Seguridad alimentaria
Chucena, la "zona cero"de la listerioris: "Despaché 30 kilos"
Más de una treintena de vecinos de Chucena han contraído listeriosis por tomar carne «La Mechá» durante las fiestas del pueblo. La localidad es la «zona cero» del mayor brote de esta bacteria registrado en España
Más de una treintena de vecinos de Chucena han contraído listeriosis por tomar carne «La Mechá» durante las fiestas del pueblo. La localidad es la «zona cero» del mayor brote de esta bacteria registrado en España.
Se despertó de la siesta con unos sudores terribles. Ni la peor de las resacas. «Tenía mucho frío. Tú me tocabas y estaba helado, pero no paraba de sudar a lo bestia». Antonio Villarán es uno de los más de 200 afectados por el mayor brote de listeriosis registrado en España que ya se ha cobrado dos vidas. Él, afortunadamente, está recuperándose en casa, como la mayoría de los infectados. Vive en Chucena, un pueblo de Huelva de poco más de 2.000 habitantes, situado a 45 minutos de Sevilla y donde se encuentra el mayor número de afectados por la (hasta ahora) poco conocida bacteria llamada listeria: más de una treintena de vecinos ya han sufrido sus estragos y la cifra sigue creciendo porque los síntomas pueden tardar hasta diez días en dar la cara. De hecho, hay nuevos vecinos esperando diagnóstico. «Ayer unos primos estaban volviendo de la playa porque la niña se encontraba fatal. Y ella estuvo picando algo en el bar Manhattan, donde el camarero fue el primer afectado, así que tiene mala pinta la cosa», explica una vecina.
En Chucena hay muchas víctimas porque los lotes afectados –ya retirados del mercado– se vendieron en dos tiendas de alimentación, se sirvió de tapa en un par de bares y se tomó en muchas viviendas particulares durante las fiestas patronales, que se celebran del 13 al 17 de agosto. El primer día de festejos ya se tomó el producto de marras. «Este año éramos menos que otros, unos 70, y sí comimos carne mechada, pero debe ser que era de otra marca porque no hemos caído ninguno. ¡Fíjate si enfermamos los viejos!», explica Antonia Naranjo, madre del afectado en cuestión. «Yo sí la comí la noche del 15, como la mayoría de los que se han contagiado aquí», apunta el hijo. «Pertenecemos a la asociación Divina Pastora, pero siempre le montamos un altar a la Virgen el día de la procesión». Al terminar de prepararlo, media docena de personas fueron a casa del presidente y, entre otras cosas, tomaron la carne «mechá».
Intoxicación conjunta
Serían sobre las 23:00 horas y, entonces, no notó nada raro; de hecho, «estaba bien buena». Su organismo tardaría menos de un día en notar los primeros síntomas. «Al día siguiente por la mañana estuve bien, pero al acostarme para la siesta ya empecé a encontrarme revuelto y a notar los escalofríos que te digo». Pasó mala noche, pensando que remontaría, pero el día 17 ya fue al hospital San Juan de Dios de Bormujos. Al entrar por la puerta de Urgencias directamente ya le preguntaron si había tomado carne mechada. Su sorpresa fue que se encontró con medio pueblo allí. «Mientras estuve yo éramos 10 o 12 de Chucena, ya nos daba la risa». Solo pasó la mañana, con antibiótico y suero vía intravenosa. A la hora de comer le dieron el alta y le pautaron antibiótico para tomar los siguientes 10 días, aunque reconoce que no lo está tomando, al igual que la dieta blanda recomendada y beber mucha agua. «No es para tanto, es más leve que una gripe y solo puede ser peligroso para las embarazadas o gente que está delicada por algo: si estás bien, es igual que una gripe», repite quitándole importancia al asunto. «Son cosas que pasan. Lotes que salen malos y ya está: no hay que darle más vueltas. Nadie quiere que alguien se ponga malo, hombre». Aquí es tradición sacar a la patrona, la Virgen de la Estrella, de procesión nocturna la noche del 15 al 16 de agosto. Durante el recorrido, los vecinos preparan comida y la gente va de casa en casa picando algo durante toda la noche. «Las señoras se vienen arriba. Hacen de todo, pero los básicos aquí son: jamón, queso, gambas y carne mechada», explica un grupo de jóvenes. La mayoría de la gente la elabora en casa pero los últimos años mucha gente tira de platos preparados porque los días previos hay «mucho jaleo» en las casas. «Como saben que van a entrar gente de fuera, todo el mundo se pone a limpiar a fondo, a pintar y a dejarlo todo impecable, por eso hay menos tiempo para cocinar», dice el chico.
