Mascotas

Gracie, el perro que camina en silla de ruedas

Un niño de 12 años crea un vehículo para que un cachorro sin patas delanteras pueda desplazarse.

Gracie, con el primer modelo de silla de ruedas que fabricó Dylan con sus piezas Lego
Gracie, con el primer modelo de silla de ruedas que fabricó Dylan con sus piezas Legolarazon

Un niño de 12 años crea un vehículo para que un cachorro sin patas delanteras pueda desplazarse.

Gracie es un perro que nació sin las patas delanteras y debido a esta malformación fue abandonado en un refugio cuando era solamente un cachorro. Mucha gente pensó que no podría tener una calidad de vida óptima y que debía ser sacrificado. Kristy Turley no estaba deacuerdo con estas suposiciones y decidió adoptarlo para que viviera junto a sus otros perros. «Cuando la encontraron tenía gusanos por todo el cuerpo y le faltaban las patas delanteras. Mucha gente decía que lo mejor que se podía hacer por ella era ‘‘ponerla a dormir’’, pero ahora todo el mundo cuando la ve dice que parece muy contenta y feliz», explicaba Turley. «Amo a los canes con necesidades especiales, creo que dan un cariño que ningún otro animal puede llegar a ofrecer. Siempre está llena de energía, como cualquier otro cachorro. Cuando vimos cuánto quería jugar con los otros perros y que se pasa el día saltando con sus patas traseras detrás de sus nuevos amigos decidimos intentar ayudarla a mejorar su movilidad», añadió. Pero a su dueña le preocupaba que al apoyar todo el peso sobre su pecho pudiera desarrollar algún tipo de problema pulmonar o cardiaco: «Observamos que al pasar mucho rato saltando le dolían sus protuberancias, por eso comenzamos a buscar modelos de sillas de ruedas que se adaptaran a su condición, para evitar estos problemas».

Al no encontrar ninguna opción asequible, le preguntó al hijo del entrenador del refugio, un niño de 12 años llamado Dylan, si podía hacerle a su mascota una silla de ruedas. Dylan no lo dudó un instante. Cogió sus piezas de Lego y sin unas instrucciones en las que basarse se puso manos a la obra. «Su madre nos dijo que se pasó encerrado en el sótano una semana trabajando en el proyecto. Se esforzó bastante. El mayor problema que tenía era que no sabía si las dimensiones que había elegido se adaptarían al cachorro, pero una vez que vimos que encajaba perfectamente, pegamos las piezas para que no pudiera destrozarse con el movimiento», confesó Turley.

Fueron necesarios varios intentos para lograr una silla de ruedas que aguantara el peso de Gracie: «Lo pensó muy bien y la hizo de manera que la sujetamos con cinta de velcro», explicó. Como era de esperar, las primeras veces que usó esta silla de ruedas el cachorro estaba confundido y tardó unos cuantos minutos en descubrir cómo usarla. Pero ahora Gracie puede jugar con los demás perros de Turley. «Antiguamente cuando salía al patio se llenaba de suciedad y se empapaba, andaba incómoda. Pero ser capaz de estar levantada y correr le gustó mucho, se sentía una más», explicó.

Un nuevo proyecto comienza

Con el paso del tiempo la silla se quedó pequeña, por eso Dylan, en colaboración con Turley, ya está construyendo una nueva y más grande para que pueda seguir disfrutando como cualquier otro perro de su vida. «Una de las cosas que más me preocupa es su espina dorsal, siempre está curvada, por eso necesitamos ir modificando la silla, pues al ser un cachorro todavía crece constantemente y hay que ir modificandola cada cierto tiempo. He tenido otros perros con necesidades especiales y las sillas de ruedas que se comercializan son muy caras», confiesa esta mujer amante de los animales.

«Ha sido un proceso muy difícil y aún seguimos trabajando para mejorar el diseño original, ahora queremos cambiar las ruedas para que Gracie pueda girar más comodamente», comenta Dylan sobre el nuevo proyecto. «Solo deseo que la gente sepa que los animales con necesidades especiales merecen la oportunidad de tener una casa llena de amor. Es como cualquier otro perro, no quiero que la gente sienta pena por ella, quiero que disfruten a su lado», concluye Turley.