Cataluña
Manuel Campo Vidal: «El chismorreo en televisión se encuentra en retroceso»
El veterano periodista defiende la recuperación del rigor profesional como forma de fortalecer la profesión
Se sorprende de que le digamos que hemos estado persiguiéndole desde el verano por lo que representa para el periodismo y para el mundo de la televisión. Ha sido un año difícil para el sector y ha participado en iniciativas para revitalizarlo como las jornadas «Ser creativo» y un viaje a América para preparar el terreno de la futura Academia de Televisión en español.
–¿Cómo valora el sector televisivo en el año que acaba de terminar?
–Hay que tener en cuenta dos planos; una cosa es la situación desde el punto de vista laboral y otra, la televisión y sus contenidos. En cuanto al primero ha sido un mal año: ha cerrado Canal Nou, hubo un ERE en Telemadrid, Intereconomía está en una situación dramática según nos transmiten, y como consecuencia del cierre de operadores y de las reducciones de presupuestos, ha habido una caída muy importante de productoras medianas y pequeñas. Desde el punto de vista de los contenidos, creo sinceramente que la televisión nacional está mejor de lo que estaba; el peor momento ya pasó. Hemos visto cómo algunas cadenas de televisión, como Antena 3, tomaban una senda distinta a la de hace cuatro o cinco años, que nada tenía que ver con el mal gusto. También han aparecido televisiones nuevas, como Discovery Max; hemos visto algunas producciones muy interesantes en todas las cadenas.
–¿Qué le parece el cambio en las tendencias de los formatos, como los programas de cocina?
–Fueron toda una moda los «reality shows», después la cocina... Son modas, y la competencia entre las distintas cadenas, da igual que sean públicas o privadas, se establece sobre determinados contenidos, y siempre hay alguno que lo hace mejor, que es más original o que trae un formato más llamativo. Comparto que los programas de chismorreo están en franco retroceso, y quiero destacar que la televisión en España es mejor que la crónica publicada, radiada o televisada sobre la propia televisión. Muchas veces hay personas que hacen comentarios críticos sobre la televisión española, que están en su derecho, pero probablemente han viajado poco y no han visto cómo está en otros países.
–¿Qué pasa con el dividendo digital?
–El Gobierno de Zapatero dejó una herencia muy complicada y procedió a la supresión de la publicidad en TVE de la noche a la mañana, sin ningún tipo de gradualidad ni prudencia. En otros países han quitado la publicidad a la segunda cadena, en «prime time», la han limitado a los fines de semana o han realizado algún tipo de ensayo para ver cómo esto se producía. En el caso de la BBC hay un canon, en otros, publicidad, y en otros, un sistema mixto. Lo único que pedimos desde la Academia es que el sitema alternativo sea solvente y sostenible. No que deje en una situación de perpetua debilidad a una televisión pública. Porque creo que todos compartimos que es conveniente la convivencia entre la pública y la privada. El sector está viviendo en ese caso la concatenación de dos gobiernos que en audiovisual han sido nocivos para el sector: el Gobierno de Aznar y el de Zapatero. El primero aprobó un plan de TDT que dejó las bases para la proliferación de licencias que después se demostró que el mercado no podía sostenerlas. Era una locura y había que poner orden.
–¿Cuál es su medio favorito?
–Es difícil decirlo porque me apasiona la comunicación hasta el punto de que me gusta en todas sus formas: Prensa, radio (donde estuvo cuatro años de director de Radio 25), televisión... He trabajado en distintos formatos y movimientos, y en comunicación presencial; doy cursos y conferencias. Acabo de hacer un documental sobre Adolfo Suárez, y estoy preparando otro sobre la fractura catalana.
–¿Existe el «problema catalán»?
–El movimiento de base es muy serio y está subestimado desde Madrid. Con frecuencia se aportan desde España sólo consideraciones racionales, que son correctas, pero no siempre valen frente a un problema emocional. Con todo, yo aprecio una fractura, creo que esta vez es muy seria y que deben tenderse puentes desde la inteligencia y la voluntad de entendimiento. No voy a esconder que trabajo de forma voluntaria en ese fomento de relaciones y de diálogos entre personas de alguna relevancia en Cataluña y en el resto de España. Me duelen España y Cataluña.
– ¿La Academia sólo sirve para organizar debates entre candidatos a presidente?
–Hace quince años que existe, y ha montado dos debates, así que algo más habrá hecho. Estamos impulsando, preocupados porque la crisis económica dañe la creatividad de los jóvenes y no tan jóvenes, una petición que está teniendo un eco muy aceptado para que las cadenas utilicen algunos espacios y algunas creaciones de pequeñas productoras o que personajes individuales puedan tener una exposición. También hace dos años creamos un registro de que alguien ha creado un formato televisivo para la defensa de los profesionales. La Academia ha tratado de poner en marcha una bolsa de empleo con escaso éxito, porque no lo hay, pero lo estamos intentando. También mantiene reuniones con el Gobierno y con los grupos parlamentarios a efectos de la modificación de la legislación que se está haciendo. La Academia defiende en un código ético los valores que nos gustarían que se defendieran y tuvieran presentes las televisiones, aunque no sean de obligado cumplimiento. Además, pidió al Gobierno, y a punto estuvo de conseguirlo, la creación de un consejo estatal de medios audiovisuales al igual que en el resto de países europeos, que el Ejecutivo no ha atendido, y además, pedíamos que no sea un refugio de políticos que no caben en las listas electorales. En este momento nuestra junta directiva ha aprobado comenzar las gestiones para crear una Academia de Televisión en español, no sólo en nuestro país.
–¿Qué le gustaría que la gente recordara de Manuel Campo Vidal?
–Soy de los periodistas que consultamos una segunda y una tercera fuente, y me gustaría defender la recuperación del rigor profesional como forma de fortalecer al periodismo. Hay que trabajar seriamente para que no esté en los últimos puestos de clasificación en el CIS. ¿Qué hemos hecho mal? Un atrincheramiento excesivo, una falta de rigor importante y eso no parece que ayude.
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