Brote de ébola

El ébola, fuera de control: la OMS quiere limitar la circulación de personas

EE UU insta a no viajar a las zonas afectadas de África, mientras Sierra Leona moviliza al Ejército y Liberia cierra las escuelas

El Dr. Kent Brantly y un ayudante en el centro de tratamiento del ébola en Foya, Liberia
El Dr. Kent Brantly y un ayudante en el centro de tratamiento del ébola en Foya, Liberialarazon

En Guinea, Sierra Leona, Costa de Marfil y Liberia, al igual que en la mayoría de países de la zona, el contacto con animales salvajes –posibles portadores del virus del ébola– es habitual. No sólo eso, «se les manipula, se consumen... y las medidas epidemiológicas de prevención y control son difícilmente aplicables debido a ciertos componentes culturales. Recordemos que se ha agredido a sanitarios que acudían para ayudar», afirma Juan García Costa, virólogo y miembro de la Red Europea para el Diagnóstico de Enfermedades Virales Importadas (Enivid, por sus siglas en inglés). Éste es uno de los motivos que explican el avance descontrolado del virus en el oeste de África hasta saltar, incluso, a Nigeria donde ya se ha registrado una víctima. Así, en los últimos cuatro meses la propagación del ébola ha terminado con la vida de 729 personas y, de acuerdo con lo últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas infectadas asciende a 1.323.

«No es de sentido común que las autoridades nacionales y la comunidad internacional permitan que el virus circule ampliamente por un largo periodo entre personas», afirmó ayer Margaret Chan, directora general de la OMS. Y es que la elevada movilidad puede derivar en variaciones genéticas y en cambios que pueden hacerlo más resistente. «La estructura sanitaria es casi inexistente. El contexto geográfico también ayuda a su propagación porque existen grandes zonas boscosas aisladas. Además, la porosidad de las fronteras es total, lo cual ocasiona que no se pueda realizar un control de paso de unos países a otros», advierte García Costa. Por eso, la directora de la OMS, que ayer se trasladó a los países afectados, insistió en la necesidad de restringir la circulación de personas. La realidad es que el elemento cultural también está jugando un papel primordial en la extensión del ébola, porque en los países afectados «el culto a los muertos es muy importante, los cadáveres se manipulan y es importante recordar que éstos también son infectantes», añade el experto en virología. Este conjunto de factores es el que ha motivado que Chan decida tomar las riendas de del plan internacional de respuesta personalmente porque ha llegado el momento de tomar medidas excepcionales. Es la comunidad internacional la que debe tomar las riendas de la situación porque el virus no sólo está terminando con la vida de la población de los países donde se ha originado el brote, sino que los médicos también están sufriendo los efectos de esta enfermedad cuyo principal síntoma es la fiebre hemorrágica. «Que los sanitarios también hayan sido infectados significa que la cadena de protección ha fallado, probablemente no sólo en los equipos especializados, sino también en toda la escala médica. Las condiciones son realmente malas, si en nuestro entorno pueden suceder accidentes, ¿qué no puede ocurrir en esa situación de precariedad?», se pregunta el virólogo. Luis Encinas, enfermero de Médicos Sin Fronteras, ha pasado varias semanas viviendo de cerca los estragos del ébola en Guinea: «La situación está fuera de control porque la cepa es una de las más agresivas y mortíferas que se han dado en África». También explica por qué su detección y control se está complicando: «Durante las primeras horas, la infección pasa desapercibida y se puede confundir con la malaria. Sin embargo, cuando aparece ataca con toda la caballería», afirma el sanitario. Hace un mes, el número de casos parecía que se había estabilizado, pero aunque todo indicaba que el brote remitía, no se llegó a considerar que estaba controlado porque volvieron a multiplicarse los infectados. «Yo estuve en el inicio del brote y desde entonces ha saltado a varios países y a puntos muy lejanos», explica. Él entiende que el momentáneo control del virus se produjo porque «durante su expansión, se mantenía adormilado, para pasar a estar latente. Es el círculo del contagio». De este modo, para romper la cadena de contagio –el virus tiene un periodo de incubación variable, de dos a 21 días–, los países afectados han tomado medidas drásticas. Sierra Leona ha enviado al Ejército a los barrios que están en cuarentena y Liberia ha cerrado las escuelas; los funcionarios que no son indispensables se han cogido vacaciones forzosas y también se han prohibido las reuniones públicas. «Algunos gobiernos pueden necesitar usar sus fuerzas policiales para garantizar la seguridad de los equipos de respuesta», apuntó Chan.

La OMS también insiste en la necesidad de crear un mapa detallado del brote actual para controlar mejor los contagios. Mientras, los países más desarrollados también están tomando medidas de protección. Reino Unido ha creado un panel de expertos ante «la grave amenaza» de la extensión del virus. Estados Unidos, por su parte, recomienda evitar viajar a los países afectados. Aquí, en España, el protocolo activado hace meses se mantienen en puertos y aeropuertos, aunque el riesgo de que el ébola llegue a nuestro país es «pequeño», afirma Pedro Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad.

Un «héroe» entre las víctimas

Trató a más de un centenar de pacientes y, al final, el ébola acabó con él. Umar Khan, de 39 años, el virólogo considerado un «héroe nacional» en Sierra Leona por su lucha contra la enfermedad, falleció el pasado martes después de ser diagnosticado la semana pasada. Se desconoce, hasta el momento, la forma de contagio. Y eso que sus compañeros aseguran que era muy meticuloso en el trabajo. Siempre vestía mono, máscara, guantes, y calzados especiales. Él era consciente de que los trabajadores sanitarios son propensos al contagio.