
Medicina
Hormonas de la eterna juventud
Nuevas investigaciones muestran su eficacia antiedad. Pero no todos los efectos son tan positivos. Los expertos insisten en que se usen solo bajo control médico

Las hormonas, esas grandes desconocidas. Regulan nuestro organismo, son responsables de que crezcamos, de que tengamos cambios de estado de ánimo, de que se conecten nuestras neuronas, de que nos entre sueño por la noche, de que procesemos los alimentos, de que podamos reproducirnos sexualmente, de que lata el corazón… de decenas de procesos que nos mantienen vivos. Y que nos envejecen.
Los primeros signos visibles del paso del tiempo suelen ser alteraciones que tienen que ver con la producción de estas sustancias.
Lo saben bien ( lo sabemos) quienes hemos llegado ya a esa edad en la que nombres como testosterona o estrógenos empiezan a aparecer en nuestra conversación con el médico.
Y ahora, nuevas investigaciones parecen demostrar que nuestras viejas amigas las hormonas también pueden servir para parecer más jóvenes. ¿Cómo es posible esta aparente paradoja?
Un trabajo publicado en «Endrocrine Reviews» (la revista de la Sociedad Americana de Endocrinología) sugiere que algunas hormonas podrían ser aprovechadas para prevenir signos del paso del tiempo como las arrugas o el encanecimiento del pelo.
Hasta ahora, la ciencia había tratado de utilizar los efectos de un número muy limitado de hormonas para combatir el envejecimiento, con resultados de diverso éxito.
Es conocido el uso de retinoides como el retinol o la tretinoina para combatir deterioros de los tejidos y la aplicación de estrógenos como terapia para reducir los efectos de la menopausia. Ambas estrategias forman parte de protocolos clínicos así como de propuestas farmacéuticas «antiaging».
Pero la investigación que se publica ahora va más allá y pone de manifiesto el papel que algunas hormonas juegan en la degradación del tejido conectivo de la piel –que es la causa principal de las arrugas– y en la supervivencia de las células que componen el pigmento y el grosor del cabello (relacionadas con el encanecimiento y la calvicie).
De hecho, este hallazgo confirma algo que ya sospechaba la ciencia: la piel no solamente es el órgano más grande del cuerpo humano, es también el escenario donde entran en juego el mayor número de hormonas del organismo. Aquí se producen, procesan o reciben más hormonas que en ningún otro órgano o glándula.
Los investigadores de la Universidad de Münster, en Alemania, que han realizado el estudio han puesto en foco en hormonas que se sabe participan en algunos procesos cutáneos.
Por ejemplo, el Factor de Crecimiento Insulinoide 1 (IGF1) está presente desde el nacimiento y, en condiciones normales, permite el desarrollo de tejidos y huesos. La hormona del crecimiento, los estrógenos, los retinoides y la melatonina son otras de las sustancias que han sido analizaras en los laboratorios de Münster.
La «mágica» melatonina
El caso de la melatonina es especialmente significativo. Esta hormona regula los ciclos de día y noche y de vigilia y sueño.
Se produce principalmente en la glándula pineal, un tejido de apenas 150 miligramos de peso de gran importancia para nuestra salud.
La industria farmacéutica sabe de las propiedades antienvejecimiento de la melatonina que, además, es una molécula sencilla, barata de producir, que se tolera bien. Se han estudiado sus propiedades antioxidantes y de regulación mitocondrial. Pero lo más interesante de este trabajo son los casos de hormonas estudiadas de los que se ha encontrado un efecto inesperado.
Por ejemplo, algunos agentes endocrinos como la alfa-melanocito estimulante están involucrados en la pigmentación de la piel.
Otras moléculas como la oxitocina, el eje hipotalámico-tiroideo o los endocannabinoides pueden emplearse para reducir el estrés oxidativo o los efectos de la fotodegeneración de la piel.
De momento, esta investigación no ha hecho más que apuntar posibles lazos de unión entre grupos hormonales y fenómenos asociados al envejecimiento.
Pero futuros estudios tendrán que abordar uno a uno estos lazos y determinar si existen vías efectivas de sintetizar estas moléculas para convertirlas en fármacos anti edad. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que hasta el día de hoy los usos de hormonas con fines rejuvenecedores han sido controvertidos.
Cuidado con la testosterona
Un caso paradigmático es el de la testosterona. Esta hormona es la responsable del desarrollo de los caracteres sexuales primarios y secundarios masculinos como órganos sexuales, masa muscular, vello facial y corporal, timbre de voz…
Su producción reside principalmente en los testículos, aunque también se halla en pequeñas cantidades en los ovarios y en glándulas suprarrenales de ambos sexos.
La llamada andropausia consiste en el declive en la producción de testosterona que sufren los hombres a partir de los 40 o 45 años a razón de entre 0,5 y 1% de pérdida anual. A partir de los 60 años, el 30% de los varones tiene niveles de hormona por debajo de lo deseable.
Uno de los efectos más habituales de este declive es el descenso del apetito sexual. También puede experimentarse fatiga, pérdida de masa muscular u ósea, astenia o depresión. Por eso se han popularizado los suplementos de testosterona en el mercado. Pero todos los expertos coinciden en que las terapias de reemplazo de testosterona solo deben aplicarse por consejo médico y bajo supervisión.
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