El éxito de «La Mechá»
Así, la carne mechada comprada en la charcutería, ya sea en lonchas al peso o el paquete entero que viene envasado al vacío, suele ser muy socorrido. La marca «La Mechá», logró en poco tiempo conquistar al consumidor. Ahí están las cuentas de la ahora malograda empresa –Magrudis S. L. facturó en 2017 cerca de 600.000 euros– y todo el mundo coincide en que es «la que mejor conseguía imitar el sabor casero». La receta clásica consiste en asar un lomo de cerdo al que previamente se le ha hecho un agujero para rellenarlo de ajo, perejil y jamón. «Los de La Mechá la hacían muy jugosa, está muy buena, por eso era un poco más cara, y además es sin gluten y sin lactosa».
«En 60 años que lleva esta tienda abierta es la marca que siempre se ha vendido porque es la que más gusta». Lo explica el propietario de «La tienda de Justa», el hombre que más carne en mal estado vendió de todo el pueblo. «Pude despachar, fácil, 30 kilos, la mitad de ellos al corte». Lo que no vendió loncheado fue a pieza entera, en paquetes que van del medio kilo a los 900 gramos. El kilo sale a 15 euros. Manuel ha cogido el negocio hace apenas un mes y en el pueblo ironizan con el mal pie con el que ha empezado. Lo curioso es que dice que, más carne que él, allí no ha comido ninguno. «Cuando la gente la compra al peso, siempre me como los restos porque las señoras, tú sabes, quieren el corte bonito y a mi me da pena tirar lo otro. Así que probé de todos los lotes». Pero hasta ahora, como una rosa. «Nada, nada. Estoy mejor que nunca», bromea una vez pasado el susto inicial. «Yo me enteré al día siguiente, cuando vi al marido de una chica que está embarazada. Venía del hospital y allí le habían preguntado qué marca era. Cuando se la dije y me confirmó que era la que estaba mal, lo primero que se te viene a la cabeza es qué has hecho mal, qué fallo he cometido». Acto seguido llamó a la Consejería de Sanidad y le explicaron que «seguramente» no fuera de los afectados. «Me dijeron que la carne mala era de agosto y, como tenía lotes anteriores, no creían que fuera el caso, pero al final el distribuidor me dijo que estaban retirando lotes fechados desde mayo. Se llevó de aquí nueve cajas porque había comprado 46 kilos de cara a la fiestas». Se había aprovisionado bien, igual que en otro comercio más pequeño, Babel, donde Isabel y Bartolomé despacharon la misma carne, aunque la mayoría fue para la familia. «Mi hermano, mi cuñada y mi sobrina: todos malos», explica Bartolomé.
Ellos se sienten un poco más aliviados porque «todo quedó en casa» y no extendieron tanto el brote –aunque fuera de forma involuntaria– como Manuel. Por ese cargo de conciencia inicial, dice que, de alguna manera, también se siente damnificado con todo este asunto. «Yo he vendido esto a mis clientes pensando que era de confianza. Nadie me ha recriminado nada pero te sientes mal porque se han infectado por tu culpa y ves que la gente ahora va con miedo». Reconoce que tardará unos meses en volver a despachar carne mechada, cuando se haya pasado un poco la psicosis colectiva que aún hoy sigue llenando las urgencias de los hospitales sevillanos. Y lo cierto es que la Virgen también libró a más de uno del susto. Por ejemplo, a Manuel Romero, otro joven que aquella noche procesionó con Nuestra Señora de la Estrella pero que no probó bocado. «Quería estar con ella esa noche», dice. De alguna manera, le salvó.
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