Cáritas

"Con un hijo y cobrando 400 euros no puedo pagar un alquiler"

A Carmen la despidieron al saber que estaba en cinta. Llegó a pensar en abortar. Hoy, gracias a Cáritas Madrid, puede dar cobijo a Martín.

Carmen y su hijo Martín, de 18 meses, en el residencial Sínodo 2005. Foto: Jesús G. Feria
Carmen y su hijo Martín, de 18 meses, en el residencial Sínodo 2005. Foto: Jesús G. Ferialarazon

A Carmen la despidieron al saber que estaba en cinta. Llegó a pensar en abortar. Hoy, gracias a Cáritas Madrid, puede dar cobijo a Martín.

Carmen llegó a España en febrero de 2014. Dejó a su familia y a su Ecuador natal para labrarse un futuro en nuestro país. Pero ni todo su esfuerzo le ha permitido salir de la exclusión social. Saca fuerzas de donde puede. Sabe que tiene que hacer lo que sea para sacar adelante a Martín, su pequeño de 18 meses. «Pensaba que las cosas en España iban mejor. Llegué sin documentación y fue difícil encontrar un empleo. En el primer trabajo me fue bien, en el segundo no me pagaron, sabían que no podía reclamar porque no tenía papeles, y en el tercero me despidieron cuando se enteraron de que estaba embarazada», relata Carmen Puca, de 30 años.

Desesperación

«No tenía dinero, estaba desesperada. Sabía que no me iban a coger con la barriga. Hubo un momento en el que llegué a pensar en abortar. Estaba sola, sin recursos. De hecho, acudí a una clínica por desesperación. Pero también fui a hablar con una trabajadora social que me comentó que en Hogar Santa Bárbara (de Cáritas Madrid) ayudaban a mujeres en estado». Ése fue su primer salvavidas. Estuvo en este centro hasta que su hijo cumplió seis meses.

Después, encontró su segundo gran apoyo en Sínodo 2005, uno de los residenciales de Cáritas Madrid en el que se ayuda durante dos años a personas que necesitan un techo. Y como los recursos económicos de Carmen no alcanzan para poder pagar la vivienda, está, además, becada por la institución. «Pago 40 euros por los suministros y en vez de pagar 125 por la estancia abono 5 gracias a la beca», dice aliviada. «Ahora mismo no estoy trabajando. Se me terminó mi empleo el pasado mes porque cuidaba de una persona mayor que falleció», explica.

«Me gustaría trabajar con personas mayores, niños, dependientes...». Lo necesita, pasado ese plazo (necesario para poder ayudar a más familias en una situación crítica), «no sé qué será de nosotros. Cobrando 400 euros al mes y con un hijo no es que sea muy difícil ahorrar, es que no se puede».

Carmen está muy agradecida a Cáritas Madrid. Y pese a la difícil situación que vive no ha pensado en regresar a su país «porque sería peor, aquí se come, allí no siempre». Aunque lógicamente le encantaría volver algún día cuando consiga cierta estabilidad económica. «Hace años que no veo a mi familia, y no sé cuándo podré ir visitarles», afirma. Pero antes de eso hay una cosa que tiene clara: cuando logre salir del callejón en el que está, desea «poder ayudar a otras personas que se encuentran como yo, a todo el mundo le encantaría devolver todo lo que le han dado. Hay gente muy buena de corazón. La labor que hace Cáritas es inmensa».

Así, a Sínodo 2005 hay que sumar otros tres residenciales más que tiene Cáritas Madrid en la Comunidad: Parral, en el que se ayuda a familias monoparentales, Jubileo y JMJ. Gracias a todos ellos, 262 familias que necesitan un hogar de forma urgente tienen un techo digno.