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«Banshee»; Cuando el «sheriff» es el asesino
«Pueblo pequeño, grandes problemas». Ésa es la frase-gancho con el que la HBO adornó la serie «Banshee» para atrapar a los espectadores amantes de las emociones fuertes. Es una argucia «made in Alan Ball», uno de los productores estrellas de la televisión estadounidense, responsable de títulos como «A dos metros bajo tierra» y «True Blood», que con «Banshee» pretende seguir su trayectoria triunfal.
Fronteriza entre el drama policial y el «western» esta serie se desarrolla en un pueblo amish, comunidad conocida por vivir en una burbuja cultural y social que hace oídos sordos al cualquier avance del mundo contemporáneo y mantiene sus tradiciones, arraigadas en el siglo XIX.
Hasta allí llega un ladrón ex convicto especialista en meterse en problemas. Tras un fatal desencuentro con el «sheriff» del pueblo, decide suplantarle. A partir de ahora, será Lucas Hood –un guiño al justiciero Robin Hood, aunque el protagonista de «Banshee» tiene una personalidad más oscura y unos intereses menos altruistas– y se conjurará para echarle un pulso al cacique que gobierna el pueblo al margen de la ley.
Los críticos estadounidenses han visto un «Banshee» un homenaje a la «serie B», tanto en las hechuras visuales como en la temática, y puestos a buscar referentes con garantía: la sombra alargada de Tarantino planea sin disimulo sobre «Banshee» por sus escenas explícitas de violencia.
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