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«Las auditorías energéticas no deben ser un fin, sino un medio»
Fue una de las conclusiones de la mesa redonda organizada por LA RAZÓN, que reunió a profesionales del sector energético para analizar los desafíos del ahorro de energía
Desarrollar el potencial tecnológico existente, impulsar el uso de las energías renovables, poner en práctica los resultados de las auditorías e incrementar la confianza y el conocimiento de los usuarios. Éstas fueron las principales conclusiones a las que se llegaron en la mesa redonda titulada «Retos y desafíos para el ahorro de la energía», celebrada en la sede de LA RAZÓN.
Desarrollar el potencial tecnológico existente, impulsar el uso de las energías renovables, poner en práctica los resultados de las auditorías e incrementar la confianza y el conocimiento de los usuarios. Éstas fueron las principales conclusiones a las que se llegaron en la mesa redonda titulada «Retos y desafíos para el ahorro de la energía», celebrada en la sede de LA RAZÓN.
Participaron seis profesionales del sector energético: Pedro Prieto, director de Ahorro y Eficiencia Energética del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE); Joan Pallisé, director de Relaciones Institucionales de Circutor; Gerardo Antequera, director Comercial de Lumelco; Alejandro del Amo, formador colaborador del Instituto Tecnológico MasterD y CEO de Abora Solar; Elena González, directora general de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Energéticos (ANESE); y Juan Francisco Rubio, director general de Australair Ecoclimatización.
En un momento en que la sequía está incrementando el precio de la factura de la luz y en el que se debate en el Parlamento Europeo la reforma de la Directiva de Eficiencia Energética –que obliga, entre otras cuestiones, a que toda edificación nueva tiene que ser de consumo casi nulo en 2020–, urge conocer en qué medida las actuales directrices de ahorro y eficiencia energéticos ayudarán a cumplir con el objetivo de Bruselas de alcanzar para 2030 un ahorro en el consumo del 30% respecto a los niveles de 1990.
Pedro Prieto recordó que dicha directiva ya instó hace años a los estados miembros a poner en marcha un plan nacional de eficiencia durante el periodo 2014-2020, que, entre otras medidas, contempla la realización de auditorías energéticas a las grandes empresas («desde 2016 se han realizado más de 33.000», subrayó), una renovación energética del 3% anual de los edificios de la Administración del Estado y la creación de un fondo de eficiencia mediante las aportaciones de las empresas del sector. Incidió en el hecho de que la optimización del consumo sólo es posible si se lleva a cabo una triple labor: reducir la demanda, producir una energía lo más limpia posible y mejorar el rendimiento de las instalaciones.
800 millones en ayudas
No obstante, el ponente reconoció que todavía existen diversas barreras, ya que «no se está aprovechando todo el potencial de ahorro existente, porque muchas tecnologías que trabajan en ello están todavía en una fase pre comercial y necesitan un impulso». En este sentido, afirmó que una manera de reducir el consumo consiste en apoyar financieramente la renovación de los equipos. Así pues, destacó la labor del IDAE al respecto, que en este momento gestiona más de 800 millones de euros en ayudas a diversos sectores, desde el de la movilidad hasta el de la hostelería, el pequeño comercio y los ayuntamientos.
Joan Pallisé consideró estas subvenciones «insuficientes en comparación con el panorama mundial» y lamentó que Europa «perdiera en su momento el tren del mercado de la acumulación de energía, que ahora está principalmente en manos de Asia Oriental». En cambio, se mostró optimista respecto a la movilidad eléctrica, de la que habló como «la revolución tecnológica de los próximos años».
De este modo, recordó que «mientras que un vehículo de combustión interna tiene un rendimiento del 25%, el de uno eléctrico es superior al 80». En esta línea, destacó que éste último cuenta ya con baterías con una autonomía que alcanza los 400 kilómetros. Advirtió, sin embargo, que más de las dos terceras partes de los equipos de recarga para coches eléctricos se destinan al mercado internacional, por lo que «en España aún nos falta camino en este campo».
