Lotería de Navidad
El «Gordo» anda en juicios
Antonio perdió el décimo premiado y lo halló a los dos años. Hoy sigue sin cobrar los 300.000 euros porque después de que la Audiencia Nacional le diera la razón, Loterías recurrió y ganó.
Antonio perdió el décimo premiado y lo halló a los dos años. Hoy sigue sin cobrar los 300.000 euros porque después de que la Audiencia Nacional le diera la razón, Loterías recurrió y ganó.
Antonio Catalina Moreno es uno de los cientos de ciudadanos que han acabado en juicio por la Lotería de Navidad. Aunque el caso de este vecino de Berlanga de Duero (Soria) al que la suerte le acarició con el décimo del Gordo que perdió es, si cabe, más peculiar.. «Es un tema que lleva mal. Imagínate, aún no ha cobrado el décimo que extravió y después encontró. Creo que mi hermano desistió porque se le estaba yendo un dineral en pagar todos los trámites y recursos», dice Feliciano, desde el Restaurante Senderos del Cid. Aunque nos dice que no cree que quiera hablar, nos hace el favor de preguntárselo. Horas después nos llama. Su tono es completamente opuesto al esperado. Está feliz. «Al final no he visto ni un duro de ese número. Ganamos todas las batallas judiciales y ni por ésas».
«Sigo jugando a la lotería y desgraciadamente continúo gastando dinero. Pero ahora los décimos se los doy a mi mujer». Antonio no para de reír. «Desde entonces me he casado y he tenido dos hijos maravillosos, eso es lo importante». Pero hay un número que no olvida: el 20.297. Ése fue al que la suerte sonrió en el sorteo Extraordinario de Navidad de 2006.
Antonio había comprado dos décimos, y el día anterior al sorteo «me di cuenta de que los había perdido. Me fui al bar y el dueño me dio uno de los suyos». Era el mismo número que había perdido, así que una vez que salió el Gordo, y que buscó por todos los rincones donde pensó que los podía haber dejado, presentó una denuncia por su extravío en la Guardia Civil. Su alegría se rompió cuando le comunicaron que su causa había sido archivada y la petición de cobro denegada por la Dirección General de Loterías y Apuestas del Estado. El motivo: no había especificado el número de serie ni la fracción de los dos décimos.
Unas alegaciones que pudieron considerase en su día de peso hasta que, dos años después, Antonio encontró uno de los décimos extraviados: «Estaba en una agenda vieja dentro del coche». Ahora ya sí tenía el número de serie, la fracción y cualquier detalle que le exigieran. Fue entonces, en 2008, cuando su abogado Jesús Soto Vivar, presentó un recurso, detallando todo lo que se le exigía y presentando copia del décimo.
Tras varias batallas legales, los magistrados de la sección sexta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional le dieron la razón y ordenaron a Loterías que abonase los 300.000 euros del premio a Antonio, alegando que «ha quedado probado, sin ningún género de duda, que nadie ha percibido el importe del billete del premio y que el décimo premiado fue adquirido por el recurrente y poseído por el mismo, quien lo extravió poco después».
Antes de saberse este fallo, Antonio había dejado el décimo en el banco y pasaron los años. «Y alguien de la entidad, al ver que estaba pasado de fecha, lo metió en la trituradora. La Audiencia aun así me dio la razón, pero entonces el Estado recurrió. El año pasado pagué los últimos 3.000 euros de costas del juicio que había ganado y ya lo dejé, estaba cansado de sacar dinero de un lado y meterlo en juicios. Además, ya se ha acabado el plazo».
El que sí que cobró fue el décimo del bar. Una cuantía que le ha servido para «pagar abogados, costas y mil cosas. Pero también perdí una parte, porque lo metí en Bolsa y ésta cayó».
Antonio vuelve a reírse. «Vete a saber dónde metí el otro décimo premiado. Una vez caminando por el monte me encontré un décimo y vaya vuelco que me dio. Pero no, no era el mío». «Me quedo con todo lo que vino después, mi familia», hace hincapié. Aunque quizá la suerte le sonría hoy.
Su caso no es el único que ha llegado a los tribunales. Años atrás, el abogado Luis Coronas logró que su cliente, Gloria F., cobrara la mitad del décimo de Lotería que había comprado con la que entonces había sido su novio. El condenado pidió a su primo que le comprase un décimo con los fondos comunes que tenía con su pareja de hecho. Semanas después rompieron y él se quedó con el décimo, que resultó premiado con 200.000 euros en el sorteo de Navidad. Gloria reclamó la mitad del premio pero su ex suegro le dijo que sólo le correspondía una sexta parte de éste, ya que lo compartía con sus padres y un hermano. Finalmente, la Justicia le dio la razón a Gloria. El resto fueron condenados. Y es que, cuando se comparte un décimo, se comparte. Y mejor que se firme en un papel y no se mande por WhatsApp. El último caso, este mismo año en Guipúzcoa: un hombre y una mujer acusados de no compartir un décimo de Lotería, agraciado con 400.000 euros del Gordo de 2013, que presuntamente compartían con un amigo al que no habrían entregado su parte del premio. La Fiscalía pedía dos años y ocho meses de prisión.
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