Médicos
Fernanda vuelve a casa tras tres años en el hospital
Cada año, más de un millón de menores ingresa en un centro sanitario; a muchos se les diagnostica algún tipo de cáncer
Fernanda ya está contando los días que le quedan para dejar la habitación 306. Tiene 12 años y desde hace tres su vida gira en torno a una palabra: leucemia. Y es que cada año más de mil niños son diagnosticados con cáncer.
Fernanda ya está contando los días que le quedan para dejar la habitación 306. Tiene 12 años y desde hace tres su vida gira entorno a una palabra: leucemia. Y es que cada año más de mil niños son diagnosticados con cáncer. Su vida cambia de golpe y la mascarilla se convierte en un complemento más. Hoy es el Día Nacional del Niño Hospitalizado. Y es que por las 9.000 camas destinadas a Pediatría con las que cuenta el Sistema Nacional de Salud (SNS) cada año pasan más de un millón de pequeños.
«Fue el 30 de abril de 2013 cuando empezó todo». Su madre, Catalina, recuerda perfectamente la fecha del diagnóstico. «Tenía gripe y le salió un sarpullido detrás de la oreja. Por eso decidimos ir a Urgencias». Las analíticas resolvieron las dudas de Catalina. Su hija tenía una enfermedad de la sangre y más concretamente, leucemia. Un tipo de cáncer que se caracteriza por la proliferación de células anómalas que infiltran la médula ósea. Con ello, impiden la producción de las células normales, e invaden la sangre y otros órganos. Fernanda lo sabe explicar perfectamente. Con los años ha sido capaz de entender lo que le ocurre y de explicarlo: «Es una enfermedad que ataca mi sangre, aunque la mía es mucho más leve que la que tienen otros niños que están aquí». El Hospital La Paz de Madrid se ha convertido en su segunda residencia y aunque ha podido salir en varias ocasiones, la enfermedad siempre la obliga a volver. Hasta hoy. «Nos han dicho que este fin de semana seguramente nos den el alta», afirma su madre con una gran sonrisa. Ella también se ha convertido en una «inquilina» más del centro, donde no sólo cuidan de los menores sino que los padres también se sienten muy respaldados.
¿Cómo es vivir durante tantos días en un hospital? «No madrugo», dice risueña. Se levanta a las nueve y tras tomar el desayuno toca ir al colegio. «Lo que más me gusta es la clase de Naturales porque de mayor quiero ser médico». Ella lo tiene claro, eso sí, lo de la sangre no le gusta mucho. «Quiero atender a personas mayores, pero la cirugía no me gusta».
Tras el diagnóstico, Fernanda tuvo que superar varias sesiones de quimioterapia. «Me quedé sin pelo, pero ya me está saliendo», afirma con coquetería. Aunque los fármacos le ayudaron a sobrellevar la enfermedad, su agresividad le ha afectado la visión y ha perdido cerca del 70 por ciento. Dos años después del tratamiento recayó y fue cuando los médicos decidieron que lo mejor era el trasplante. Tuvo mucha suerte porque no tuvieron que ir muy lejos para dar con una donante compatible con ella. «Yo lo era», recalca Catalina. Y la intervención fue mucho más sencilla de lo que creían. No tuvo que pasar por quirófano. Ni ella ni su madre.
«No me extrajeron nada de la médula ósea, sino que extrajeron células madre sanas de mi sangre». Catalina sólo tuvo que donar «una bolsita», que, más tarde «le trasladaron a ella a través del catéter», aunque previamente había sido tratada con luz ultravioleta y con algunos medicamentos. Gracias a esta sencilla intervención, las células sanguíneas de la pequeña sanaron. Es una técnica que se conoce como fotoféresis. La sangre de su madre ha terminado con su enfermedad, pero su piel no ha aceptado muy bien a los nuevos glóbulos y le ha salido una reacción alérgica. En su dermis, tan clara como la porcelana, se aprecian cada una de las terminaciones nerviosas y, aunque normalmente no le molesta, «a veces me pica», reconoce.
A pesar de estas molestias, ella es feliz. En agosto cumple 13 y «lo celebraré en casa».
«Ya no tengo leucemia»
A la pequeña le gusta decir que ya está curada, aunque a partir de la semana que viene tenga que volver cada semana a revisión. Ya sabe que va a poder ver a su equipo favorito de fútbol desde casa. «Me gusta mucho Gabi». Es su jugador favorito y uno de los que más le gustan a su hermano mayor, que le ha transmitido su pasión por el Atlético de Madrid. «Cuando jugamos, a mí siempre me toca ser portera».
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