Los Ángeles

Hollywood, en tierra hostil

Fotograma del documental de William Wyler «The Memphis Belle: A Story of a Flying Fortress» (1944)
Fotograma del documental de William Wyler «The Memphis Belle: A Story of a Flying Fortress» (1944)larazon

Alcanzaron el Olimpo de Hollywood gracias a películas como «Centauros del desierto», «Arsénico por compasión» o «Evasión o victoria». Sin embargo, en sus dilatadas carreras también hubo espacio para un género, el documental, que iba a ser crucial en el papel que Estados Unidos desempeñó durante la II Guerra Mundial. Pearl Harbor todavía no había sido atacado, y los norteamericanos no veían con buenos ojos que su país se inmiscuyera en un conflicto europeo. Consciente del poder de la imagen, el Ejército apeló al patriotismo de los mejores realizadores del momento para que mostraran al pueblo por qué EEUU debía entrar en ese conflicto. El resultado fue una serie de películas sobre las que José Cabanach ha realizado el documental «Directores en guerra», un mediometraje que se emite hoy en TCM tras su estreno en la Cineteca de Madrid y en el que se analiza el trabajo en este sentido de Frank Capra, William Wyler, John Huston y John Ford.

John Ford, orgulloso militar

«Estoy convencido de que el público cambió totalmente su percepción de la guerra gracias a estas películas. Al principio, los norteamericanos no querían entrar. Fue a raíz de "Preludio a la guerra"y "Conoce a tu enemigo", de Capra, cuando se dan cuenta de por qué tienen que participar», explica Caba-nach. Para que la estrategia funcionara, el Gobierno necesitaba tanto la complicidad de los directores como la del propio Ejército: «A todos les hace oficiales para que se les respete y tengan todas las facilidades: acaban la guerra con rangos altos. John Ford, por ejemplo, está obsesionado con el mundo militar y se muestra encantado cuando le dan el Corazón Púrpura», cuenta el director. Esgrimidas las razones por las que fueron contratados, ¿qué lleva a este grupo de directores a dejar su exitosa carrera en Los Ángeles para aceptar el encargo y alistarse en el Ejército?: «Creo que lo hicieron por patriotismo. Hubo directores, como Howard Hawks, que prefiere quedarse y seguir en primera línea de Hollywood. Ford, por ejemplo, reacciona tras el ataque a Pearl Harbor. En definitiva, consideran un deber ir a grabar lo que ocurre», añade.

Este material, procedente de los archivos nacionales de EEUU, aunque prácticamente desconocido para la mayoría del público, «tuvo –dice Cabanach–, una influencia muy importante en el cine bélico posterior. A partir de ese momento, muchas escenas de guerra se ruedan con la cámara al hombro, por ejemplo». El efecto que produjo sobre los propios directores tampoco fue menor: «En una entrevista, Huston cuenta que rodando en Italia se sorprendió deseando que dispararan a un hombre que estaba en su encuadre, justo delante de él. "Me di cuenta de que la guerra me estaba influyendo demasiado", dijo Huston».

De regreso a Hollywood

Prácticamente arruinado y con un trauma que algunos no llegarían a superar nunca, esta experiencia les vale, sin embargo, un descubrimiento que cambiará la producción cinematográfica en Hollywood: «En las zonas de guerra se valen ellos solos para rodar todas las escenas, así que se dan cuenta de que no necesita un productor porque ellos se han producido las películas», asegura Cabanach. Bien por esta recién adquirida libertad artística, bien por las secuelas de vivir la guerra en directo, bien porque ansiaban recuperar el puesto que les correspondía en Hollywood, no deja de ser paradigmático que Frank Capra rodara «Qué bello es vivir» justo a su regreso del frente. El primer destinatario del mensaje de optimismo, sin duda, fue él mismo.