Teología de la Historia
El Escorial, Medjugorje y Kibeho: tres impactantes mariofanías en 1981
La Madre de Dios y Madre nuestra acude en auxilio de sus hijos si no transitan por el camino que les lleva a la salvación
En los dos mil años de Historia de la Iglesia se tiene constancia de numerosas presuntas mariofanías; es decir, de posibles manifestaciones de la Virgen María a la humanidad. Ello sin perjuicio de que la veracidad de las mismas solo puede afirmarse con certeza cuando la Iglesia, previa investigación correspondiente, se pronuncia afirmando su origen sobrenatural. Sobre gran número de ellas no se ha expresado un juicio definitivo, que de ser favorable significaría que, en efecto, es la Virgen María quien se reveló en los acontecimientos investigados.
Se estima que en torno a un 80% de las numerosas mariofanías de las que se tiene conocimiento en la bimilenaria historia de la Iglesia –y que poseen cierto fundamento como para admitir alguna posibilidad de ser ciertas– están concentradas en los dos últimos siglos. Esa tan alta cifra en ese limitado periodo de tiempo tiene su origen y explicación en la Revolución francesa, que marcó un punto de inflexión en el mundo occidental edificado sobre las raíces cristianas. La Cristiandad alumbró a Europa construida sobre el trípode de la filosofía de Grecia, el Derecho de Roma y la fe nacida en Jerusalén. En aquel mundo, la cosmovisión acerca del hombre, la familia y la sociedad tenía esa raíz: Dios era el centro, la medida y la referencia de toda la creación. Pero la Revolución desplazó a Dios, siendo sustituido por el hombre, llegando hasta entronizar sobre el altar mayor de la Catedral de Notre Damme de París a una mujer como «la diosa razón». Eso sí, luciendo como símbolo la enseña de «la libertad, la igualdad y la fraternidad», y ocultando su emblemática guillotina. El racionalismo marginó de la sociedad lo «sobrenatural», y la fe pasó a ser considerada por la filosofía «de las luces» como algo propio de un pasado ignorante, supersticioso y ante todo irracional. Era que el oscurantismo de la Edad Media daba paso, en su opinión, al Siglo de las Luces, con el Iluminismo.
De análoga manera a cómo una madre cuida de sus hijos y procura ayudarles, avisarles y corregirles cuantas veces sea preciso si considera que van por un camino equivocado, la Madre de Dios y Madre nuestra acude en auxilio de sus hijos si no transitan por el camino que les lleva a la salvación. Los valores y principios éticos y morales de las sociedades occidentales previas a la Revolución disminuían el riesgo de que la población fuera por caminos equivocados, lo que explica ese notable incremento posterior de mariofanías, que se han multiplicado en estos últimos años.
En especial, tras la Revolución comunista del Octubre Rojo de 1917, se agudizó la pérdida de la cosmovisión cristiana, cuando Dios fue progresivamente marginado de la sociedad, y los «derechos humanos» han ido desplazando a derechos de la Ley de Dios, como el derecho al aborto frente al de la vida, o el de la eutanasia frente a la muerte natural. La actual apostasía –pérdida de la fe cristiana– ha convertido a Europa occidental en un virtual cuerpo sin alma, diluyéndose la identidad nacional e histórica cristiana de la mayoría de las naciones que la componen.
En este contexto cultural e histórico es en el que deben ser estudiadas las diferentes maniofanías de las que se tiene conocimiento y que pueden gozar, de hecho o de derecho, de fundamentada presunción de autenticidad.
Sentadas estas premisas, nos trasladamos a finales del pasado siglo XX, apenas hace 43 años, cuando comenzaron tres revelaciones marianas distintas, que merecen ser destacadas por su coincidencia en el tiempo y por su mensaje espiritual y profético, pese a ser muy distantes geográficamente entre sí. Todas empezaron en 1981, las primeras el 14 de junio en la localidad de Prado Nuevo en El Escorial, Madrid. Allí la Virgen Dolorosa se manifestó a una sencilla mujer, Luz Amparo Cuevas, madre de siete hijos y empleada de hogar, dándole mensajes públicos los primeros sábados de mes, que finalizaron el 4 de mayo de 2002, tras 21 años.
