Planta de cannabis

España multiplica su producción de cannabis medicinal

La Agencia Española del Medicamento prevé cultivar este año 23,4 toneladas, casi cuatro veces más que en 2022, para exportar a otros países donde se permite su uso terapéutico

La producción de marihuana con finalidades médicas «se hace en laboratorios farmacéuticos». Marta Rodríguez, bióloga y directora del Cannabis Fórum celebrado la semana pasada en el recinto ferial de IFEMA en Madrid, pide que «no nos imaginemos el huerto de una casa» cuando oigamos hablar sobre el cultivo de cannabis para uso terapéutico. «Son salas limpias con el ambiente controladísimo y sistemas de producción súper certificados», detalla Rodríguez sobre el cultivo de esta planta que está permitido en España a 22 empresas, 5 de ellas con fines médicos y 17 compañías con licencias destinadas a la investigación por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

La Aemps, organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, prevé este año una producción de 23,43 toneladas de cannabis medicinal en España, como notificó a la Junta Internacional de Estupefacientes (JIFE) de Naciones Unidas, lo que supone casi cuadruplicar las 6 toneladas producidas el año pasado y multiplicar por 39 los 600 kilos de cannabis farmacológico cultivado en nuestro país en 2021. En 2020 fueron 500 kilos, al igual que el año anterior, y en 2018 400 kilos de marihuana fueron cultivados para su uso terapéutico que, en su mayoría, se exportan a otros países como Alemania, Francia, Portugal o Polonia donde está permitido la prescripción de cannabis de uso terapéutico.

España producirá este año 39 veces más cannabis medicinal que en 2021 cuando se cultivaron 600 kilos

Pese a que en nuestro país aún no ha sido regulado el uso medicinal del cannabis, se conceden licencias para el cultivo de marihuana destinado a la investigación y a la exportación. Los países deben comunicar cada año a la JIFE la previsión de necesidades de todas las sustancias que están sometidas al control internacional en cumplimiento de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, entre ellas el cannabis, y que van destinadas a un uso farmacológico y científico. En el caso de España, la Aemps es la encargada de proporcionar esos datos que la JIFE publica más tarde en un informe con las «necesidades anuales legítimas de cada país».

Estas 23,4 toneladas de cannabis farmacológico se destinan principalmente a la exportación a otros países, aunque también se utilizan para cubrir la demanda de los pacientes a los que se administran los dos únicos medicamentos hechos con cannabinoides autorizados en nuestro país, Sativex y Epidiolex. Además, una parte de estos 23.430 kilos de marihuana autorizados se utiliza para la fabricación de extractos de cannabis, por ejemplo en aceites o jarabes, para la exportación al extranjero, aunque en la mayor parte de lo exportado se envía en forma de flores de cannabis, conocidos como cogollos, sujetos a «un estricto control», recuerda la directora del Cannabis Fórum.

La agencia del Ministerio de Sanidad precisó que 19.060 kilos, el 81% de la previsión de este ejercicio, corresponden a la producción de cannabis con fines médicos, mientras que los 4.365 kilos restantes, cerca del 19%, son para la producción que va destinada exclusivamente a la investigación. La producción en nuestro país de cannabis destinado a la exportación había acaparado en 2022 el 66% de la cantidad estimada para ese año, es decir, 4.000 kilos de marihuana. El 34% restante, 2.000 kilogramos aproximadamente, fueron cultivados para desarrollar investigaciones. Estos datos se conocen a partir de la información de producción que deben comunicar cada año las compañías autorizadas por la Aemps para cultivar cannabis con fines medicinales o científicos. En el informe que deben presentar anualmente para renovar la autorización administrativa, estas empresas deben reflejar cuánto cannabis van a producir en el nuevo ejercicio y lo que produjeron en el año ya finalizado.

