Violencia de género

Las estadísticas corrían en su contra

La Razón
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Sergio Morate se convirtió en el fugitivo más buscado del país. A la hora de escribir este artículo saltó la noticia de su detención en Rumanía. Entraba dentro de lo posible que Morate, acusado del doble crimen de las jóvenes Marina Okarynska y Laura del Hoyo, hubiera tenido oportunidad de huir fuera del territorio nacional, como así ha ocurrido. El tiempo fue un elemento que a priori corrió a su favor; tuvo al menos tres días de ventaja para escapar de los agentes.Si, como parece, Morate finalmente esquivó a la policía por carretera, pudo haber cruzado varios países de la Unión Europea sin presentar su pasaporte en parte alguna. El espacio Schengen de libre circulación permite a los ciudadanos de la UE franquear las fronteras interiores sin trámites de rigor. Por el contrario, si Morate hubiera pretendido salir por un puerto o aeropuerto lo hubiera tenido más difícil. En estos casos se pide el pasaporte u otro documento válido de control.

Todo indica que la acción criminal de Morate estaba premeditada. Así lo sugiere la cal, el coche y otros elementos que de momento pertenecen al secreto del sumario. Por consiguiente, es deducible que en su huida, o al menos en su recepción en Rumanía, ha contado con soporte o apoyo.

Las redes mundiales de Interpol y Europol, consagradas a la búsqueda de delincuentes en fuga, lanzaron en sus listas hace días la foto de Sergio Morate. La clandestinidad del fugitivo es producto natural de su condición, pero, ¿cuánto tiempo ha podido vivir escondido un tipo como Morate?

Las estadísticas corrían en su contra; y quizá la inteligencia también. Morate no es el doctor Richard Kimble.

*Sociedad Española de Criminología