Cumbre de la ONU

Los recortes de EE UU en ayuda exterior, una amenaza real

El desmantelamiento de la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid) podría suponer más de 14 millones de muertes

Members of the pharmacology department take inventory of the last boxes of drugs delivered by the now-dismantled United States Agency for International Development (USAID) amid medical supply shortages in a pharmacy storeroom at Lodwar County Referral Hospital in Lodwar on April 1, 2025.
Gracias a la Usaid, millones de medicamentos llegan a países con grandes problemas de salud a nivel globalLuis TATO AFP

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) se posiciona como la mayor agencia de financiación de ayuda humanitaria. Un reciente estudio, coordinado por investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal); del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Federal de Bahía; de la Universidad de California; y del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (entre otros), estima que entre 2001 y 2021 se evitaron 91 millones de muertes en países de ingresos bajos y medios gracias a programas financiados por la Usaid. Esto convierte en algo preocupante los recortes que EE UU está aplicando en sus acciones de ayuda exterior, tal y como apunta ISGlobal en un comunicado.

La investigación, publicada en The Lancet, lanza una serie de advertencias sobre qué consecuencias para la salud global podría tener esta nueva era. David Rasella, uno de los participantes en el estudio, aseguró que estas proyecciones llegan “en un momento crítico”, pues uno de los objetivos la cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4) es “alinear la financiación global con las necesidades reales sobre el terreno”. Rasella expresó que “si queremos cumplir con los ODS, no podemos permitirnos desmantelar mecanismos de financiación como Usaid, que han demostrado salvar millones de vidas. Es el momento de ampliar, no de recortar.”

Los investigadores han analizado datos de 133 países con dos enfoques: con una evaluación retrospectiva del período 2001-2021, y con modelos de proyección hasta 2030. Utilizaron modelos estadísticos que tuvieron en cuenta factores como población, ingresos, educación y sistemas de salud para estimar el impacto de la financiación de Usaid en la mortalidad, incluyendo diferencias por grupo de edad y causa de muerte. Finalmente, aplicaron modelos de microsimulación para calcular cuántas muertes adicionales podrían producirse si los recortes actuales continúan.

El estudio concluye que los programas apoyados por esta agencia se asociaron con una reducción del 15% en la mortalidad general y una reducción del 32% en la mortalidad infantil (menores de cinco años). Se estima que se evitaron más de 91 millones de muertes durante este periodo, de las cuales aproximadamente 3o millones fueron de niños y niñas. En los países que recibieron mayor financiación, el impacto fue más notable en enfermedades prioritarias: la mortalidad por VIH/sida disminuyó un 74%, por malaria un 53% y por enfermedades tropicales desatendidas un 51%. También se observaron reducciones significativas en muertes causadas por tuberculosis, desnutrición, enfermedades diarreicas, infecciones respiratorias, y causas maternas y perinatales.

Si se mantienen los niveles de financiación del año 2023, o si se aplican los recortes drásticos anunciados a principios de este año, que suponían una reducción del 85% en los programas de la Usaid, podrían producirse más de 14 millones de muertes adicionales antes de 2030, incluyendo más de 4,5 millones de menores de cinco años, lo que equivale a unos 700.000 fallecimientos infantiles adicionales por año.

El estudio alerta de que también otros donantes internacionales, fuera de EE UU, podrían verse incentivados a reducir sus compromisos, lo que debilitaría aún más la prestación de servicios en países que ya dependen del apoyo externo. Rasella alertó de que “existe el riesgo de frenar bruscamente, e incluso revertir, dos décadas de progreso en salud en poblaciones muy vulnerables. Para muchos países de ingresos bajos y medios, el impacto sería comparable al de una pandemia o un conflicto armado”.