El 8 de septiembre de 1981 la Virgen dirá en aquel lugar: «Como no cambie España, será castigada». Y estamos sufriendo el castigo de los ataques a la Iglesia, al orden moral. En otro momento, añadirá: «Ay hija, el pueblo judío fue castigado por negar a Jesucristo y, ¿acaso no deberá hacer lo mismo con España?». También insistió en la necesidad de la oración y la penitencia y el rezo del rosario para evitar diversos peligros. En 1981 la banda terrorista ETA regaba de sangre las calles de España, y el principio de su final comenzó un 8 de diciembre –fiesta de la Inmaculada Concepción– del año 2000, con la firma del pacto antiterrorista.
Apenas diez días después de iniciarse las apariciones de Madrid, el 24 de junio, comenzaban otras en Medjugorje, en Bosnia-Herzegovina (la antigua Yugoslavia). Allí algunos de los siete videntes iniciales, ahora varones y mujeres adultos, siguen teniendo manifestaciones en fechas señaladas y previamente anunciadas, recibiendo mensajes de la «Gospa» –«Nuestra Señora» en lengua croata–, que es conocida como «La Reina de la Paz».
En aquellas apariciones la Virgen anunció guerras en la antigua Yugoslavia y el fin del comunismo en la región, cuando todavía no había conflictos políticos y militares que hicieran pensar en la posibilidad de que se hicieran realidad. Para entenderlo bien, es oportuno recordar unas profecías dadas por la reina de los profetas, la Virgen María, en 1917 en Fátima, cuando la Primera Guerra Mundial parecía no tener fin, y la guerra de las trincheras y los gases ocasionaba una ingente cantidad de víctimas en los campos de batalla de Europa. En Portugal anunciará que «las guerras son consecuencia de los pecados de los hombres», y que «si no había conversión, vendría una guerra mayor» (que sería la Segunda Guerra Mundial). En Medjugorje el aviso les fue dado diez años antes de que en la antigua Yugoslavia se impulsara la creación de una «gran Serbia», iniciándose una guerra terrible con genocidios.
Las terceras apariciones comenzarán el 28 de noviembre, también de 1981, en una escuela secundaria de Kibeho, localidad al sur de Ruanda, en África, y terminarán en la misma fecha un año después, en 1982. Allí la Virgen predijo incluso un gran genocidio pidiendo, oración, ayuno y penitencia para evitar ese gran derramamiento de sangre. Ese mensaje fue el 19 de agosto de 1982, y en una larga aparición de varias horas les mostró «un río de sangre» con asesinatos en masa, matándose unos a otros indiscriminadamente. Esa profecía se cumplió en 1994, tras estallar una cruel guerra civil en Ruanda entre la tribu de los hutus (85% de la población total) y los tutsis, impulsada desde el Gobierno en el periodo de 1990 a 1993, sembrando el odio contra la etnia tutsi minoritaria. El resultado fue un genocidio terrible de los tutsis que ocasionó más de 800.000 muertos, convirtiendo el río Kagea en un auténtico «río de sangre», como les había sido mostrado años atrás en esa visión.
Como vemos, además de la coincidencia temporal, en estas tres apariciones se añadirá un insistente mensaje para rogar por la paz mediante la oración y la penitencia, con sacrificios y deseos de conversión para evitar el peligro de sangrientas guerras, incluso genocidios, particularmente en Medjugorje y Kibeho. Junto con Fátima, son tres ejemplos de indiscutible autoridad para acreditar que, siendo una Madre inigualable, la Virgen María siempre acude en socorro de la humanidad cuando sabe que sus hijos van hacia el precipicio. Es una contundente desautorización a quienes, ignorando que la Virgen es una Madre e incluso conociendo dramáticas experiencias como éstas, se atreven a negar que Ella se aparezca para anunciar «desgracias o calamidades». Al parecer y según esa opinión, una madre no debería advertir a sus hijos de los peligros que puedan correr de proseguir con su conducta.
Estos días, por primera vez en 43 años, la Gospa ha pedido una novena especial ante su imagen en el Podbrdo pidiendo por la paz, manifestándose al finalizar cada noche. A buen entendedor…
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