Salud

¿El fin del horario de verano?

La Comisión Europea estudiará si los cambios de hora de verano e invierno tienen efectos nocivos en la salud. De suprimirse, España podría verse beneficiada: regresaría a la franja que le corresponde por geografía

¿El fin del horario de verano?
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La Comisión Europea estudiará si los cambios de hora de verano e invierno tienen efectos nocivos en la salud. De suprimirse, España podría verse beneficiada: regresaría a la franja que le corresponde por geografía.

El debate continúa. El Parlamento Europeo tenía previsto ayer votar una resolución en la que pedía el fin del horario de verano, pero una enmienda de última hora cambió el sentido del texto y se limitó reclamar una evaluación «exhaustiva» a la Comisión Europea antes de ponerle el cascabel al gato. Este debate ha sido impulsado por Finlandia después de que una iniciativa ciudadana haya conseguido recabar más de 70.000 firmas para terminar con la obligación de cambiar las manecillas del reloj para procurar una hora más de luz en primavera y una menos en otoño. Las leyes europeas obligan a una hora y fecha comunes para los cambios de hora con el fin de garantizar el correcto funcionamiento del mercado interior. Por eso, Finlandia se ha visto obligada a plantear este tema en las instituciones europeas si quiere poder introducir este cambio dentro de sus fronteras.

Otros países también están por la labor. En Lituania, Polonia, Suecia, Dinamarca, Alemania, Holanda, Eslovaquia, República Checa, Francia o Bélgica también ha resurgido el debate y podrían apoyar a Finlandia si esta reivindicación se traduce en una propuesta del ejecutivo comunitario y una votación entre las capitales europeas, tal y como establece el proceso legislativo comunitario. Pero parece que habrá que esperar.

La Comisión Europea prepara un informe desde hace meses que iba a ser inicialmente presentado en 2017. Y la investigación sobre este tema llevada a cabo por la Eurocámara tampoco arroja conclusiones concluyentes.

Los que defienden el fin de este horario alegan que el ahorro de energía resulta escaso y que los inconvenientes son mucho mayores debido a la necesidad de adaptar el reloj biológico a los usos sociales con el cambio de hora. Esto se traduce en menor productividad laboral, trastornos en el sueño, problemas cardiacos e incluso en un aumento de accidentes de tráfico, aunque los efectos en estos dos últimos ámbitos también resultan difíciles de medir.

La implantación del horario de verano ha sido polémica casi desde su inicio. La idea es atribuida al constructor británico William Willet, que defendió esta iniciativa en el escrito «El desperdicio de la luz del día» en 1907. En 1908 hubo un primer intento infructuoso de promulgar una ley en Reino Unido que contó con la fiera oposición de la comunidad científica de la época y también de los agricultores. El primer cambio horario se promulgó en Alemania en 1916 durante la Primera Guerra Mundial y la iniciativa fue secundada por otros países europeos y EEUU, con el ahorro energético como principal leitmotiv. A partir de 1970, la crisis del petróleo propició que más países se adhirieran a este horario. España impuso por primera vez el retraso de las manecillas del reloj en 1917, a pesar de no haber participado en la Primera Guerra Mundial, y volvió a introducir de manera ininterrumpida el conocido como horario de verano en 1974. En la actualidad, alrededor de 60 países de todo el mundo aplican el cambio de hora y esta medida esta particularmente extendida en Europa, América del Norte y Oceanía. Por el contrario, apenas se utiliza en África (con las excepciones de Marruecos y Namibia) ni en Asia.

Pero parece ser que este supuesto ahorro energético es escaso, varía de un país a otro y, también por eso mismo, resulta difícil de calibrar. En 2016, un grupo de investigadores checos analizó 44 estudios diferentes de los últimos años y llegaron a la conclusión de que el impacto en la media del consumo era tan sólo del 0,34% del total. En 2017, otro estudio de Olvar Bergland y Fisa Mirza concluyó que la magnitud de los datos varía desde el 0,5% en algunos países al 2,5% en otros tras analizar el impacto en 33 Estados diferentes, con grandes diferencias entre Norte y Sur.

Sobre el deterioro en la salud también existen discrepancias: desde estudios que aseguran que el impacto en el reloj biológico dura tan sólo unos días hasta los que certifican que la adaptación puede demorarse semanas o los que aseguran que esto depende de cada individuo. La misma diversidad de datos es atribuida a los informes sobre el número de ataques cardiacos, la mejora para la salud de la mayor exposición al sol y, por lo tanto, a la vitamina D o el incremento de actividades al aire libre, entre ellas el deporte. Tampoco está claro si el hecho de contar con más o menos horas de luz solar impulsa la comisión de delitos o todo lo contrario. Muchas dudas y pocas respuesta. Quizás la más importante queda también por despejar: la Eurocámara, en su informe de 2017, también reconoce que la opinión de la ciudadanía europea en su conjunto no está clara. Los diferentes Eurobarómetros no resultan concluyentes y en las consultas públicas realizadas algunos sectores encuestados parecen simplemente no dar mucha importancia a este tema. Por eso, quizás los primeros que no saben que hacer son los eurodiputados.

¿Qué ocurriría si se abolieran estos cambios horarios en España? A corto plazo, si no se produjera el cambio de hora del próximo 25 de marzo, en el que a las 2:00 serán las 3:00, nuestro país «se acercaría a su hora solar natural, la que le corresponde por situación geográfica», defendían ayer desde Arhoe, la Comisión para la Racionalización de Horarios Españoles, informa J. V. Echagüe.

Hay que recordar que España cuenta con una hora menores con respecto a otros países del meridiano de Greenwich, debido a un decreto redactado por Franco en 1940. Desde esta organización, consideran que esta eliminación de los cambios horarios «facilitaría la adopción de hábitos más saludables, como adelantar la hora del almuerzo y de la cena», así como acostarse a una hora más temprana.

En definitiva, supondría abrazar el «horario inglés». Un país que, no por casualidad, cuenta con el huso horario del meridiano de Greenwich. «Sería una palanca de cambios que provocaría a su vez otros cambios de forma progresiva y gradual», añaden.