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José Bretón: Obsesionado con el Código Penal y la televisión

Imagen de Jose Bretón en la sala de vistas a través de la pantalla de televisión de la sala de prensa instalada en los juzgados de Córdoba
Imagen de Jose Bretón en la sala de vistas a través de la pantalla de televisión de la sala de prensa instalada en los juzgados de Córdobalarazon

José Bretón ha seguido al pie de la letra su minucioso guión. Tras varias semanas leyendo el sumario del caso y libros de autoayuda, ha dedicado los últimos días a leer la prensa y a ver programas de televisión.

José Bretón ha seguido al pie de la letra su minucioso guión. Después de varias semanas leyendo el sumario del caso y libros de autoayuda, ha dedicado los últimos días a leer la prensa y a ver programas de televisión. Y tampoco ha dejado de lado el reglamento penitenciario y el Código Penal, textos con los que cada vez está más familiarizado. Según fuentes conocedoras del caso, el padre de los niños desaparecidos de Córdoba no ha roto su rutina. Cada mañana limpia su celda en la cárcel de Alcolea. No es raro. Los compañeros de prisión han podido observar su obsesión por la limpieza. Para tocar cualquier cosa, primero ha de limpiarla o, si no, utiliza un trozo de papel para no entrar en contacto. No es nada nuevo, su ex mujer, Ruth Ortiz ya reveló en una carta que era muy maniático y que nunca se sentaba en los bancos públicos de la calle.

Bretón no está solo en la celda. Junto a él hay un preso de confianza permanentemente para evitar que intente quitarse la vida. Ahora se encuentra en el módulo de ingresos, en el que convive con cerca de 20 reclusos. Todos están allí para él: se turnan de ocho de la mañana a ocho de la tarde, vigilándolo. Aunque no parece que haya problemas; el estado de ánimo de Bretón es tal cual pudo verse ayer en el juicio: correcto, sereno, sin derrumbarse. Incluso cuida su aspecto: el «look» que mostró en el juzgado no difiere respecto al que luce cuando se encuentra entre rejas. Con todo, en los últimos días se ha mostrado indignado. Fuentes cercanas al caso afirman que sus quejas están siendo recurrentes. «¿Dónde pueden sacarse en Córdoba a nueve miembros de un jurado que no estén intoxicados?», se ha lamentado. Y es que, en opinión de Bretón, «esto supone la primera ilegalidad. El juicio es una farsa y sé que me van a condenar», añadía. No va a cambiar: «Tengo mi conciencia muy tranquila. No he matado a mis hijos», dice.

En las últimas semanas, sólo han roto su rutina las dos visitas que su abogado José María Sánchez de Puerta le ha hecho en prisión para preparar el juicio, que arrancó ayer, y su declaración de hoy. De hecho, el detenido ha mostrado cierta «euforia» tras consultar con su abogado.

Sánchez de Puerta ha intentado estudiar todos los aspectos que pueden afectar al juicio. Desde la versión de los hechos, que ha repasado hasta la saciedad con su cliente, hasta los gestos. El letrado ha insistido a su cliente en que la imagen que dé durante los próximos días puede influir en el jurado. Así, lo primero en lo que Sánchez de Puerta ha hecho hincapié ha sido en la actitud de Bretón. A diferencia de sus anteriores comparecencias, le ha pedido que se muestre comedido, que deje a un lado la agresividad mostrada en otras ocasiones frente al juez instructor del caso, José Luis Rodríguez Lainz. Esta actitud cobra mayor importancia después de la elección del jurado, compuesto por siete mujeres y dos hombres. La imagen es la primera batalla que se libró ayer en la Audiencia Provincial. Conscientes del revuelo mediático, es fundamental controlar cualquier aspecto.

Imagen impoluta

Más de un centenar de periodistas y cámaras de televisión estaban pendientes de cada movimiento. Tanto Bretón como su abogado aparecieron en la sala con una imagen impoluta. Bretón, con algunos kilos de más respecto a anteriores imágenes y con cara de no haber roto un plato. El segundo golpe de efecto lo dio Sánchez de Puerta al solicitar que le retiraran las esposas antes de escuchar las palabras del fiscal. De haberlo hecho esposado, estaría reconociendo implícitamente su culpabilidad.

El siguiente paso, y el más importante, se producirá hoy con la declaración de Bretón. Es la prueba de fuego. Después, le tocará el turno a Sánchez de Puerta, que intentará desmontar la teoría de la Fiscalía, de demostrar que los huesos recogidos de la hoguera de la finca de Las Quemadillas no son de Ruth y José, que se rompió la cadena de custodia y que los testigos y peritos incurren en contradicciones.

Bretón está bien aleccionado. Sus padres también. Como cada domingo, antes de ayer lo visitaron en la prisión y ultimaron flecos de su versión. Rodríguez Lainz encontró siete contradicciones entre las declaraciones de Bretón y la de sus familiares. Bartolomé y Antonia han defendido a capa y espada la inocencia de su hijo, a pesar de que las evidencias dicen que es el responsable de la muerte de sus nietos. Sus dos hermanos también lo han hecho. Catalina estuvo con él al día siguiente de los asesinatos y ha sido uno de sus apoyos. Rafael ha sido el otro pilar, sobre todo durante los primeros días. De hecho, le ayudó a destruir pruebas borrando material gráfico y mensajes de su teléfono móvil. El poder de influencia de Bretón sobre sus familiares es tal que su padre ha decidido poner en venta la finca de Las Quemadillas y ahora quiere comprar otra. Pero no lo hará hasta que José le dé su visto bueno. A pesar de todas las pruebas, y de la opinión de su propio hijo, tiene claro que va a ser absuelto.

Acusado de un doble asesinato con alevosía, con el agravante de parentesco, hoy defenderá que la tarde del 8 de octubre de 2011 fue al parque Cruz Conde con sus hijos y que, durante unos segundos, los perdió de vista y desaparecieron. El momento que más ha preparado ha sido el de reafirmar que, en su opinión, siguen vivos y que hay que seguir buscándolos.

Hoy se juega su futuro. Una jornada en la que tendrá que responder a una batería de preguntas que ha repasado una y otra vez durante los últimos días. Además, tratará de convencer a los nueve miembros del jurado que la víctima es él, que se le ha condenado antes del juicio y que lo único que quiere es encontrar a sus hijos con vida. Unos hijos a los que, en palabras de Ruth Ortiz, nunca quiso.