Estreno
«Juego de tronos» mucho ruido y pocas nueces
Después de más de un año de espera, «Juego de tronos» regresó la madrugada del domingo sin grandes movimientos
Después de más de un año de espera, «Juego de tronos» regresó la madrugada del domingo sin grandes movimientos
Si el fenómeno fan fuese algo serio y comprometido, mañana mismo se llenarían las plataformas web de peticiones, solicitando la destitución de David Benioff y D.V Weiss, la suspensión de «Juego de Tronos» o, directamente, el cierre de HBO. Por incumplimiento de promesas y por ofrecer una realidad tan sorprendente como inquietante. Y es que, por cada minuto que el espectador pasa frente a la pantalla disfrutando de cada episodio de la serie hay, como poco, diez días de ansiosa espera. Lejos de mejorar, con capítulos como el del estreno de la sexta temporada, emitida simultáneamente el domingo en Movistar+ y reemtida ayer en versión subtitulada, la media se eleva y con ella la sensación de engaño.
48 minutos y sin avances
Porque después de meses esperando para ver cómo se organizaban los creadores de la serie para salir adelante sin los textos de George R. R. Martin, «Juego de Tronos» volvió con diez minutos menos de metraje y ninguna prisa por resolver grandes incógnitas. Los 48 minutos que duró el episodio sirvieron para que el espectador ubicase, tal y donde se habían quedado, a una decena de personajes. Apenas hubo avances reveladores, más allá del encuentro de Sansa y Brienne o el inesperado destino de Daenerys. Jon Nieve sigue muerto, pero sus escasos acólitos apenas han podido hacer más que esconder su cuerpo en una habitación. El indeseable Ramsay Bolton llora la pérdida de su amante, pero sólo hasta que decide que lo práctico en vez de enterrarla, sería dársela de comer a los perros. Y Arya sigue ciega.
Si por algo estuvo marcado el capítulo titulado «La mujer roja» fue por la emotividad de algunas de las secuencias, especialmente en la primera media hora, cuando los personajes asumen el destino que ya se adivinaba en el final de la quinta entrega. Por eso y por las impactantes imágenes finales protagonizadas precisamente por el personaje al que hace referencia el título, a Melissandre. Una secuencia que se ha convertido en la comidilla de los medios especializados, probablemente porque no hay mucho más que llevarse a la boca.
La inmovilidad de las tramas no permitió que disfrutásemos de las nuevas incorporaciones. Por el contrario, los creadores reservaron minutos a historias que probablemente resulten poco relevantes cuando se cierre esta entrega. Y así es como «Juego de Tronos» se extiende en el tiempo, fraccionando una docena de historias y encajándolas en cada episodio. Cuando, en junio, volvamos a quedarnos huérfanos de serie, podremos echar la vista atrás y ver como la producción es, visualmente, una sobresaliente creación televisiva. En lo que respecta a la narrativa, «Juego de Tronos» se aprovecha de sus múltiples frentes para contar más bien poco. O como en este caso, casi nada.
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