Somos el undécimo país del mundo en producción de marihuana con fines terapéuticos

Uno de los principales países que importan estas plantas medicinales de marihuana producidas en España es Alemania, donde desde 2017 se permite el uso del cannabis con fines medicinales, siempre y cuando su consumo sea justificado y esté avalado por un médico. Otros países como Portugal, Francia o Polonia son también destinos habituales de estas plantaciones farmacológicas de cannabis producidas en nuestro país.

Con su previsión de más de 23 toneladas de cannabis, España se sitúa como el undécimo país del mundo con la mayor estimación de producción de cannabis medicinal este año y como el primero entre los que aún no disponen de un programa que regule su uso. Únicamente Gran Bretaña, con 350,4 toneladas, Canadá (277,7), Colombia (145,9), Uruguay (128,4), Australia (94,6), Israel (85,4), Nueva Zelanda (81,2), Perú (50), Alemania (26,8) y Dinamarca (25) superan las previsiones de España.

Sin embargo, España rebasa a otros países con programas regulatorios del uso del cannabis medicinal ya en marcha, y algunos desde hace varios años, como es el caso de Italia. El país de la pizza notificó para este año una previsión de solo 2,6 toneladas. O Portugal que comunicó 6,5 toneladas, Francia, una sola tonelada y Tailandia, 4,5 toneladas. Llama la atención Marruecos, el mayor productor de cannabis ilícito del mundo, un país que aprobó un plan de regulación para la producción medicinal y notificó a la JIFE de Naciones Unidas una previsión de un solo gramo para 2023.

Estados Unidos informó a la JIFE que prevé este año una producción de tres toneladas de marihuana medicinal. Por ello, no figura entre los primeros países del mundo en producción de cannabis, a pesar de que la mayoría de sus estados ya han legalizado su producción y uso medicinal, debido a que la estadística de la JIFE tan sólo recoge los datos facilitados desde el ámbito federal norteamericano, donde todavía no ha sido regulado.

En nuestro país, la regulación sigue aún pendiente de que el Congreso de los Diputados cumpla el dictamen de la Comisión de Sanidad que el 27 de junio del año pasado dio al parlamento un plazo de seis meses, que venció el pasado mes de diciembre, para aprobar las medidas necesarias para legalizar el uso medicinal del cannabis en España.

«Los pacientes son obligados a acudir al camello sin ningún control médico»

De acuerdo con ese dictamen, el cannabis deberá ser prescrito por médicos especialistas de las enfermedades y dolencias autorizadas para este uso y dispensado en farmacias hospitalarias, aunque con la posibilidad de que lo hagan también otros profesionales sanitarios y oficinas de farmacia comunitarias. Rodríguez remarca a LA RAZÓN la contradicción que supone que la legislación española «permita producir a la industria farmacológica, pero los pacientes no puedan beneficiarse de las propiedades del cannabis medicinal»: «Los enfermos son obligados a acudir al mercado negro, a ir a comprar al camello del barrio sin ningún control médico».

Una planta de cannabis
Una planta de cannabislarazonReuters

Esta planta tiene dos principales componentes que son el Tetrahidrocannabinol (THC) y el Cannabidiol (CBD), cuyas propiedades «son percibidas por los pacientes como un alivio igual o mayor que otros medicamentos sin sufrir tantos efectos secundarios». El cannabis medicinal ha demostrado ser efectivo en el alivio del dolor crónico, incluyendo el asociado con enfermedades como la fibromialgia, la artritis y la neuropatía. Los cannabinoides presentes en el cannabis, como el THC y el CBD, pueden actuar sobre los receptores del dolor en el sistema nervioso, ayudando a reducir la sensación de dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Además, el cannabis también puede tener propiedades antiinflamatorias, lo que contribuye a su efecto analgésico.

Varios estudios clínicos han respaldado la eficacia del cannabis medicinal en el manejo del dolor crónico. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista «JAMA Internal Medicine» en 2018 encontró que el uso de cannabis medicinal estaba asociado con una reducción significativa del dolor en pacientes con dolor crónico no relacionado con el cáncer. El cannabis medicinal también ha demostrado ser efectivo para las náuseas y vómitos asociados a la quimioterapia, pacientes que sufrenepilepsia, esclerosis múltiple, fibromialgia, párkinson, alzhéimer y trastornos del sueño.

