticas de prevención han empeorado la situación.
Houston es la cuarta ciudad más habitada de EE UU. Más de un tercio de las viviendas que se inundaron en episodios de huracán en 2015 y 2016 están construidas fuera de los límites que las autoridades consideran seguros. De hecho, las construcciones han invadido una parte del terreno de costa que antes servía de parapeto contra los huracanes. Los dos huracanes que azotaron Houston antes de Harvey devastaron 16.000 edificios que no deberían estar allí. Tanto si es obra del cambio climático, como si es culpa de la política urbanística de los Estados de la zona, parece que el análisis es claro. ¿Quién tienen la culpa? El hombre, o el hombre.
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