Gerardo Antequera, por su parte, coincidió con Pallisé en que «para hablar en los próximos años de un verdadero autoconsumo de particulares e industrias es necesario reducir previamente la dependencia de los combustibles fósiles, que todavía se mantiene en el 70%», aunque sostuvo que alcanzar la sostenibilidad «no pasa por “matar” las fuentes tradicionales, sino por diversificarlas». En este sentido, se refirió a Marruecos como un país emergente, «con unas instalaciones de energías renovables que envidiaría cualquier país europeo», aseguró. Afirmó, asimismo, que el sector hotelero es un nicho de mercado con futuro en nuestro país, pues «acercarse a sus más de 14.000 establecimientos representa una vía de comunicación y difusión viral».
Concienciación
Alejandro del Amo sostuvo que la cuestión «no es solamente hablar de reducción del dióxido de carbono o de energía verde, sino también de dinero». Así pues, mencionó el éxito del panel solar híbrido, «no sólo porque genera electricidad y calor al mismo tiempo, sino porque además ahorra en costes y supone para el cliente un “payback” (tiempo de recuperación de la inversión inicial) de unos cinco años».
Subrayó, sin embargo, que lo primero siempre será la formación «porque uno de los graves problemas en el ahorro y eficiencia energéticos es el desconocimiento». «Que el usuario sea consciente de cuánto puede llegar a ahorrar con sistemas alternativos es la mejor publicidad que se puede hacer», prosiguió, sin dejar de mencionar la importancia de las auditorías energéticas.
Elena González, por su parte, estuvo de acuerdo con que «la colaboración entre fabricantes y empresas de servicios es crucial no solamente para acordar soluciones, sino también para dar a conocer al cliente las tecnologías que están funcionando». «No se trata de convertirlo en un experto energético, sino más bien de proporcionarle la confianza y la garantía de que aquellas funcionan», explicó.
Discrepó, en cambio, en la utilidad que presentan las auditorías, ya que «la mayoría de las veces sus resultados no llegan a ponerse en práctica y se conciben más como un trámite que hay que cumplir para librarse de la sanción». De este modo, subrayó que «las auditorías deben ser un medio y no un fin».
Continuó afirmando que para alcanzar el objetivo fijado en la COP21 (XXI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) de evitar un incremento de la temperatura media global de dos grados respecto a los niveles preindustriales, «la eficiencia y la generación de renovables constituye, sin lugar a dudas, el binomio ganador».
A lo anteriormente expuesto, Juan Francisco Rubio añadió que las demandas a las administraciones y a los organismos públicos pasan no solamente por exigir subvenciones y financiación, sino también por reclamar una mayor difusión y promoción a nuevos sistemas eficientes, como es el caso, en el sector de la climatización, del frío evaporativo, «que únicamete emplea agua para enfriar y su consumo es el de un ventilador», explicó.
Habló también del sistema evaporativo indirecto, que, además de suponer un ahorro de entre el 80 y el 90%, presenta un alto rendimiento: «Un equipo de 1,8 kilovatios alcanza 47 de potencia frigorífica», puso como ejemplo. Estos sistemas tienen grandes ventajas con respecto a los tradicionales, entre ellas, la ausencia de compresor (que permite prescindir de cualquier tipo de gas) y de frigorías (por lo que se obteniene un aire más limpio y natural), además de poder climatizar espacios abiertos como terrazas.
En esta línea, González quiso recordar que «en España tenemos mucho potencial, unas tecnologías maduras y equipo humano, aunque nos falta un plan específico de desarrollo de eficiencia que maximice ese valor». «El siguiente paso es, además, la digitalización», concluyó.
Certificados digitales
Sobre el Código Técnico de la Edificación, Del Amo consideró que «es una guía buena y necesaria, pero que se ha aplicado en un mal momento». Prieto, por su parte, afirmó que su aplicación aportó como novedad la integración de las energías renovables, aunque apuntó al «boom» de la construcción como un factor que afectó negativamente y, por ello, «la prioridad de las actuaciones de eficiencia no deben ser los nuevos edificios, sino el parque de viviendas existente».
Algo en lo que coincidió González, quien añadió, además, que los certificados energéticos en la edificación «son útiles y van por el buen camino, aunque tienen que ser más rigurosos porque en la actualidad están devaluados». La ponente mencionó asimismo el ecoetiquetado de los electrodomésticos como caso de éxito, «ya que ha obligado a los productores a fabricar de una manera y no de otra». Por eso, prosiguió, «es necesario que traslademos su éxito al sector de la energía».
Al respecto, mencionó como ejemplo a Reino Unido, donde el precio de los alquileres varía en función del etiquetado energético del inmueble.
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