Sociedad

Gestación subrogada: 100 días apátrida: Mi nombre es Ares

Gestación subrogada: 100 días apátrida: Mi nombre es Ares
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El pequeño de Ilanit y Emilio, Ares, lleva ya 100 días sin poder salir de Kiev (Ucrania). No tiene nacionalidad española ni ucrania por haber nacido a través de la gestación subrogada. Además, sus padres están ilegales. Se les caducó el visado para poder estar como turistas en el país: los 90 días que marca la Ley. Los progenitores del pequeño nos mandan una carta. Es otro grito desesperado para que se les escuche, que se oiga la situación en la que están Ares y el resto de niños nacidos desde el 21 de febrero, fecha en el que el Gobierno decidió no inscribir como españoles a los concebidos en el extranjero por gestación por sustitución. Una instrucción del 18 de febrero que fue publicada en el BOE tres días después sin poner ningún tipo de moratoria, pese a que muchas de las gestantes estaban embarazadas.

“Nací el pasado 24 de febrero en Kiev por gestación subrogada. Hoy cumplo 100 días desde mi nacimiento y sigo siendo apátrida. Se suponía que vendría al mundo para el día del padre, sin embargo, eran tales las ganas de conocer a mi papá y a mi mamá, que decidí venir al mundo por sorpresa y adelantarme, naciendo en la semana 36.

Mis padres llegaron a Kiev al día siguiente de mi nacimiento, bastante nerviosos, preocupados por cómo estaba yo, por cómo estaba mi ángel de la guarda, esa mujer que cuidó de mí durante mi gestación, que me alimentaba, me arrullaba y me hablaba de mis papás todos los días.

Afortunadamente, vine al mundo sano y fuerte. Y hasta que mis papás pudieron verme, mi ángel de la guarda seguía cuidando de mí en el hospital. Ella, una guerrera. Yo, el milagro.

Todo hubiera sido felicidad en mi vida, de no ser por lo que estaba por venir. Y es que, desde mi nacimiento, me he visto privado de mis derechos. El Gobierno de España, no sólo no me reconoce como lo que soy, hijo de español; sino que para esos señores, soy invisible.

Al privarme de mi derecho de inscripción y reconocimiento de filiación, los políticos españoles me han dejado en una situación total de indefensión, desamparo y tristeza.

Mis papás se esfuerzan día a día por hacerme feliz, aun estando lejos de mi hogar, de mi familia... pero yo no puedo evitar ver las lágrimas en sus ojos. Noto agitado el corazón de mi mamá cuando me abraza. Veo angustiado a mi papá cuando me mira. Escucho el sollozo de mis abuelos por teléfono... Aun así, soy aún muy pequeñito para entender el porqué de todo esto.

Mi día a día es similar al de cualquier otro bebé. Salgo a pasear con mis papás, escucho nanas de cuna, sonrío cuando me hacen cosquillas y escucho con atención los cuentos que me narra mi mamá antes de irme a dormir.

Sin embargo, no conozco al resto de mi familia, a mis titos, primos o abuelos. No conozco a otros bebés y no tengo a mi alcance todo lo que mis papás con esmero y cariño, tenían preparado para mí en casa. Mi desarrollo no está siendo nada fácil, y con tan solo tres meses de vida, me veo abocado a exponerme para defender lo que me corresponde: mi nacionalidad española.

Ya son muchos los días en los que mis papás no ven salida, y ninguno de esos políticos en España quiere mirarme a la cara y decirme lo que piensan: ¿no merezco una explicación? ¿No merezco ser plenamente feliz? Yo quiero ser igual que los demás niños.

Hay más de 80 bebés en Kiev en la misma situación que yo. Algunos incluso, malitos. Nadie nos tiende una mano.

Yo quiero crecer sin miedos, feliz, que nadie me rechace por nacer. Quiero vivir sin insultos, sin esconderme. De mayor quiero ser alguien útil a la sociedad.

Ya son 100 días aquí, y seguimos esperando a que los jueces buenos, de los que mi mamá habla en los cuentos, nos ayuden pronto y podamos regresar a casa como lo que somos, como lo que soy: español.

Quiero que este cuento tenga un final feliz para todos los niños.

Me llamo Ares, soy apátrida desde hace 100 días”, concluye la misiva.