Francia
Francia desata su ira contra el «burkini»
Una ciudad de Córcega se suma a su veto en las playas después de una grave revuelta originada por este traje de baño musulmán
La decisión ha sido adoptada tras una pelea entre jóvenes corsos y familias de origen magrebí.
El veto al «burkini» en Francia ha llegado incluso a las manos. Se vivió el pasado sábado en la playa de Bastia, en Sisco (Córcega) cuando se registró una pelea entre jóvenes corsos y familias de origen magrebí. Algunas de las mujeres, según relató un testigo al diario «Corse Matin», llevaban ese traje de baño islámico y el altercado, en el que hubo cinco heridos, entre ellos una embarazada, se desencadenó después de que ciertos bañistas las fotografiaran. Comenzó entonces una lluvia de botellas y piedras y tres coches acabaron en llamas. Cerca de 100 agentes de la Policía se desplazaron al lugar y tuvieron que formar un cordón policial para proteger a las familias musulmanas. Pero no quedó sólo en la playa. Posteriormente se produjo una marcha de alrededor de 200 corsos, que se dirigieron hacia una urbanización en la que reside una gran población de personas de origen magrebí mientras gritaban: «Ésta es nuestra casa». Finalmente las Fuerzas de Seguridad intervinieron y les prohibieron la entrada.
Este nuevo episodio se suma al debate sobre el islam en Francia, y concretamente sobre la prohibición del «burkini», que ha comenzado a extenderse en las playas del país, con tres localidades que han vetado ya ese bañador que cubre completamente el cuerpo de la mujer alegando motivos de higiene y seguridad. Al ejemplo de Cannes y Villeneuve-Loubet, ambas en la Costa Azul, se suma ahora esta localidad corsa.
El socialista Ange-Pierre Vivoni, alcalde de Sisco, tomó la decisión de prohibirlo en un Consejo Municipal extraordinario convocado tras lo sucedido y se inspiró al redactar su decreto en los otros dos ejemplos, informa Efe.
La polémica sobre ese bañador saltó a principios de agosto cuando se conoció la propuesta de la ONG Smile 13 de reservar un parque acuático cercano a Marsella exclusivamente para mujeres, a las que se les pedía acudir con esa prenda o bien cubiertas.
La oleada de reacciones contra esa iniciativa, que no era ilegal, llevó el pasado día 8 a que la alcaldía de Pennes Mirabeu y los gerentes del parque anularan ese evento en un intento por calmar los ánimos.
Tres días más tarde, fue Cannes el que se pronunció de forma más general contra ese polémico bañador. Una prenda que «manifiesta de forma ostentosa una pertenencia religiosa, cuando Francia y los lugares de culto religioso son actualmente objetivo de ataques terroristas, puede provocar disturbios del orden público», detalló su decreto, que no citaba específicamente el nombre de «burkini». Pero el director general de servicios del ayuntamiento, Thierry Migoule, fue más lejos y, en declaraciones a «Francetv info», aseguró que el «burkini» es una «señal de adhesión al yihadismo» y plantea además «problemas de higiene». Por su parte, la Liga de los Derechos Humanos (LDH) y el Colectivo contra la Islamofobia en Francia (CCIF) llevaron ante los tribunales esa ordenanza, pero la Justicia respaldó el sábado a las autoridades locales.
El Tribunal Administrativo de Niza consideró que el veto respetó las disposiciones del artículo primero de la Constitución, que definen a Francia como una República laica y prohíben a cualquier persona «hacer prevalecer sus creencias religiosas sobre el respeto de las reglas comunes». El juez indicó igualmente que en el actual estado de emergencia y ante los recientes atentados, en particular el que en Niza mató a 85 personas a mediados de julio, un bañador diferente del habitual puede ser interpretado como algo más que «un simple signo religioso». Villeneuve-Loubet también mencionó los ataques yihadistas en defensa de su decisión, tras considerar que ese bañador «no es apropiado» y no tiene lugar «por razones de higiene».
La guerra abierta entre defensores y detractores está lejos de terminarse, pues el Colectivo contra la Islamofobia en Francia pretende recurrir su derrota judicial ante el Consejo de Estado francés, la máxima instancia administrativa del país. Según medios franceses, el abogado de esa asociación, Sefen Guez Guez, cree que este veto temporal «abre la puerta a la prohibición de todo signo religioso en el espacio público». La LDH también había advertido sobre las consecuencias de esas prohibiciones: la alcaldía de Cannes, en su opinión, discrimina a mujeres que no cometen ningún delito y, al mencionar explícitamente los atentados, efectúa «una amalgama peligrosa para la paz social».
Un empresario, dispuesto a pagar las multas
Un empresario argelino, Rachid Nekkaz, se ofreció ayer a pagar todas aquellas multas que se dicten contra el «burkini» en Francia. Nekkaz, que realmente nació en Francia, creó en el año 2010 un fondo dotado de un millón de euros para pagar multas por llevar en lugares públicos el «niqab» (velo integral que solo deja al descubierto los ojos), que había sido prohibido ese año en el país. En 2012, el que fuera precandidato presidencial en 2006 se puso también al frente de una semana de desobediencia civil en la que animó a las musulmanas que lo desearan a salir con esa prenda como protesta por su prohibición. «Aunque a título personal me opongo a portar el niqab, creo que nadie tiene derecho en democracia a impedir a una persona que lleve la prenda de su elección cuando ésta no representa un peligro para la libertad ajena o la seguridad del territorio», dijo en declaraciones recogidas ayer por el diario «Nice Matin». Ahora es el turno de pagar por el «burkini».
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