La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de abril de 2021, concluyó que la mitad de la población española, el 49,7%, apoya legalizar la venta de marihuana en determinados establecimientos y condiciones, un porcentaje favorable que sube hasta el 90,1% si es para un uso medicinal. La directora del Cannabis Fórum subraya que «los dos únicos medicamentos que contienen cannabinoides permitidos en España son el Sativex, que solo contiene CBD, y el Epidolex que contiene CBD y THC». El Sativex es utilizado para la epilepsia y como tratamiento adicional para mejorar los síntomas relacionados con la espasticidad moderada o grave en personas con esclerosis múltiple. Y el Epidolex se usa para tratar convulsiones asociadas con el síndrome de Lennox-Gastaut o el síndrome de Dravet.

En la previsión de 2022, la Aemps precisó que 1.500 kilos iban destinados a la producción de Sativex y Epidiolex. El Sativex se dispensa a través de los servicios de farmacia de los hospitales a 1.300 pacientes, que consumen en torno a 13.000 envases al año, mientras que el Epidiolex se administra a 700 personas que usan 3.800 unidades anuales, según los datos que proporcionó el jefe del departamento de Inspección y Control de Medicamentos de la AEMPS en la subcomisión del Congreso de los Diputados.

A pesar del paso adelante dado por el Congreso de los Diputados el año pasado, el Gobierno no ha regulado el uso del cannabis con fines terapéuticos. «Muchas veces se asocia el uso medicinal con el uso lúdico. Hay mucha confusión y eso aleja la posibilidad de una regulación adecuada para los pacientes. No queremos que los tratamientos se asocien con fumar un porro. No tiene nada que ver», remarca Rodríguez.

«Llevo 33 años viviendo con dolor»

Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal, subraya a LA RAZÓN que «los pacientes estamos absolutamente descontentos con el ministro de Sanidad, José Manuel Miñones». Pérez remarca que «no podemos entender cómo es posible que se esté cultivando y extrayendo cannabis en grado farmacéutico en nuestro país y, en cambio, todos estos productos no estén llegando a los enfermos españoles»: «El dolor, las náuseas y los vómitos son iguales para un alemán que para un español».

A sus 44 años, Carola utiliza «el cannabis de diferentes formas» para aliviar los dolores que sufre desde que se rompió el coxis cuando era pequeña. «Llevo 33 años viviendo con dolor, imagínate el viaje», cuenta a este diario con la esperanza de que algún día pueda «ir a la farmacia y, del mismo modo que recojo un revotril o la metadona que tengo que tomar cada ocho horas, pudiera adquirir también cannabis medicinal». Ahora Carola ha aprendido a «cultivarlo en casa, medir el PH, la humedad y la luz que necesitan para crecer en un armario de interior».

Esta paciente que sufre dolor crónico sabe también «hacer aceites que, como otros enfermos, llevamos a laboratorios de la fundación Canna donde podemos saber el porcentaje de THC y CBD tienen para medir las dosis». Sus dolores le impiden en ocasiones poder dedicarse a su huerto de cannabis. «En momentos en los que no puedo cultivar, como ahora por los fuertes dolores, recurro a un club social de cannabis o un dispensario que hay en España, a través de la asociación Tus Emociones, donde nos dan acceso a un dispensario para recibir flores y aceites que están bien hechos y analizados».

Carola inhala «la flor con un dispositivo que nos ayuda a los pacientes a no tener riesgos asociados» y usa «cremas y aceites con CBD y THC para el dolor de las cicatrices donde me han operado tantas veces y superar la crisis que conllevan un riesgo de desmayo». «Al vivir con un dolor tan extremo y tras tantos tratamientos fallidos, el cannabis me ayuda a poder dormir, abrir el apetitivo, paliar los dolores y, mentalmente, a soportar esta situación de sufrimiento».