Investigación Médica

Fierabrás de la juventud

Científicos estadounidenses descubren una combinación de fármacos que aumenta la longevidad y reduce los achaques de la vejez.¿En humanos? No, de momento, sólo en ratones

La búsqueda de la eterna juventud ha sido un tema recurrente en el mundo del cine
La búsqueda de la eterna juventud ha sido un tema recurrente en el mundo del cinelarazon

Científicos estadounidenses descubren una combinación de fármacos que aumenta la longevidad y reduce los achaques de la vejez.¿En humanos? No, de momento, sólo en ratones

La llave de la vejez y la juventud podría parecerse a un interruptor de la luz. Imagínese: on, y entran en el cuerpo millones de células senescentes, grupos celulares castigados por el tiempo que provocan que el resto del organismo envejezca con ellos. Off, y esas células desaparecen, dan paso a otras más jóvenes y con ello el cuerpo entero parece perder años. La primera parte del cuento es fácil de entender porque es más o menos así como funciona la naturaleza. Según pasan los años, las células de cualquier ser vivo acumulan mutaciones, errores de réplica y defecto. Se hacen viejas y nos hacen viejos a los que las portamos.

La segunda parte del cuento es algo más complicada. La ciencia persigue sin desmayo la manera de evitar que las células senescentes se acumulen. Sería la mejor estrategia para prolongar la juventud. Pero no es fácil. Cientos de equipos de investigación del mundo andan detrás de ello.

Ayer, un equipo de la Clínica Mayo con científicos de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos dieron a conocer un interesante hallazgo que podría acercarnos a ese objetivo soñado. Han comprobado en laboratorio que, efectivamente, inyectar células senescentes en ratones provoca una evidente pérdida de función y de salud en los animales, propia de un envejecimiento prematuro. Sin embargo, usando una combinación de dos fármacos que ya existen esas células pueden ser eliminadas de los tejidos y de ese modo se puede recuperar de nuevo la función juvenil de los roedores. Es más, cuando se aplican esos medicamentos a ratones que han envejecido de manera natural (a los que por lo tanto no se les había acelerado el envejecimiento mediante la inyección de células senescentes) también se experimenta un ligero rejuvenecimiento en sus tejidos. Los resultados de esta investigación han sido publicados en el número de ayer de «Nature Medicine».

Para entender el impacto de esta noticia será necesario remontarse a los orígenes biológicos del envejecimiento. La mayor parte de las células sanas de nuestro cuerpo están constantemente creciendo, replicándose y muriendo. En cada uno de esos cambios los tejidos pierden parte de su función correcta. Cuanto más tiempo pasa, la capacidad de las células para crecer y replicarse disminuye hasta que su senescencia es tal que ya no pueden reproducirse correctamente. En ese caso, mueren. Las células que se encuentran en sus últimas fases de senescencia además tienen la capacidad de influir en células de su entorno. Secretan algunas moléculas que tienen efecto inflamatorio en los tejidos circundantes. La proliferación de células de este tipo es una fuente directa de envejecimiento. Ocurre cuando pasan muchos años desde el nacimiento o cuando el organismo padece el impacto de algún tipo de trauma como la exposición a radiaciones, padecer enfermedades crónicas o la quimioterapia, entre otras.

Se sabe que hay algunos medicamentos que pueden eliminar selectivamente algunas de esas células envejecidas. Se llaman medicamentos senolíticos. Desde hace tiempo, los investigadores de la Clínica Mayo han investigado con dos de estos fármacos, el desatinib y la quercetina.

La quercetina es un flavonoide presente en muchas frutas y verduras (en algunas variedades de cebolla puede llegar a representar hasta el 10% de su peso seco) con muchas actividades terapéuticas prometedoras. El desatinib es una molécula que se emplea habitualmente para el tratamiento de la leucemia mieloide resistente. Hace unos años, este mismo equipo investigador mostró que, por separado, ambos productos eliminan una parte de las células senescentes de un ratón envejecido. Pero los resultados dependían demasiado del tipo de célula y del tipo de organismo y no existía mucha certeza de cómo funciona la combinación universal de las dos herramientas.

Para tratar de avanzar en el conocimiento de esta estrategia, los investigadores han provocado ahora el envejecimiento a una serie de ratones. Utilizaron roedores jóvenes (de cuatro meses) a los que se les inyectó una dosis de células senescentes. Dos semanas después del trasplante, esos animales empezaron a mostrar señales de envejecimiento prematuro (menor velocidad al correr, pérdida de fuerza muscular, menor resistencia a la fatiga, pérdida de apetito...). Además, se encontró que esos roedores presentaban una exageradamente alta cantidad de células envejecidas (mayor de la esperada por la cantidad inyectada). Es decir, las células invasoras habían «contagiado» el envejecimiento al resto.

En una segunda fase, los expertos trataron con desatinib y quercitina tanto a ratones envejecidos como a otros a los que no se les había inyectado nada. Tras tres días de tratamiento se descubrió que la combinación había sido capaz de matar selectivamente a una buena parte de las células senescentes. El deterioro de los animales disminuyó. No mejoraron su estado físico (no volvieron a ser jóvenes) pero la pérdida de función se estabilizó.

Por último, se hizo una prueba inyectando los mismos fármacos a ratones envejecidos de manera natural (con casi dos años de vida). Es esos caso, la mezcla de medicamentos también detuvo los signos perniciosos de la edad. En los casos más extremos, el resultado fue más evidente. Los ratones muy viejos (aquellos que tenían entre 24 y 27 meses de edad) mostraron una expansión de su esperanza de vida de cerca de un 36 por 100.

Según los autores del estudio, este trabajo demuestra que tanto desatinib como quercitina son medicamentos que podrían usarse para extender los años de salud no solo entre personas mayores sino en pacientes sometidos a quimioterapia o que padecen enfermedades crónicas dejenerativas. Pero para poder dar ese paso hace falta iniciar los primeros ensayos clínicos con humanos. Sin embargo, este próximo paso todavía no está en el horizonte más cercano.