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La última imagen de Diana Quer
La Guardia Civil ha analizado más de dos millones de números de teléfono
Los investigadores tienen en su poder una fotografía suya en la noche de autos. Se la ve feliz y sonriente. Lo que ocurrió minutos después, de camino a su casa, sigue siendo un enigma. Tres líneas de investigación siguen activas.
La decisión del juez de instrucción de Ribeira, Félix Isaac Alonso Peláez, de sobreseer provisionalmente el caso de Diana Quer y levantar el secreto de sumario no ha desanimado a los agentes de la Policía judicial de La Coruña y de la UCO. Al contrario, mantienen tres líneas de investigación abiertas, activas y calientes. El misterio que envuelve la ausencia de Diana es extremadamente complejo porque no se conoce el móvil de su desaparición. Hasta ahora se han manejado todas las posibles tesis: accidente, fuga voluntaria, suicidio, trata de blancas, represalias, secuestro, agresión sexual y asesinato. Unas, sin duda, son más probables y tienen mucho más peso que otras. El enigma se complica aún más porque nadie sabe el lugar exacto de la desaparición. Es decir, no hay una escena criminal que la policía científica de la Guardia Civil pueda procesar en busca de evidencias.
Diana Quer salió de fiesta en A Pobra do Caramiñal la noche del 20 de agosto. Su madre la bajó en coche hasta el pueblo y la dejó en un parque céntrico. Estuvo con varios amigos pasándolo bien. Según ha podido saber LA RAZÓN, los investigadores han conseguido recuperar una fotografía suya de aquella misma noche en la que se le ve de cintura para arriba feliz y sonriente. Decidió regresar a casa sola sobre las dos y media de la madrugada. «Lo había hecho en otras ocasiones, aunque nunca tan tarde», confirma Diana López, su madre. «Con lo fácil que hubiera sido llamarme o que se cogiese un taxi que cuesta cuatro euros y medio desde el pueblo a casa». La última persona que la vio se llama Inés (nombre ficticio) y tiene 14 años. Conoció este verano por primera vez a Diana. A sus padres les contó: «Vi a Diana aquella madrugada. Estaba parada a la altura de la pizzería Mi Manda Picone. Me fijé en que estaba manipulando su móvil. Cuando yo me iba acercando ella dejó de teclear y comenzó a caminar en dirección a su casa. El último lugar en el que la vi fue a la altura de las naves abandonadas. La perdí de vista cuando, pasada la pizzería, tuve que torcer a la derecha porque por ahí se llega antes a casa. No miré el reloj para saber la hora exacta, pero calculo que serían sobre las 2:45 de la madrugada». Inés se muestra rotunda con esa referencia temporal porque sus padres le pusieron ese límite horario y nunca les ha desobedecido. «Creo que se paró junto a la pizzería para conectarse a la wifi del negocio. En casa no teníamos y muchas veces bajábamos a tomar algo y aprovechábamos para conectarnos», dice la madre de la joven desaparecida.
El problema es que desde las naves hasta la casa de Diana Quer hay cerca de un kilómetro de subida sin casi iluminación. ¿En que punto concreto de ese trayecto la abordaron? Ha sido imposible de determinar, por lo que no hay escena que procesar. ¿Los que la asaltaron iban en un coche o en dos? Nadie lo sabe, es más probable que fuera uno sólo, pero no se pueden descartar otras opciones. ¿Subió voluntariamente a un vehículo o la forzaron? En realidad sobre este punto sólo se puede especular. ¿Pudo ser atropellada y que el conductor se la llevase malherida? No es descartable, porque en torno a ese momento lo único que tienen claro los investigadores es que subió a un vehículo. ¿Por qué lo tienen claro? Porque el teléfono de la joven se enganchó a la antena de A Pobra a esa hora, minutos después lo hizo en la de Boiro y poco más tarde en la de Taragoña. La única posibilidad que existe para que hiciese el recorrido a esa velocidad es que se subiese en un vehículo de motor.
La secuencia se confirma en el hallazgo del iPhone 6s por un mariscador en la ría de Arousa. El grupo de criminalística de la Guardia Civil ha trabajado con varias empresas privadas para poder extraer el contenido del móvil. Todas las pruebas se han hecho con un réplica exacta y finalmente se ha encontrado la forma de clonar la memoria interna, donde se guardan las fotos, los videos, las conversaciones de whatsapp, etc. Lo que todavía no se ha logrado es dar con el código que desbloquea su contenido y quizá guarde alguna clave del caso. No parece lejos el final y, de lograrse, sería una tecnología pionera en todo el mundo.
Mientras, los investigadores, que no saben lo que es cruzar los brazos, han analizado más de dos millones de números de teléfono, han sostenido 400 entrevistas, han comprobado alrededor de 1.500 vehículos y se han dejado los ojos tratando de identificar a los coches que cruzaban el puente de la ría y la autovía en general, pero ni siquiera se aprecian sombras, sólo luces que convierten a los vehículos en masas idénticas unas a otras. También han reconstruido la vida de la joven en Pozuelo, en Galicia y hasta en sus diferentes viajes por España y el extranjero. En estos ocho meses ha habido más de una ocasión en la que tuvieron la esperanza de estar próximos a la resolución. Una de esas veces ocurrió antes de que el mariscador encontrase el móvil de Diana en la ría. Allá por el mes de octubre una compañía de teléfonos les informó de que el iPhone 6s de Diana estaba en Algeciras activo. Alguien lo estaba usando. La tensión se disparó. El olfato del cazador había detectado el rastro que podía conducirles a la presa, a resolver el misterio. Miraron el número de la tarjeta vinculada al aparato (que no era el de la joven). Correspondía a un hombre de mediana edad, con antecedentes por tráfico de drogas. El dato les preocupó, pero aún más cuando averiguaron que poseía un barco y que había estado navegando por las aguas de Galicia en las fechas en las que despareció Diana. Había que lanzarse cuanto antes sobre el objetivo y averiguar de dónde había sacado el teléfono. Varios equipos de la UCO se montaron en los vehículos en dirección a Algeciras. Justo antes de salir, la compañía informó a los investigadores que se habían equivocado al suministrarles un dato y que desgraciadamente no se trataba del iPhone de Diana.
De momento ni la madre ni el padre de la joven se van a personar en la causa para que no haya sospecha de que han podido filtrar algún dato y por respeto al trabajo de los agentes. Confían en los investigadores y conocen el lema de la Benemérita que dice: «El guardia civil muere, pero no se rinde». Por otro lado, Diana López y Juan Carlos Quer amenazan con que que si se filtra algún dato del sumario que perjudique las pesquisas dirigirán su mirada hacia el propio juzgado. En ese caso no dudarán en emprender acciones legales contra funcionarios o el mismo magistrado.
Una foto para que no se la olvide
Han pasado ocho meses desde la desaparición de Diana, pero sus padres no pierden la esperanza. Quieren saber qué ocurrió aquella noche en A Pobra do Caramiñal, cuando su hija mayor no regresó a casa. Para recordar a su hija, Diana López-Pinel colgó durante la madrugada del viernes al sábado tres fotos de su primogénita. Salen juntas en dos de ellas: en la primera, Diana es una niña sentada sobre el regazo de su madre, mientras que la siguiente es más reciente, en una comida de las dos, sonrientes, felices. Por último, subió a su perfil la foto de la izquierda en la que se aprecia a una joven risueña.
Y es que su madre aún no entiende la determinación del juez del caso que ha decidido el sobreseimiento provisional de su desaparición: «No consigo entender la decisión; la respeto, pero no la comparto», aseguró tras conocer la noticia.
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