Alimentación
Enfermos de vitaminas
Diversos estudios alertan del abuso de los suplementos alimenticios. Alrededor de un 13% de los españoles consume a diario estos productos
Diversos estudios alertan del abuso de los suplementos alimenticios. Alrededor de un 13% de los españoles consume a diario estos productos
Todas las vitaminas que necesitamos caben en una minúscula cápsula. Ahora bien: ¿realmente las necesitamos? Y lo que sería más grave: ¿podrían llegar incluso a ser perjudiciales? Lo cierto es que no cesan las voces que alertan desde ámbitos médicos y científicos sobre el exceso en el consumo de complejos vitamínicos. En lo que respecta a España, el informe de la consultora IMS Health relativo al mercado farmacéutico revela que las unidades de productos catalogados como «consumer health», de autocuidado y de venta sin receta, aumentaron un 13% el pasado agosto respecto al año anterior, mientras que su volumen de mercado creció un 15,6%. Además, el estudio «El mercado de los complementos alimenticios en España», del Grupo Hefame de distribución farmacéutica y el Instituto de Innovación Alimentaria de la Universidad Católica de Murcia, muestra que en 2015 se vendieron 8,8 millones de complementos vitamínicos y minerales, lo que supuso un desembolso de 134 millones de euros. Y es que, dentro de los productos nutracéuticos –entre los que se incluyen adelgazantes, antiinflamatorios o reguladores del colesterol–, las vitaminas y minerales coparon el 24% del mercado. Además, un estudio de The Nielsen Company cifraba en un 13% los españoles que consumen a diario estos productos.
«Vivimos en lo que se conoce como nutricionismo», explica a LA RAZÓN Miguel Ángel Martínez, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra. «Es un reduccionismo. Los pescados grasos son ricos en omega 3, por lo que se comercializa en cápsulas. Sin embargo, el pescado, las frutas o las hortalizas cuentan con cientos de elementos bioactivos, en unas proporciones adecuadas, y que son sinérgicos unos respecto a los otros. Éso no se puede meter en una cápsula. Si quiere tener un suplemento de ácidos omega 3, coma pescado», añade. Y es que, a día de hoy, «no hay evidencia de que una persona sana, sin déficits de vitaminas o minerales, deba tomar suplementos». De hecho, más bien es lo contrario: «Se recomienda no ingerirlos de manera sistemática, ni de forma preventiva ni generalizada».
Lo más inquietante son los estudios que revelan que, en algunos casos, los complementos pueden llegar a ser perjudiciales. «Hay trabajos interesantes en los que no han salido ventajas en aspectos como la mortalidad y la incidencia en el cáncer y en las enfermedades cardiovasculares», dice Martínez. En la reunión de 2015 de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer, Tim Byers, del Centro del Cáncer de la Universidad de Colorado, aseguró que «la evidencia demuestra que las personas que toman más suplementos dietéticos de los necesarios tienden a desarrollar un mayor riesgo de cáncer», si bien es verdad que «no estamos seguros de por qué sucede». Así ocurrió con el betacaroteno, principal fuente de vitamina A, y que se asocia a beneficios para la visión y la piel. Un estudio demostró que tomar más dosis de las recomendadas aumentaban un 20% el riesgo a desarrollar cáncer de pulmón y enfermedades cardíacas. En cuanto a la «reina» de las vitaminas, la C, el instituto Karolinska de Estocolmo avisó de los «riesgos asociados en altas dosis». En un estudio publicado en «JAMA», la profesora asociada Agneta Akesson alertó de que «aquellas personas con antecedentes de piedras en el riñón deberían consultar con su médico antes de tomar complementos», pues la vitamina C podía incrementar los daños renales.
Mención aparte merecen los antioxidantes. Un trabajo también publicado en «JAMA» revelaba que la vitamina A, la E, el betacaroteno y, en general, todas aquellas que a priori previenen el daño celular podían aumentar la mortalidad. Concretamente un 16%, un 4% y un 7%, respectivamente. A esta conclusión llegó el Hospital Universitario de Copenhague, que en 2007 analizó hasta 70 ensayos clínicos con más de 230.000 participantes.
Javier Morán, director del Instituto de Innovación Alimentaria de la Universidad Católica de Murcia, no cree que en nuestro país haya un abuso de estos productos y defiende su uso responsable. «España es el décimo mercado de Europa para complementos alimenticios», señala. Así lo indica un estudio elaborado el pasado año por Nutraingredients, en el que Suiza, Reino Unido y Polonia encabezan el ranking. «No es cierto que el mercado crezca. Crece en euros, pero no en unidades. Es un consumo anecdótico. El problema no es el exceso de ingesta, que no es relevante, sino la carencia de vitaminas y minerales en algunos grupos poblaciones», añade Morán. De hecho, según el último estudio ENIDE, la población española es deficitaria en vitaminas A y D y en ácido fólico. «Parece que la Administración no controla estos productos y no es verdad. Además, es rarísimo que se superen los límites de ingesta favorable», afirma. Según su trabajo, las vitaminas más consumidas en España en estos productos serían la C (16%), seguida de la E (12%) y la B12 (7%). Para Miguel Ángel Martínez, la clave del déficit de vitamina se soluciona con la dieta mediterránea. «Es algo que teníamos y que se está perdiendo. Se ha demostrado que cubre la demanda de micronutrientes», explica. Quizá, por eso, «las farmacias de EE UU están llenas de suplementos de vitaminas y minerales».
Las vitaminas de la vida
A - Lleva caroteno (compuesto
que da el color anaranjado). Su déficit produce problemas en la visión y en la piel.
B - Su ausencia se asocia a la pelagra y a perturbaciones digestivas y nerviosas. Su falta puede causar dermatitis.
C - Su déficit causa anemia, dolor e inflamación de articulaciones y problemas para combatir infecciones.
D - Su ausencia puede provocar osteoporosis. Se encuentra en lácteos y en pescadosgrasos.
E - La falta de esta vitamina puede acarrear problemas de infertilidad, así como anemia o complicaciones neurológicas.
K - Se la relaciona con la coagulación de la sangre. Su ausencia causa sangrado en las encías. Se investiga su relación con la salud ósea.
✕
Accede a tu cuenta para comentar