Investigación científica
Depresión: El gen responsable del ánimo
Los investigadores detectan que una actividad alterada de del gen localizado provoca un riesgo más elevado de terminar desarrollando comportamientos depresivos.
Los investigadores detectan que una actividad alterada de del gen localizado provoca un riesgo más elevado de terminar desarrollando comportamientos depresivos.
El cinco por ciento de la población española sufre depresión. Cerca de 2,5 millones de españoles se enfrentan a esta enfermedad cuya prevalencia aumenta en todo el mundo.
Si añadimos el número de personas que sufren ansiedad, otra patología muy relacionada con la primera, los afectados suman casi cinco millones de personas. A nivel mundial, las autoridades sanitarias creen que para el año 2030 se convertirá en el mal que más inversión sanitaria requiera.
Y lo peor de esta dolencia no es solo que supone una de las principales causas de discapacidad en el mundo, que contribuye sustancialmente a aumentar la carga de morbilidad de muchos países y que eleva las probabilidades de suicido. Lo peor es que la ciencia no conoce aún lo suficiente sobre sus causas.
Se ha estudiado la incidencia de los factores ambientales, de la conducta, de la educación, del uso de determinados fármacos y de otros hábitos en la aparición de la depresión. Pero uno de los retos de la medicina actual sigue siendo la identificación de las causas genéticas que se sospecha deben de estar detrás de esta patología.
Un nuevo estudio publicado por investigadores de la Universidad de Maryland arroja ahora una pista al respecto. En concreto, ha identificado una serie de genes que podrían estar involucrados en la patología bien por activa o por pasiva, bien protegiendo al organismo contra el estrés y la ansiedad crónica o bien desatando la catarata de acontecimientos en espiral que conducen al comportamiento depresivo.
El trabajo ha sido publicado en el Journal of Neuroscience y supone el primer empeño en detallar cómo un gen en concreto interactúa con las células neuronales que participan en la aparición de la depresión. El gen sobre el que se ha puesto el foco es el SIc6a15, del que se ha demostrado que interviene de manera directa en el estado de ánimo. Al parecer, algunas personas que padecen una actividad alterada de este gen expresado en diversas regiones cerebrales presentan un riesgo más elevado de terminar desarrollando comportamientos depresivos.
El gen no es de reciente aparición en la literatura médica. Ya en 2006, la doctora Mary Kay Lobo, una de las autoras del trabajo, halló que era un gen muy extendido en ciertas zonas de nuestro cerebro. Más tarde, otros investigadores comenzaron a sugerir que podría estar implicado en algunos males como la depresión. Pero la conexión entre el gen y la enfermedad nunca había quedado clara.
Para tratar de confirmar el caso, Lobo y su equipo han estudiado ahora un área del cerebro conocida como núcleo accumbens. Esta región cerebral está implicada en el sistema de recompensa del cuerpo, es decir, en la secreción de hormonas y otras sustancias que generan sensaciones positivas. Suele activarse cuando comemos un alimento que nos gusta, bebemos alcohol, practicamos sexo o disfrutamos de otras experiencias placenteras.
Precisamente, la depresión consiste en una suerte de incapacidad patológica para disfrutar de los buenos momentos de la vida.
En el núcleo accumbens existe un set de neuronas conocidas como D2 que responden a la dopamina.
Al estudiar el cerebro de ratones expuestos a altos niveles de ansiedad (por ejemplo aquellos que se expusieron a entornos compartidos con ratones más agresivos que ellos), la doctora Lobo descubrió que la actividad del gen citado en las neuronas D2 disminuía.
Curiosamente, cuando los investigadores forzaron la activación de este gen, esos mismos ratones se volvieron más resilientes y mostraron más capacidad de sobreponerse a la ansiedad.
Los ratones expresan sus altos niveles de ansiedad mediante comportamientos similares a los que identifican la depresión humana: decaimiento, aislamiento, inestabilidad, falta de comunicación, pérdida de apetito... Los expertos creen por lo tanto que este gen, también presente en humanos, podría ser la puerta de entrada de la depresión en el cerebro, como consecuencia grave de altos niveles de ansiedad y estrés. Quizás, por lo tanto, una posible futura terapia contra el mal pase por buscar el modo de modular la actividad de este gen mediante fármacos. A nivel mundial, la depresión afecta a más de 300 millones de personas al año y casi 800.000 mueren por suicidio cada año.
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