Premios Alfonso Ussía
El gran vuelo de una mujer infinita
Ruth Beitia ganó el oro olímpico en Río, con 37 años. Era la única medalla que le faltaba. «Soy lo que soy gracias a los valores que me ha enseñado mi entrenador, Ramón Torralbo», dice.
Ruth Beitia ganó el oro olímpico en Río, con 37 años. Era la única medalla que le faltaba. «Soy lo que soy gracias a los valores que me ha enseñado mi entrenador, Ramón Torralbo», dice.
Quien piense que la edad es un obstáculo para algo, que mire a Ruth Beitia, campeona olímpica a los 37 años y con una historia de segundas oportunidades detrás. «La vida me ha hecho un regalo», suele decir. Es una atleta fantástica desde siempre, gran competidora, medallista múltiple y además diplomada en Fisioterapia y política, pues es diputada del PP en el Parlamento cántabro. Ruth pensó que los Juegos de Londres 2012 eran el final de su carrera deportiva. Fue cuarta. Pero ella sentía que tenía que dejarlo en ese momento. Detrás quedaba un palmarés extraordinario y aunque no lo sabía, por delante tenía otro todavía mejor. Pero eso llegó después de que, por ejemplo, practicara otras aficiones, como patinar. Ella es de Santander, y en el norte de España llueve mucho, y patinar lloviendo es complicado... Pero ¡bendita lluvia! La convencieron para que volviera a saltar y lo que ya había logrado, lo superó: campeona de Europa, bronce Mundial y, sobre todo, el pasado verano, oro olímpico, la única medalla que le faltaba. Es la primera española que lo logra en atletismo, el deporte rey de los Juegos. Se concentra, hace un extraño movimiento con la mano –gesto que el público suele imitar–, da nueve pasos y después tiene la sensación de volar por unos instantes por encima de los dos metros. Cuando el listón se queda quieto, llega el éxtasis y el abrazo con la persona a la que considera su «cincuenta por ciento». «Quiero dar las gracias a Ramón Torralbo. Soy lo que soy gracias a los valores que me ha enseñado», dijo la atleta sobre su entrenador, con ella desde que era una niña. Con él creció como persona y como deportista. Y con él se sigue tomando una caña por las tardes para hablar de todas esas cosas que no tienen que ver con correr o saltar.
«No la suelto», afirmó Beitia con la estatuilla entre las manos que la condecoraba como Personaje del Año, una réplica en miniatura de Alfonso Ussía, quien da nombre a los premios. «Me llevo la versión más delgada de ti», comentó Beitia, a quien se le pegó el tono bromista del periodista y escritor. Todavía tuvo más: «Soy muy admiradora de tu pluma... De la de escribir». La saltadora no paró de sonreír en todo el acto. En realidad, es difícil no verla en ese estado. «Todos nos emocionamos con ella en Río cuando logró el oro, pero también al verla sentada y sonriente, aplaudiendo a las rivales, que a veces le pedían consejo», aseguró Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español y encargado de entregarle el premio. A él le confesó algo en el viaje de vuelta de los Juegos de Río. «Me dijo: “Me falta algo, ser campeona del mundo”. Estoy seguro de que el año que viene lo vas a conseguir», desveló Blanco. La competición será en agosto, Ruth tendrá 38 años. ¿Es eso un problema? Queda claro que no.
Eso será dentro de unos meses. Ayer, después del premio en LA RAZÓN, se fue corriendo a recoger otro: el de mejor atleta española del año.
Está claro que 2016 ha sido su gran año.
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