Belén Tobalina
Las mentiras de Ana Julia costaron más de 200.000 euros
El día de los hechos, la acusada estuvo tres horas y 18 minutos en la finca en la que acabó con el pequeño
Los doce días en los que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estuvieron buscando al pequeño Gabriel por tierra, mar y aire costaron, según «el informe de mínimos, 200.203,38 euros»
► El jurado considera a Ana Julia Quezada culpable del asesinato con alevosía de Gabriel Cruz
Los doce días en los que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estuvieron buscando al pequeño Gabriel por tierra, mar y aire costaron, según «el informe de mínimos, 200.203,38 euros», manifestó ayer el coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería durante el juicio contra Ana Julia Quezada por la muerte del menor de solo ocho años. Y se trata de un informe de «mínimos», hizo hincapié el coronel, porque «supuso un montón de unidades diferentes...» y en la partida de gastos de personal «se puso el sueldo de las personas que menos cobran y un total de siete horas y media de jornada laboral». Además de las diferencias salariales, hay que recordar que hubo agentes que durante estos días prácticamente hicieron jornadas de 24 horas. En juego estaba, o eso se pensaba, la vida de un niño que podía haber sido secuestrado.
En este mismo informe, realizado a solicitud de un magistrado, la Guardia Civil cuantificó los gastos de los alojamientos y manutenciones de los agentes. Además, en dicha cuantía se incluye el gasto en combustible de los diferentes medios de locomoción empleados para la búsqueda. Ahora bien, «no se han puesto los gastos de uso y mantenimiento de esos vehículos, salvo en el caso de los helicópteros, que sí hay un coste por hora en el que se especifica todo: uso, mantenimiento y combustible por cada tipo» de aeronave, precisó. Además, en el informe también se tuvo en cuenta el coste de perreras y cuadras para los perros y caballos utilizados en la búsqueda del «Pescaíto». En cualquier caso, se trata de una cuantía económica alejada del coste total con el fin de que la acusada se haga responsable de estos gastos cuando se falle la sentencia.
Durante la quinta jornada del juicio en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Almería también se puso en relieve la investigación que llevó a cabo la Guardia Civil a partir de los datos de los repetidores de móviles. Una investigación pormenorizada que ha permitido saber que la acusada y autora confesa de la muerte de Gabriel estuvo más de tres horas (en concreto, tres horas y 18 minutos) en la finca de Rodalquilar el día de los hechos: el 27 de febrero de 2018. Los repetidores sitúan el teléfono móvil de Ana Julia en ese cortijo en el que acabó con el pequeño entre las 15:45 y las 19:04 horas, tal y como precisaron, en calidad de peritos, dos agentes de la Guardia Civil responsables del estudio e investigación de nuevas tecnologías de la Benemérita.
Durante este tiempo, el móvil de la acusada «estuvo en la finca de Rodalquilar sin ser utilizado una hora y 52 minutos». No es hasta las 17:39 cuando «el móvil vuelve a tener actividad, pero no sabemos si lo usó o recibió un WhatsApp». Aproximadamente una hora después, a las 18:55, fue cuando Ana Julia recibió una llamada de Ángel. Ella, a esa hora, seguía en la finca de Rodalquilar. No es hasta las 19:04 cuando se detecta un cambio de cobertura en una de las antenas de telefonía, de ahí que se pueda afirmar que la acusada estuvo hasta entonces aproximadamente en dicha finca el día que acabó con la vida del niño.
A continuación, en la Sala se mostraron las imágenes del levantamiento del cadáver. Sin entrar en detalles innecesarios, sí es importante indicar que, después de que se recogieran los vestigios, el Departamento de Biología estableció, tras el análisis de las muestras, tres manchas de sangre y tierra, según explicó un Guardia Civil de la Comandancia de Almería en calidad de perito. Además, en el vehículo Nissan en el que transportó el cadáver y fue detenida, los agentes también hallaron un cubo de fregona azul en la zona del asiento de atrás del copiloto.
Al terminar la sesión, el letrado de la acusación particular, Francisco Torres, afirmó, en declaraciones recogidas por Efe, que las pruebas «determinan cada día más la responsabilidad alevosa, premeditada» de la acusada, que quiso «en todo momento» acabar con su vida. También hizo hincapié en que podría haber llegado a limpiar el escenario del crimen. Extremo que negó el abogado de Quezada, porque en la fregona del coche «no hay restos de sangre».
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