Emigración

Españoles por el mundo

Cuando populismos de toda clase tratan de inocularnos el miedo, no está de más recordar que los españoles fuimos emigrantes y, sobre todo, que seguimos siéndolo

Españoles por el mundo
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En los años peores de la crisis, entre 2008 y 2011, más de 300.000 españoles jóvenes hicieron las maletas y emigraron al extranjero en busca de un mejor presente. Cierto es que aquellas maletas no eran de cartón como las de los emigrantes de los años 60, pero la motivación del viaje es la misma. También es idéntica a la de los subsaharianos que están llegando a nuestras costas este año y el anterior y el anterior. Más allá de apreciaciones políticas (que las hay, y muchas), conviene no perder de vista que cuando las cosas se han puesto feas aquí hemos tratado de largarnos. Y seguimos haciéndolo en 2018.

A uno de enero de este año, el Instituto Nacional de Estadística (INE) contabilizaba un total de 2.482.808 españoles fuera de nuestras fronteras; en 2017 la población migrante aumentó un 3,2 por ciento. América sigue siendo el continente preferido antes que Europa, pero la crisis económica de hace diez años trajo la novedad de que muchos jóvenes parados menores de 35 años fueron a buscarse la vida a países del este de Europa. Lugares que habitualmente eran emisores de migrantes se conviertieron en receptores de españoles.

Hay que tener en cuenta que de ese millón y medio que se contabilizan fuera, una gran parte fueron en su día inmigrantes que se nacionalizaron españoles y ahora han regresado a sus países de origen. Esta realidad, que a algunos les parecerá una buena noticia, es en verdad pésima porque nuestro país envejece a un ritmo desenfrenado que amenaza un sistema de pensiones que en parte sostienen estos inmigrantes que en 2016 constituían el 10 por ciento de los afiliados a la Seguridad Social.

Cuando se trata de esbozar un perfil de los españoles que se marchan al extranjero se comprueba como cierta esa frase tan nuestra de que «se van los mejores». En 2016 se calculaba que el 27% de los Premios Extraordinarios de Fin de Carrera de los último cinco años había tenido que salir para desarrollar su talento. Nuestra posición en el ranking de los Estados que sufren la fuga de cerebros era entonces bastante mala: el puesto 83 en una clasificación en la que el 109 es el peor.