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España se la juega en el examen de PISA

España se la juega en el examen de PISA
España se la juega en el examen de PISAlarazon

El Monte Fuji es un famoso volcán inactivo de Japón. Hasta ahí todo claro, pero sólo permanece abierto al público 58 días al año. 200.000 personas lo visitan durante este tiempo. ¿Cuántas personas suben cada día? Ésta es una de las preguntas a las que se enfrentaron los alumnos de 15 años de 65 países del mundo, en el marco del informe PISA 2012, cuyos resultados verán mañana la luz. Se trata de una simple división que cualquier alumno de 4º de la ESO puede realizar sin dificultad. Sin embargo, un 54% de los alumnos dio una respuesta errónea, pese a que, según la OCDE, el nivel de exigencia de razonamiento y argumentación es bajo. Y es que los expertos en educación temen que España pueda obtener unos resultados similares a los del informe de 2009 –el último publicado–, que le situaban 12 puntos por debajo de la media de la OCDE en compresión lectora y 13, en matemáticas y ciencias.

«Si tuviera que apostar, creo que los resultados van a ser muy parecidos a los de los últimos años y no nos vamos a encontrar con muchas sorpresas», comentó, en declaraciones a LA RAZÓN, el catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid Antonio Cabrales. En el mismo sentido, Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, afirmó que «en términos generales hay poco margen de cambio de un informe a otro». Sin embargo, Portugal, Turquía o Chile mejoraron en 20 puntos en 2009 con respecto a 2006, pero «se trata de países que están en expansión o estaban extremadamente mal en años anteriores», indicó Carabaña.

Los 33 países de la OCDE y los otros 32 asociados se la juegan en el examen más importante del mundo, al que más de un país le teme, porque puede sacarle los colores. Cada año, el estudio pone el acento en una competencia diferente. Así, en 2000 se incidió en la lectura, en 2003 en las matemáticas y en 2006 en la competencia científica. Mientras que en el informe de 2009, el foco principal era la lectura, en esta ocasión el acento se pone en las matemáticas, ya que las competencias en esta materia se consideran parte esencial de esa preparación para la vida ciudadana y, por ello, su evaluación resulta clave. Y es precisamente esta asignatura la que mayor temor despierta porque los resultados obtenidos en pruebas anteriores no fueron buenos. Así, según el informe PISA 2003, cuando el foco también fueron las matemáticas, los españoles se situaron en el puesto 26. En concreto, mientras que la media de los 30 países de la OCDE en matemáticas era de 500 puntos, los españoles obtuvieron 485. Y la situación se repite en el tiempo. En 2006, los españoles bajaron 5 puntos, ya que alcanzaron sólo 480 puntos y en 2009, 483. Es decir, siempre por debajo de la media de los países de la OCDE y siempre con unos datos peores en comparación con 2003. Unos resultados nada halagüeños, ya que el informe PISA no persigue tanto puntuar qué sabe o qué desconoce el estudiante a modo de examen, sino que sus resultados permiten concluir que las competencias han sido adquiridas en un nivel aceptable cuando los alumnos están en condiciones de continuar aprendiendo a lo largo de su vida, de aplicar lo que aprenden en la escuela y fuera de ella, de evaluar sus opciones y tomar decisiones con ejemplos tan cotidianos, especialmente para los jóvenes de 15 años, como saber qué pizza comprar según el precio y el tamaño de la misma. Además, todas las preguntas están «perfectamente» adaptadas al nivel de los alumnos y, en general, «es una prueba muy bien diseñada», aseveró Cabrales.

«Estos datos hacen necesaria una reforma en la educación española», subrayó Cabrales. De hecho, nuestro país tiene el porcentaje más bajo de la Unión Europea en cuanto a excelencia: sólo un cuatro por ciento frente al 10% alcanzado de media en los países de la OCDE. Y peor aún si nos comparamos con los finlandeses, que alcanzan un 15% de excelencia. Y no será por horas lectivas. Los estudiantes españoles de la ESO tienen 194 horas de clase más que un finlandés de media al año. Las 1.050 horas anuales que reciben supera también las 881 horas que de media tienen los estudiantes de la UE y las 907 que tienen de media los países miembros de la OCDE, según el informe Panorama de la Educación 2013 de PISA. Es decir, que no es tan importante la cantidad de horas recibidas, sino la calidad de las clases. Además, según Cabrales, «lo que si mejora el rendimiento es la mayor cantidad de horas dedicadas a una materia en particular, pero en España hay demasiadas asignaturas, y pese a que tenemos más horas, a las Matemáticas, por ejemplo, dedicamos menos tiempo que los finlandeses, que están en cabeza en esta competencia». En este sentido, Carabaña destacó que «un año más de escuela no influye en una mejor adquisición de conocimientos por parte de los alumnos». Asimismo, quiso hacer hincapié en que los datos de PISA «no miden la eficacia de las escuelas, porque influyen otros muchos factores, principalmente la familia».

Por su parte, la recién aprobada Ley de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) en la Cámara Baja propone la inclusión de evaluaciones externas para mejorar nuestros resultados en los exámenes internacionales. Y es que, «hay evidencias a nivel internacional de que las evaluaciones externas se traducen en mejores resultados, aunque en España no las tendremos hasta 2015 –año en el que entrará en vigor la Lomce–, por lo que su incidencia tardará en verse reflejada en PISA; aún así, algunas comunidades autónomas ya están poniendo más atención en este sentido», explicó Cabrales. Asimismo, insistió en que la mejor forma de conseguir un resultado aceptable en los informes internacionales es «mejorar la formación del profesorado». De hecho, mientras que en las universidades públicas españolas Magisterio es una de las carreras que menos nota de corte exige, en países que alcanzan los primeros puestos del «ranking» en el informe PISA, como Finlandia, los profesores tienen que obtener notas excelentes para poder dedicar su vida a la docencia.