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El Chicle: «La desnudé para eliminar mis huellas»

Jose Enrique Abuín Gey fue detenido el 29 de diciembre como asesino confeso de Diana Quer. Se le imputan los delitos de homicidio o asesinato, detención ilegal y contra libertad sexual por la desaparición y muerte de la joven

José Enrique Abuín Gey, el Chicle, ya se encuentra reconstruyendo el crimen de Diana Quer
José Enrique Abuín Gey, el Chicle, ya se encuentra reconstruyendo el crimen de Diana Querlarazon

Jose Enrique Abuín Gey fue detenido el 29 de diciembre como asesino confeso de Diana Quer. Se le imputan los delitos de homicidio o asesinato, detención ilegal y contra libertad sexual por la desaparición y muerte de la joven.

Durante más de cinco horas José Enrique Abuín Gey, alias el Chicle, hizo como que colaboraba con la justicia y reconstruyó paso a paso lo que, en teoría le ocurrió, a Diana Quer la madrugada del 22 de agosto de 2016, en A Pobra do Caramiñal. Se mostró dicharachero, cooperador y hasta sonriente. Corrió cuando tocaba, gesticuló para dar credibilidad a su testimonio y hasta demostró que sabía robar gasolina con una goma y dos garrafas. Un guardia civil, cámara en mano, le seguía en cada ocurrencia que tenía. Era como una estrella de Hollywood, con todos los focos sobre él, sintiéndose el protagonista de una película de ficción. Y así fue. Todo lo que dijo durante la reconstrucción es mentira.

«Salí a robar gasolina. Aparqué el coche cerca de las caravanas de los feriantes de las fiestas de A Pobra. Me acerqué a uno de los vehículos y cuando estaba llenando una de las dos garrafas que llevaba, apareció una chica. Pensé que era una gitana que me iba a delatar así que le eché la mano al cuello», explicó el Chicle. Se excusó, dijo que su intención no era matarla, sólo sujetarla, pero que en el forcejeo, no sabe muy bien cómo, se le murió: «Yo no quería». Se dio cuenta de que a Diana se le había escapado la vida porque a la joven se le quedaron los ojos en blanco. Trató de reanimarla, pero fue imposible. «Me asusté y decidí que tenía que ocultar el cuerpo. La cogí en brazos y la llevé corriendo hasta el coche. Abrí la puerta de atrás y la tumbé sobre los asientos traseros. A la chica se le había caído el teléfono al suelo en la refriega y se había dañado. Lo recogí para no dejar ninguna prueba. También regresé a por las garrafas de gasolina. Las recogí y las metí en el maletero». Se montó en el coche y salió de allí. Tenía ganas de correr, pero sabía que llamaría la atención, así que se controló.

Nada de lo contado hasta ese momento es cierto. Existen pruebas objetivas que desmienten la versión. Por ejemplo los mensajes que Diana envió aquella noche a un amigo. A las 2.40 dijo: «Me estoy acojonando, un gitano me está llamando». Su amigo respondió: « ¿Y qué te ha dicho?». “Morena ven aquí” fue lo último que pudo escribir. Lo siguiente fue tratar de llamar a su amiga Zaida, la hija de Arancha de Benito, probablemente para pedir ayuda, pero esa comunicación nunca llegó a establecerse. El Chicle lo impidió. El testimonio de la propia víctima sirve para desmentir la versión del robo del gasoil de las caravanas de gitanos. En realidad su móvil era sexual, el de un trampero incapaz de contener su pulsión de animal que necesita poseer a una niña de tan solo 18 años. A este convencimiento se llega fijándose en su modus operandi. La hermana gemela de su mujer Rosa lo sabe bien. Ella afirma que, cuando sólo tenía quince años, el Chicle se la llevó en el coche a una zona abandonada y la agredió sexualmente. Nadie la creyó porque otro de los rasgos que caracterizan a Abuin Gey es que es un manipulador. Logró convencer a la familia de la joven de que la víctima se lo estaba inventando todo por celos. También engañó a los psicólogos del juzgado que le apoyaron a él en contra de la hermana de su mujer, de la que pensaron que, a sus quince años, fabulaba, pero el Chicle es sencillamente un violador cobarde. Que asalta a las mujeres cuando no pueden defenderse. Como ocurrió el 25 de diciembre de 2017 en Boiro, cuando en una calle oscura trató de meter a una joven en el interior del maletero.

De A Pobra la comitiva judicial se trasladó hasta el almacén donde arrojó el cuerpo. «La desnudé para eliminar pruebas, por si había alguna trasferencia mía en su ropa», dijo el Chicle para tratar de ocultar lo que parece evidente. «Fue desnudarla tirarla al pozo e irme», aclaró. Quiso hacer que pareciese rápido como para dar la sensación de que no la violó allí, algo de lo que están convencidos los investigadores y la familia. Entre otras cosas porque su teléfono le sitúa durante más de una hora en el interior del almacén abandonado. Una prueba más que demuestra sus mentiras.

De ahí, Abuín Gey llevó a la comitiva judicial a una calle de Padrón, cerca de un lupanar conocido como La Dama del Lago donde tenía una novia rumana a la que solía frecuentar y con la que se besaba delante de su hija. Allí señaló un contenedor y afirmó: «Guardé la ropa de Diana en el coche y me fui a dormir. Al día siguiente vine hasta aquí y arrojé sus prendas dentro». De la brida de plástico que apareció en el cuello de la joven, nada dijo, porque no sabe qué inventarse para justificarlo, salvo contar la verdad, algo que los cobardes nunca hacen.