El 10 de diciembre saldrá la sentencia contra su creador

El escándalo fue mundial y el juicio, fuera de toda norma. Un mes de proceso penal, la pasada primavera, cuyo veredicto se conocerá el próximo 10 de diciembre. Acusado de «engaño agravado y estafa», Jean-Claude Mas podría acabar en la cárcel. Al término del juicio, la Fiscalía de Marsella pidió para el máximo responsable de PIP, la empresa que fabricó durante casi una década prótesis mamarias defectuosas, cuatro años de prisión firme, cien mil euros de multa y la prohibición definitiva de ejercer una profesión relacionada con el ámbito médico-sanitario así como gestionar una sociedad. El «alquimista loco», como le denominó el fiscal, reconoció haber utilizado un gel «casero» no apto para uso médico pero que sus prótesis «no eran más peligrosas que las de la competencia».

Pero como Jean-Claude Mas se ha declarado insolvente, las víctimas confían ahora en obtener una reparación económica del grupo alemán TÜV, líder mundial en el control de calidad y encargado de certificar los implantes mamarios fraudulentos comercializados por PIP.

La sentencia de este proceso civil, distinto de la vertiente penal, y en el que seis distribuidores –búlgaro, brasileño, italiano, sirio, mexicano y rumano– reclaman al gigante germano 28 millones de euros de indemnización, se dará a conocer el próximo 14 de noviembre en Tulón, al sur de Francia.

Se estima que más de 300.000 mujeres en todo el mundo podrían ser potencialmente víctimas de las consecuencias producidas por la rotura de estos implantes defectuosos. En Francia, 30.000 mujeres habrían recurrido a estas prótesis, bien por razones médicas de cirugía reparadora bien por motivos estéticos. Según el último balance de la Agencia gala de Seguridad del Medicamento (ANSM), publicado el pasado mes de septiembre, 17.135 de las francesas afectadas se han retirado ya las prótesis defectuosas y el 74% de ellas (12.599), es decir 2 de cada 3, lo han hecho a título preventivo.